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Varios estudios han demostrado que una dosis extra de la vacuna contra el COVID-19 generalmente se asocia con una mayor protección contra el coronavirus. Sin embargo, muchas personas en las redes sociales han compartido un hallazgo preliminar de un estudio de Cleveland Clinic y lo han tergiversado como prueba de que recibir más dosis aumenta el riesgo de infección de una persona.
Historia completa
Las vacunas contra el COVID-19 y las dosis de refuerzo reducen los riesgos de padecer enfermedades graves y de morir. También ofrecen cierta protección frente a infecciones, aunque la eficacia disminuye en los meses después de ponerse las vacunas, y en comparación con variantes anteriores del coronavirus, dicha eficacia es menor frente a la variante ómicron.
Un estudio observacional de más de 50.000 empleados de Cleveland Clinic (Clínica Cleveland) publicado recientemente en Open Forum Infectious Diseases tenía como objetivo evaluar la eficacia de la dosis de refuerzo bivalente de ómicron contra la infección entre septiembre de 2022 y marzo de 2023, un periodo en el que el 8,7% de los empleados dieron positivo. La conclusión fue que el refuerzo proporcionaba cierta protección. La dosis de refuerzo bivalente hace que el sistema inmunitario reconozca tanto la proteína original del virus como la versión encontrada en BA.4 y BA.5, las subvariantes de ómicron predominantes cuando se lanzó por primera vez.
Los investigadores también observaron que las personas que habían recibido más dosis de las vacunas antes del 12 de septiembre de 2022, día en que la dosis de refuerzo bivalente empezó a estar disponible en la Clínica Cleveland, tenían una tasa más alta de resultados positivos en los meses siguientes que las personas que habían recibido menos dosis. Pero los investigadores no determinaron que un mayor número de dosis causara un mayor riesgo de infecciones. Más bien, este hallazgo fue una asociación que podría deberse a muchos otros factores. En general, los estudios han encontrado que cada dosis adicional de las vacunas reducen el riesgo de contraer el COVID-19.
Afirmaciones erróneas sobre el estudio comenzaron a circular antes de que fuera revisado por pares y publicado. Recientemente, una publicación muy difundida en las redes sociales concluyó que el estudio demuestra que “un número mayor de dosis recibidas de las vacunas contra el COVID-19 aumenta el riesgo de infección por el COVID-19”. Otra publicación muy difundida que compartió los resultados del estudio concluyó incorrectamente que las vacunas son un “experimento fallido”.
La serie original de vacunas contra el COVID-19 fue inicialmente muy eficaz contra la infección y sin duda “salvó muchas vidas”, nos dijo uno de los autores del estudio, Dr. Nabin Shrestha, médico especialista en enfermedades infecciosas de la Clínica Cleveland. Determinar si recibir más dosis de las vacunas contra el COVID-19 puede luego causar una mayor susceptibilidad a las infecciones “no era el objetivo del estudio”, afirmó.
Shrestha dijo que desconocía la explicación de los resultados. El documento menciona mecanismos inmunológicos que “se han sugerido como posibles mecanismos por los que una vacuna previa puede proporcionar menos protección de la esperada”. Pero Shrestha dijo que el resultado también podría deberse a una variable de confusión: alguna característica de las personas que recibieron más vacunas que las llevó a tener un mayor número de pruebas positivas.
Según el estudio: “El hallazgo inesperado de un aumento del riesgo con el aumento del número de dosis previas de la vacuna contra el COVID-19 requiere de más investigación”.
Expertos independientes dudaron de que vacunas anteriores aumentaran el riesgo de infección.
“Los datos del estudio ciertamente muestran que los que reciben más vacunas tienen más infecciones, pero es muy poco probable que esto tenga una base causal”, nos dijo en un correo electrónico el epidemiólogo Matthew Fox, de la Universidad de Boston.
Deepta Bhattacharya, profesor de inmunobiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Arizona, nos dijo por correo electrónico que los mecanismos inmunológicos mencionados en el artículo no parecen tener “mucho sentido a la hora de explicar los resultados de los autores”. También señaló que el estudio es observacional, lo que significa que los investigadores analizaron datos disponibles sobre miembros del personal de la Clínica Cleveland en lugar de asignar aleatoriamente a personas a intervenciones particulares.
“Hay todo tipo de variables de confusión que no se pueden tener en cuenta (por ejemplo, las diferencias de comportamiento entre los grupos)”, dijo. “Cuando las conclusiones de un estudio observacional están claramente en desacuerdo con la inmunología mecanicista, desde luego tengo dudas sobre sus conclusiones”.
