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A medida que el virus que causa el COVID-19 va evolucionando, las vacunas se han vuelto menos eficaces en prevenir infecciones sintomáticas, pero siguen siendo muy eficaces en prevenir la enfermedad grave y la muerte. Este cambio ha sido tergiversado por influyentes activistas antivacunas que afirman falsamente que significa que las vacunas no funcionan y que han sido ineficaces desde el comienzo.
Historia completa
Los virus mutan, o cambian, a medida que se multiplican. Esa es en gran parte la razón por la cual las fórmulas de las vacunas disponibles actualmente no funcionan tan bien para prevenir la infección por el virus que causa el COVID-19.
Esas vacunas fabricadas por Moderna, Pfizer/BioNTech y Johnson & Johnson, fueron muy eficaces en prevenir tanto las infecciones sintomáticas como las enfermedades graves con las primeras cepas del virus. Pero son menos eficaces contra la infección por las subvariantes de la variante ómicron que circulan en la actualidad.
Los funcionarios de salud pública han reconocido este giro y han cambiado sus recomendaciones en consecuencia, en un esfuerzo para hacer frente a una enfermedad que se convirtió en la tercera causa de muerte en Estados Unidos en 2020 y 2021 y que ha matado a más de un millón de personas en todo el país.
Pero activistas antivacunas y aquellos que siembran dudas sobre la gravedad del COVID-19 han tergiversado esas recomendaciones para sugerir que los establecimientos de salud han dado consejos erróneos sobre el valor de las vacunas desde un comienzo.
Por ejemplo, el influente conservador David Harris Jr., quien tiene 1,5 millones de seguidores en Instagram, publicó un par de videos que muestran a Brett Sutton, el director de salud del estado de Victoria, en Australia. Uno de los videos es de abril y muestra a Sutton animando a las personas a recibir una dosis de refuerzo, diciendo que puede ayudar a evitar que las personas “se infecten, en primer lugar”. El otro video muestra parte de una conferencia de prensa en agosto, cuando Victoria sufría de un brote de casos, donde Sutton dijo: “A pesar de dos, tres, cuatro dosis de la vacuna, esta no es tan buena en prevenir la infección en primer lugar”.
Harris no incluyó las fechas de los videos, solo los etiquetó como “Antes” y “Ahora”. En el pie de foto, se refirió a su afirmación anterior de que la vacuna contra el COVID-19 “no funciona” y escribió: “Me pregunto cuáles de mis otras teorías conspirativas se demostrarán como ciertas ahora???”.
Hemos visto afirmaciones similares en las redes sociales y más allá. Se han publicado en plataformas como la página web de derecha Gateway Pundit, que afirmó en un titular que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) “finalmente admiten que sus vacunas no evitan que alguien contraiga o propague el virus”.
Y aparecieron en una estación de televisión de San Diego que tiene un historial de promover afirmaciones dudosas sobre el COVID-19. La estación presentó a una panelista invitada que afirmaba que los CDC habían dicho sobre las vacunas, que “resulta que en realidad no funcionan de todas formas” y que los funcionarios de los CDC “sabían que no iban a hacer lo que dijeron que harían”.
Esa invitada fue la doctora Kelly Victory, quien mantiene una licencia médica activa en Colorado y Ohio, pero de acuerdo a su perfil de LinkedIn se ha dedicado a ser consultora de capacitación en preparación de desastres por los últimos 16 años. También hizo campaña en contra el Affordable Care Act (Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio) en 2012.
Victory ha vociferado en contra de la mayoría de las recomendaciones de salud pública en el curso de la pandemia, afirmando que las “mascarillas no funcionan” y que la propagación sin síntomas “simplemente no ocurre con los virus respiratorios”. En una aparición en un programa de radio en 2021, Victory dijo que había sido “censurada” por realizar esas afirmaciones. Pero sus afirmaciones simplemente no son ciertas.
Otras afirmaciones similares siguen apareciendo en internet, tales como el meme compartido por Donald Trump Jr., que sugiere que la actualización reciente de las recomendaciones de los CDC coinciden con lo que han dicho todo el tiempo quienes han minimizado la gravedad de la enfermedad y han cuestionado el valor de las vacunas.
Pero las nuevas guías no indican que los expertos en atención médica estuvieran equivocados sobre las vacunas o cualquier otra medida de mitigación que hayan recomendado.
Muy eficaz contra el brote inicial
“La verdad es que la eficacia de las vacunas ha cambiado con cada una de las nuevas variantes”, nos dijo en una entrevista telefónica el doctor Peter Hotez, codirector del Centro para Desarrollo de Vacunas del Hospital de Niños de Texas y decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical del Baylor College of Medicine.
