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A Project of The Annenberg Public Policy Center
SciCheck’s COVID-19/Vaccination Project

No hay evidencia de que las vacunas afecten la fertilidad


This article is available in both English and Español

P: ¿Las vacunas contra el COVID-19 causan infertilidad?

R: No hay evidencia de que las vacunas que han sido aprobadas en Estados Unidos disminuyan la fertilidad. Aunque los ensayos clínicos no estudiaron el asunto, no se reportaron problemas de fertilidad como efectos adversos a la vacuna entre las miles de personas que las recibieron durante los ensayos y las millones que han sido vacunadas. 

PREGUNTA COMPLETA

Un grupo de mujeres de alrededor de 20 años de edad que conozco están rechazando la vacuna. Son enfermeras y profesoras. Dicen que la vacuna causa infertilidad. ¿Es cierto? 

RESPUESTA COMPLETA

El 5 de febrero, tres organizaciones de expertos en salud reproductiva (el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva y la Sociedad de Medicina Materna-Fetal) publicaron una declaración donde le aseguraban a sus pacientes que no existe ninguna evidencia que muestre que las vacunas aprobadas contra el COVID-19 tengan algún impacto en la capacidad de concebir hijos. 

Aunque hay poca investigación en la materia, ya que los ensayos clínicos no consideraron la fertilidad específicamente en sus estudios, no se han detectado problemas relacionados luego de que miles de voluntarios participaran en los ensayos. De hecho, algunas personas quedaron embarazadas luego de recibir la vacuna. Estudios iniciales para la vacuna de Moderna realizados en animales no mostraron impacto en la capacidad de reproducción de las hembras ni en el desarrollo del feto. Y aunque detectar problemas de fertilidad puede tomar tiempo, al 20 de enero, no había registro alguno de disminución de fertilidad como efecto secundario de las vacunas luego que millones de personas las recibieran tras su autorización, según estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). 

“Científicamente es poco probable que causen pérdida de fertilidad”, concluyen los expertos en medicina reproductiva en la declaración. 

La declaración fue publicada para calmar la ansiedad pública creada por varias publicaciones virales que aseveran sin fundamento que las vacunas causan infertilidad e incluso hacen que las mujeres queden estériles. Y para reiterar recomendaciones para pacientes con embarazos, en tratamientos de fertilidad o intentando concebir. 

“Como la vacuna no es un virus vivo, no hay razón para postergar intentos de embarazo hasta recibir la vacuna o para pausar el tratamiento hasta haber recibido la segunda dosis”, recomendó la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva en un documento preparado en diciembre.

Como hemos explicado, tanto la vacuna de Pfizer/BioNTech como la de Moderna son vacunas de ARN mensajero, o ARNm, que no contienen el virus, ni una versión más débil o inactiva de él. El ARNm le da instrucciones a las células para hacer sus propias proteínas de pico (que se encuentran en la superficie del virus SARS-CoV-2 que causa el COVID-19), haciendo que el cuerpo genere anticuerpos para protegerse y active células T. 

De acuerdo a los CDC, no se puede contraer COVID-19 con este tipo de vacuna. La vacuna tampoco afecta o interactúa con el ADN de las personas, ya que el ARNm no entra al núcleo de las células. Luego de hacer la proteína de pico, o spike, las células rompen el ARNm relativamente rápidamente.

“Dado el mecanismo de acción y las características de seguridad de este tipo de vacunas en personas que no están embarazadas, no creemos que las vacunas ARNm contra el COVID-19 aumenten el riesgo de infertilidad”, dijo el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos en su página web.  

La doctora Eve C. Feinberg, directora médica de Northwestern Fertility & Reproductive Medicine y ex presidente de la Sociedad de Endocrinología Reproductiva e Infertilidad, dice que la pregunta sobre el impacto que tiene la vacuna en la fertilidad, implica dos preguntas: qué sabemos sobre la vacuna y la fertilidad, y qué sabemos sobre el COVID-19 y el embarazo. 

“Y yo creo que sabemos mucho más sobre el impacto negativo del COVID en el embarazo, en la madre y potencialmente en el feto, que sobre vacunas y fertilidad. El mecanismo de acción de las vacunas es tal que realmente no hay posibilidad biológica de cómo la vacuna podría impactar negativamente la fertilidad”, nos dijo Feinberg, que es también parte del equipo especial de COVID-19 de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva. 