“No hay pruebas claras o convincentes de que la vacunación reiterada con las vacunas contra el COVID-19 haga a nadie más susceptible o propenso a contraer COVID-19”, nos dijo un portavoz de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) en un correo electrónico. “El uso continuado de las vacunas contra el COVID-19 entre la población mundial, así como los datos de los ensayos clínicos, muestran que estas vacunas son muy eficaces en prevenir los resultados más graves de una infección por COVID-19, incluyendo hospitalizaciones y muertes”.
Los hallazgos tienen varias explicaciones posibles
Los estudios observacionales, como el de la Clínica Cleveland, pueden mostrar asociaciones entre cosas, pero puede ser difícil evaluar qué causó estos patrones.
Shrestha señaló que los resultados de su estudio sobre las dosis previas y el riesgo de infecciones “deberían por cierto hacernos reflexionar”. Pero también dijo que “un estudio como este, un solo estudio, no va a demostrar ninguna relación causa-efecto”. El objetivo de la presentación de los resultados, dijo, era incitar a otros investigadores a que también estudiaran la relación entre las dosis anteriores y el riesgo de infección.
Fox señaló que las personas que no se vacunan “no suelen ser iguales” a las que sí lo hacen, y estas diferencias podrían hacer que un grupo tuviera más probabilidades de infectarse o de dar positivo en una prueba de COVID-19. Las vacunas estaban a disposición del personal, según el documento, y la decisión de vacunarse o no fue voluntaria.
Los investigadores pueden intentar hacer ajustes estadísticos para tener en cuenta las diferencias entre grupos, pero Fox señaló que el gráfico principal del estudio que muestra las relaciones entre las dosis previas de las vacunas y el riesgo de COVID-19, que fue ampliamente compartido, no fue ajustado. También mencionó que no había ninguna tabla que mostrara las características de personas con diferentes números de dosis de vacunas previas, y que estos datos suelen ser útiles para asegurarse de que se realizaron los ajustes necesarios ante cualquier diferencia.
Shrestha afirmó que tanto él como los otros autores no habrían compartido el gráfico sin ajustar si en los principales análisis ajustados no hubieran llegado a la conclusión de que la asociación se mantenía. Pero, como hemos dicho, admitió que podría haber algunas variables de confusión que justifiquen los resultados.
Una diferencia típica, según Fox, es que las personas que no se vacunan pueden ser menos propensas a solicitar pruebas si se infectan. Esto podría hacer que parezca que las personas con menos vacunas corren menos riesgo de infección cuando en realidad no es así.
Se consideró infectadas a las personas con un resultado positivo de una prueba PCR, dijo Shrestha. Añadió que, sin duda, hubo infecciones no detectadas, aunque los investigadores hallaron una tasa similar de pruebas PCR, independientemente del número de dosis previas.
El estudio no incluyó datos de pruebas realizadas en casa. Los investigadores señalaron que se exigía a los trabajadores que dieran positivo en las pruebas de PCR para pedir la baja laboral por el COVID-19, lo que puede haber reducido el número de personas que únicamente recurrieron a las pruebas caseras.
Los investigadores también mencionaron que el tiempo transcurrido desde que los empleados se infectaron por última vez puede haber alterado los resultados, ya que las personas que se habían infectado más recientemente tenían menos riesgo de contraer COVID-19.
La vacunación reduce el riesgo de infección, pero solo durante un tiempo, por lo que es posible que las personas con menos vacunas tuvieran más probabilidades de haberse infectado más recientemente, protegiéndolas de esta forma durante el periodo de estudio.
Fox señaló que las personas que recibieron menos vacunas podrían ser más jóvenes y estar más sanas, aunque la relativa juventud de los empleados podría haber atenuado este factor. Las personas más jóvenes o saludables podrían ser menos propensas a enfermar y menos propensas a someterse a pruebas si estuvieran enfermas. Los investigadores no ajustaron en ninguna parte del documento si los participantes padecían otras enfermedades distintas del COVID-19, dijo Fox.
Y no es posible ajustar la exposición al virus, añadió. Los investigadores escribieron que las personas que recibieron menos de tres dosis de la vacuna podrían haber sido “más propensas a mostrar un comportamiento de riesgo”, pero Fox dijo que es posible que las personas que se vacunan tengan más exposición al virus que las que no se vacunan.
Las vacunas contra el COVID-19 reducen el riesgo de infección
Según los CDC, el objetivo del programa de vacunas contra el COVID-19 es proteger contra enfermedades graves, y las vacunas lo están consiguiendo. Pero como hemos dicho, las vacunas también han proporcionado cierta protección contra la enfermedad misma.
