Compendio SciCheck
Una transfusión de sangre de una persona vacunada, no transfiere la vacuna a una persona no vacunada. Sin embargo, propagadores de desinformación de alto perfil siguen promoviendo el falso y arraigado argumento de que sí lo hace.
Historia completa
La mayoría de las personas en Estados Unidos, alrededor del 80%, han recibido al menos una dosis de las vacunas contra el COVID-19. Las personas vacunadas han podido donar sangre desde que las vacunas estuvieron disponibles, según las directrices de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés).
La sangre de donantes vacunados, por lo tanto, se utiliza en transfusiones desde hace casi dos años, según nos dijo en una entrevista telefónica el Dr. Roy Silverstein, catedrático de Medicina en la División de Hematología y Oncología del Colegio Médico de Wisconsin. “No hemos visto indicios de ningún tipo de problema de seguridad”, afirmó.
Pero últimamente, los activistas antivacunas se han centrado en una afirmación que ha perdurado desde que aparecieron las vacunas: la idea infundada de que quienes no se han vacunado contra el COVID-19 tienen “sangre limpia” o “sangre pura” y que para ellos es peligroso recibir una transfusión de alguien vacunado. El término “sangre pura” ha sido adoptado por al menos un miembro del Congreso, la congresista Marjorie Taylor Greene, que tiene un historial de diseminar desinformación sobre vacunas.
Recientemente, esta teoría se ha convertido en la favorita entre los principales teóricos de la conspiración, incluidos Alex Jones, David Icke y Stew Peters, desde que una pareja de Nueva Zelanda intentara retrasar la operación de corazón de su bebé hasta que el hospital accediera a utilizar sangre de un donante no vacunado durante la operación. Un tribunal neozelandés ha concedido una tutela médica temporal al bebé para que pueda someterse a la operación.
Una publicación en Substack que junta las teorías de dos conocidos divulgadores de desinformación sobre el COVID-19, Steve Kirsch y el Dr. Ryan Cole, afirma que, debido a las vacunas contra el COVID-19: “No se sabe si el suministro de sangre es seguro”.
Silverstein calificó la afirmación como “rotundamente falsa”.
Médicos y organizaciones como la Asociación para el Avance de Sangre y Bioterapias (AABB, por sus siglas en inglés), llevan más de un año explicando que la preocupación por la sangre procedente de personas vacunadas es infundada. De hecho, la AABB publicó una guía para ayudar a los médicos a responder a las preguntas de los pacientes sobre este tema.
Publicaciones como la de Kirsch y Cole, ambos asociados a organizaciones que promueven falsedades sobre las vacunas y recaudan donaciones monetarias, están dirigidas a quienes no quieren creer en la ciencia, dijo Silverstein.
“La gente intenta ganar dinero a costa de la mala ciencia, lo que me parece muy preocupante”, añadió, porque debilita a todo el sistema.
La sangre utilizada para transfusiones en EE. UU. está regulada por la FDA, que exige que cada unidad de sangre donada sea analizada para detectar enfermedades infecciosas y que los donantes sean sometidos a pruebas de detección.
Las vacunas disponibles en EE. UU. no presentan ningún riesgo de infectar al receptor de la vacuna con el virus que causa el COVID-19, ni a nadie que recibiera una transfusión de sangre de esa persona, ya que ninguna de las vacunas disponibles utiliza un virus vivo atenuado. En su lugar, solo utilizan una pequeña parte del virus, o proporcionan instrucciones para que las células fabriquen dicho fragmento, con el fin de enseñar al sistema inmunitario a reconocerlo y combatir la infección.
El tipo más común de vacuna contra el COVID-19 utilizado en EE. UU. son las vacunas de ARNm (la ‘m’ es por mensajero) que se inyectan en el músculo. Las células leen las “instrucciones” del ARN para producir proteínas de la espícula del coronavirus, que incitan al sistema inmunitario a responder e incluye la producción de anticuerpos protectores.
“No hay nada que ocurra cuando usted se vacuna, que no ocurra también cuando se infecta”, nos dijo en una entrevista telefónica E. John Wherry, jefe del departamento de farmacología de sistemas y terapéutica traslacional y director del Instituto de Inmunología en la Facultad Perelman de Medicina de la Universidad de Pensilvania.
La respuesta inmunitaria a la vacuna es realmente una fracción de lo que sería la respuesta inmunitaria si alguien contrajera la infección, dijo y concluyó: “En realidad no hay nada cualitativamente diferente”.
La única diferencia real es que la vacuna provoca una respuesta dirigida únicamente a la proteína de la espícula del virus que causa el COVID-19, mientras que alguien con la infección también produce anticuerpos que reconocen otras partes del virus.
Según Wherry, el ARNm no dura mucho tras cumplir su función de desencadenar una respuesta inmunitaria.
“No vemos que el ARNm se quede por ahí, eso está claro”, afirmó.
A los pocos días de la vacunación, dijo Silverstein, “no hay rastro del ARNm en la sangre”.
“Si una persona que no está vacunada recibe una transfusión de sangre de un donante vacunado, la persona no vacunada no se convierte en vacunada”, explicó Malia Jones, investigadora de salud pública, en una publicación en marzo.
“Una vacuna contiene cantidades extremadamente pequeñas de ingredientes activos e inactivos que nunca entran en nuestro torrente sanguíneo, como lo hacen otros medicamentos como analgésicos, antibióticos o antidepresivos”, escribió. “Toda la actividad proviene de nuestro propio sistema inmunitario”.
Así que no hay ningún motivo de preocupación al recibir una transfusión de sangre de un donante vacunado. Como señaló Silverstein, la sangre procedente de donantes vacunados se ha suministrado durante casi dos años sin causar problemas de salud.
Pero, como notaron desde un comienzo los médicos que se enfrentaron a la reticencia de pacientes que no querían transfusiones de un donante vacunado, gran parte de la preocupación se basa en creencias arraigadas en la desinformación sobre las vacunas.
Y las personas que difunden desinformación continúan elaborando sobre afirmaciones pasadas. Por ejemplo, la publicación de Kirsch y Cole, que dice que el suministro de sangre puede ser inseguro, hace referencia a la afirmación infundada de que las vacunas están causando coágulos sanguíneos inusuales que están matando a muchas personas. Tanto Kirsch como Cole aparecieron en un video viral publicado en noviembre con el título “Died Suddenly” (Murió repentinamente) que promueve ese argumento, que como ya hemos explicado, carece de fundamento.
Traducido por Elena de la Cruz.
Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.