El doctor Paul Offit, pediatra y experto en vacunas del Hospital de Niños de Filadelfia, dijo en un video que la preocupación de que las vacunas contra el COVID-19 causen infertilidad no es justificada. Según el doctor es muy difícil que una vacuna cause algo que la infección natural no causa y hasta ahora no se ha detectado pérdida de fertilidad entre los casi 67 millones de personas que han sido infectados con SARS-CoV-2 en Estados Unidos, según cifras de estudios de anticuerpos. 

“Si se sabe que un 20% de la población ha sido infectada por el virus, ¿existe alguna evidencia de que haya una pérdida de fertilidad asociada a esta masiva pandemia mundial? Y la respuesta es, no”, dijo Offit en el video. 

Vacunas no causan esterilidad femenina

Por meses, varias publicaciones han circulado alegaciones falsas, en inglés y español, que vinculan a las vacunas ARNm con la infertilidad. Una de las más persuasivas es la que dice erróneamente que las vacunas podrían causar “esterilidad femenina” por entrenar al cuerpo a atacar una proteína vital para la formación de la placenta. 

El rumor falso comenzó con un artículo titulado “Jefe de investigación de Pfizer: Vacuna COVID es esterilidad femenina” que declaraba sin fundamento que la “vacuna contiene una proteína pico… llamada sincitina-1, vital para la formación de la placenta humana” y por lo tanto, la vacuna podría crear una respuesta inmunitaria contra esa proteína causando infertilidad. 

La sincitina-1 es una proteína de envoltura derivada de un retrovirus endógeno. Esta proteína cumple un rol fundamental en la formación del sincitiotrofoblasto, la capa más externa del trofoblasto, cuyas células luego formarán la placenta y serán responsables del intercambio de nutrientes entre la madre y el embrión. 

Pero las vacunas no contienen sincitina-1, según investigadores. 

El artículo, publicado el 2 de diciembre en un blog llamado Health and Money News, citaba una petición demandando a la Agencia Europea de Medicamentos detener los ensayos clínicos de las vacunas por razones de seguridad. La petición está firmada por Wolfgang Wodarg, un médico alemán, y Michael Yeadon, un doctor británico retirado que trabajó como empleado de la división de investigación respiratoria de Pfizer hasta 2011, según su perfil de LinkedIn. Yeadon ya había dicho erróneamente que la pandemia se había “prácticamente acabado” en el Reino Unido y que no se necesitaban vacunas. 

Según la petición de Wodarg y Yeadon, la sincitina-1 “también se encuentra en forma homóloga en la proteína de pico de los virus SARS”, incluyendo el SARS-CoV-2. Según la petición, reconocen que “no hay ningún indicio de si los anticuerpos contra las proteínas de pico de los virus SARS también actuarían como anticuerpos contra la sincitina-1”. Pero mantienen que si sucede, harían que la mujer se “volviera esencialmente infértil” al prevenir la formación de la placenta. 

Estas declaraciones fueron desmentidas por varios verificadores de información en diciembre. 

En enero, un grupo independiente de especialistas en medicina reproductiva publicaron un artículo en Fertility and Sterility, una revista de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva. El artículo titulado titulado “Vacuna para el COVID-19 e infertilidad: Afirmaciones sin base y pánico infundado en redes sociales” aclara que la vacuna “no contiene ni sincitina-1 ni la secuencia de ARNm para la sincitina-1”. 

Para probar que la proteína de pico del SARS-CoV-2 no es “homóloga”, o similar en estructura, a la de la sincitina-1, como Wodarg y Yeadon suponen, los científicos alinearon las secuencias de aminoácidos de las dos proteínas usando un programa que compara secuencias de nucleótidos o proteínas con secuencias en bases de datos. Y encontraron pocas semejanzas, resultado que Pfizer confirmó. 

Eduardo Hariton, becario clínico de endocrinología reproductiva e infertilidad en la Universidad de California, San Francisco, y coautor del artículo, le dijo a FactCheck.org que los investigadores publicaron sus resultados luego de tener que reafirmar constantemente a colegas, amigos y familiares preocupados, que esas aseveraciones no tenían base. 

“Lo que estaban diciendo es que si la proteína de pico del COVID se parece a la de la sincitina-1, al entrenar a su sistema inmunitario a atacar la proteína COVID, su cuerpo atacaría también a la sincitina-1. Pero eso no es correcto porque cuando usted mira la secuencia genética de la proteína de pico y de la sincitina-1 no encuentra muchas semejanzas. Entonces, aunque fuera el caso, no esperamos que la vacuna contra el COVID vaya a entrenar al cuerpo a atacar la sincitina-1, simplemente porque son tan diferentes”, dijo.