Los ensayos clínicos iniciales de las vacunas de Pfizer/BioNTech y de Moderna, en efecto, mostraron una reducción del COVID-19 sintomático de más del 90%, y las dosis de refuerzo también redujeron el COVID-19 sintomático.
“Cuando se han realizado ensayos clínicos con las dosis de refuerzo, se ha observado un notable aumento de la eficacia”, afirmó Bhattacharya. La protección contra el COVID-19 ha disminuido con la llegada de las variantes ómicron, dijo, “pero es realmente difícil pensar en un mecanismo inmunológico plausible que haga que las vacunas de refuerzo sean peores que no tenerlas”.
El estudio de la Clínica Cleveland descubrió que la administración de la dosis de refuerzo bivalente se asociaba a una disminución del 29% del riesgo de contraer BA.4 y BA.5, las subvariantes ómicron a las que se dirigen la dosis de refuerzo. Su eficacia fue del 20% en el siguiente grupo de variantes, la familia de subvariantes BQ. El estudio no encontró protección contra los resultados positivos en las pruebas de infecciones con la familia XBB, que es la predominante en la actualidad.
Las evaluaciones de la eficacia de la vacuna contra los virus XBB han sido dispares. Un estudio de los CDC, por ejemplo, mostró una eficacia similar de la vacuna bivalente contra las subvariantes BA.5 y XBB.
“Creo que cabría esperar una menor eficacia con cepas diferentes, pero dudo que sea tan baja”, afirmó Fox en relación con los resultados del estudio de la Clínica Cleveland.
En cualquier caso, el estudio no demostró que vacunarse aumentara el riesgo de infección.
No hay efectos inmunológicos negativos confirmados de las dosis de refuerzos
Una cuestión más complicada es si las dosis de las vacunas dirigidas a una versión del virus podrían acabar provocando una respuesta inmunitaria menos óptima frente a otras variantes.
La preocupación teórica, como hemos explicado en artículos anteriores, es que la respuesta inmunitaria pueda centrarse demasiado en un elemento de una versión antigua del virus, reduciendo su futura flexibilidad para responder a nuevas variantes. Esto podría repercutir en las decisiones sobre la frecuencia de las dosis de refuerzo recomendadas y las versiones del virus contra las que deben administrarse.
Pero los análisis de las respuestas inmunitarias a las dosis de refuerzo originales no mostraron signos de este efecto reductivo. También hay pruebas de que las dosis de refuerzo bivalentes amplían la inmunidad, lo que conduce a una actividad dirigida a formas más nuevas del virus, según un reciente estudio de revisión publicado en Immunity por Marios Koutsakos, de la Universidad de Melbourne, y Ali Ellebedy, de la Universidad de Washington en San Luis.
Además, “estudios clínicos y epidemiológicos apoyan la noción de que cualquier exposición previa al SARS-CoV-2 mediante infección y/o vacunación tiene un impacto positivo en la mitigación de la gravedad de la enfermedad en infecciones posteriores”, escribieron.
En una declaración del 18 de mayo, un grupo de asesoramiento de la Organización Mundial de la Salud sobre la composición de las vacunas afirmó que existen pruebas procedentes de estudios de laboratorio de que la exposición previa al COVID-19 o a las vacunas puede reducir la respuesta de determinadas células inmunitarias a las nuevas partes de una variante. “Sin embargo, sobre la base de los estudios epidemiológicos observacionales realizados hasta la fecha, el impacto clínico sigue sin estar claro”, dice la declaración.
En algunos estudios se encontró que las vacunas bivalentes y las dosis de refuerzo originales producían niveles similares de anticuerpos neutralizantes contra las subvariantes de ómicron, lo que llevó a los investigadores a sugerir que la memoria inmunitaria de exposiciones anteriores a las vacunas originales ayuda a explicar la falta de una respuesta más favorable a las dosis de refuerzo renovadas.
Bhattacharya dijo que hay pruebas de que el sistema inmunitario prefiere “responder rápidamente primero a las partes del virus que no han mutado o cambiado en relación con la vacuna”.
Pero esto no es perjudicial. “Un estudio tras otro ha demostrado que este tipo de respuesta aumenta notablemente los anticuerpos protectores”, afirma. “En la medida en que estos anticuerpos eliminan el virus rápidamente, puede haber una supresión de nuevas respuestas inmunitarias frente a las partes mutadas del virus, pero esto es solo porque el virus ha desaparecido. Así pues, el sistema inmunitario responde en proporción a la necesidad”.
Traducido por Elena de la Cruz.
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