Cuando las vacunas fueron autorizadas para su uso de emergencia en 2020, fueron autorizadas sobre la base de su demostrada habilidad para prevenir enfermedades sintomáticas, dijo. Y grandes ensayos clínicos demostraron que la eficacia era alta.
Por ejemplo, los resultados actualizados de los ensayos notificados a la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) para la autorización completa, mostraron que la vacuna de Moderna era 93,2% eficaz en la prevención de la enfermedad sintomática al menos dos semanas después de la segunda dosis, en personas mayores de 18 años de edad.
Las vacunas también tuvieron una efectividad muy alta cuando presentaron por primera vez al público en el mundo real, es decir, fuera de los ensayos.
“El SARS-CoV-2 inicial que teníamos, ese tipo salvaje inicial, la vacuna contra él, sí funcionaba contra la infección,” dijo la doctora Rochelle Walensky, directora de los CDC, en una entrevista reciente en Fox News. “Funcionaba realmente bien contra la infección. También funcionaba contra la enfermedad grave y la muerte”.
Un estudio temprano y prometedor de Israel mostró que las vacunas habían sido más de 90% de efectividad en la prevención tanto de enfermedades con síntomas como de infecciones sin síntomas en los primeros días de la campaña de vacunación.
“Eso fue realmente emocionante porque significaba que, tal vez, podríamos vacunarnos hasta terminar esta pandemia”, dijo Hotez.
Luego de que surgiera la primera variante, alfa, las vacunas siguieron siendo muy eficaces contra la infección, la enfermedad grave y la muerte, dijo Walensky.
En mayo de 2021, los CDC dijeron que aquellos que tenían en esquema de vacunación completo podían dejar de usar mascarillas.
Luego, el virus mutó, y la variante delta se convirtió en la dominante el verano de 2021.
Las recomendaciones evolucionaron con las variantes
Aunque las vacunas siguieron siendo eficaces contra la enfermedad grave y la muerte por COVID-19, comenzaron a ser, de alguna manera, menos eficaces en prevenir la infección por delta.
Es ahí cuando los CDC revirtieron su recomendación y dijeron que las personas vacunadas debían usar mascarillas en espacios cerrados.
Ese otoño, la administración de Biden puso a disposición las dosis de refuerzo.
El virus sigue cambiando y las subvariantes de ómicron son las que dominan en la actualidad. Cada vez es más claro que las vacunas son menos eficaces en prevenir infecciones que con variantes anteriores.
Esto se debe a dos cosas, dijo Hotez: cambios en el virus mismo y la disminución natural de la potencia de la vacunación en el tiempo, lo que ocurre con la mayoría de las vacunas.
Los CDC notó el efecto menguante de la inmunidad de las vacunas en un informe en agosto, que explica los cambios más recientes a sus recomendaciones en la prevención del COVID-19, que incluyó una recomendación para una dosis de refuerzo.
“En general, la administración de dosis de refuerzo en Estados Unidos permanece baja, lo cual es preocupante dada la reducción significativa en el riesgo de enfermedad grave y muerte que brinda el refuerzo y la importancia de las dosis de refuerzo para contrarrestar el desgaste de la inmunidad que induce la vacuna”, dice el documento, el cual fue publicado en el Informe Semanal de Morbilidad y Mortalidad de los CDC el 11 de agosto.
También apuntó que las vacunas son “altamente protectoras” contra la enfermedad grave y la muerte, y que ofrecen “una protección mínima contra la infección y la propagación”. Esta última parte es la que Victory y otros recalcaron, sin mencionar cuán eficaces son las vacunas contra la enfermedad grave.
Victory afirmó que los CDC han “reconocido” que las vacunas son “esencialmente ineficaces”.
Pero eso no es cierto.
Como hemos dicho, los CDC explicaron que estar al día con el esquema de vacunación brinda una protección mínima contra la infección, pero, más importante, una protección significativa contra la enfermedad grave. Mantenerse al día con la vacunación significa que ha recibido la serie primaria de dosis y cualquier refuerzo disponible para su grupo de edad, explicaron los CDC.
“Estar al día con la vacunación brinda un periodo transitorio de mayor protección contra la infección y la propagación tras la dosis más reciente, aunque la protección puede disminuir con el tiempo”, dijeron los CDC. Los índices de hospitalización y muerte son “sustancialmente mayores” entre las personas adultas no vacunadas, especialmente aquellos sobre los 65 años, en comparación con las personas que están al día con las vacunas, agregaron los CDC.
De hecho, datos de la Red de Vigilancia de Hospitalización Asociada con el COVID-19 desde el 20 de marzo al 31 de mayo de 2022, muestran que “los índices de hospitalización entre adultos no vacunados fueron 3,4 veces más altos que los de los adultos vacunados”, según un informe del los CDC del 26 de agosto.
Traducido por Catalina Jaramillo.
Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.