Varios científicos han probado lo mismo: las semejanzas de ambas proteínas son demasiado pequeñas para que el sistema inmunitario las confunda. De hecho, son tan similares como la proteína de pico es a otras proteínas abundantes en el cuerpo. Por lo tanto, incluso si el sistema inmunitario pudiera confundirse, los científicos ya habrían notado problemas relacionados en pacientes que han tenido COVID-19 o han recibido la vacuna. Eso no ha ocurrido. Pfizer ha dicho que la proteína de pico, el objetivo de esta vacuna, solo comparte una secuencia de cuatro aminoácidos con la sincitina-1, compuesta de 538 aminoácidos

“Estas proteínas son extremadamente distintas y no se parecen para nada”, nos dijo Alice Lu-Culligan, estudiante de medicina y candidata a doctorado del departamento de inmunobiología de la Escuela de Medicina de Yale. Lu-Culligan y su profesora Akiko Iwasaki escribieron una columna en el New York Times descartando las aseveraciones de Wodarg y Yeadon como “completamente falsas”.  

Además de analizar la alineación de las secuencias de aminoácidos de la proteína del coronavirus con las de la sincitina-1, Lu-Culligan e Iwasaki evaluaron suero de mujeres con COVID-19. No encontraron reacción alguna entre los anticuerpos para el coronavirus y la sincitina-1. Lu-Culligan, que ha estado investigando el impacto de respuestas antivirales de la madre en el desarrollo del feto durante el embarazo, dijo que basándose en la historia de las vacunas, la posibilidad de que las vacunas contra el COVID-19 produzcan infertilidad es “extremadamente” baja. 

Otras vacunas son consideradas seguras y son recomendadas para quienes intentan concebir porque ayudan a prevenir complicaciones serias durante el embarazo. Las personas embarazadas, no vacunadas, que contraen la influenza, por ejemplo, están en riesgo de pérdida del embarazo, parto prematuro, infecciones pulmonares serias e incluso muerte. 

En los hombres que han tenido casos severos de COVID-19, especialistas en fertilidad han observado un efecto de corto plazo en la cantidad de espermios, pero Hariton dijo que eso es también común en otras infecciones que causan fiebre. 

¿Vacuna en mujeres embarazadas o lactantes?

Actualización, 16 de agosto: El 11 de agosto los CDC recomendaron que las personas embarazadas se vacunaran, citando la acumulación de estadísticas de seguridad, incluyendo el análisis de los efectos en personas embarazadas inscritas en v-safe y en otros sistemas de seguimiento de las vacunas. El nuevo estudio de los CDC, que aún no ha sido publicado ni revisado por pares, no halló un mayor riesgo de pérdidas de embarazo con la vacunación. “El aumento en la circulación de la altamente contagiosa variante Delta, la baja aceptación de la vacuna entre personas embarazadas y el aumento en el riesgo de enfermedades graves y complicaciones en el embarazo relacionadas a una infección por COVID-19 en personas embarazadas hacen que la vacunación para esta población sea más urgente que nunca”, dijeron los CDC en su comunicado. 

El 30 de julio, el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos y la Sociedad para Medicina Materna-Fetal ya habían recomendado encarecidamente la vacunación para todas las personas embarazadas, dado a que la evidencia “demuestra el uso seguro de las vacunas contra el COVID-19 durante el embarazo en decenas de miles de individuos durante los últimos meses, así como los bajos índices de vacunación y la preocupación por el aumento de casos”.  

Hay poca información sobre la seguridad de las vacunas en mujeres embarazadas porque fueron excluidas de los primeros ensayos médicos de las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna. Por lo que por ahora la recomendación para las mujeres embarazadas es discutirlo con su equipo médico para evaluar los riesgos y beneficios de recibir la vacuna. 

Una enfermera administra la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer/BioNTech a una mujer embarazada en Tel Aviv, Israel el 23 de enero. Foto por Jack Guez/AFP via Getty Images.

Las personas embarazadas no tienen mayores probabilidades de enfermarse de COVID-19, pero tienen un mayor riesgo de enfermarse más seriamente y de morir de COVID-19 si lo contraen. De acuerdo a los CDC, una paciente embarazada con COVID-19 tiene más probabilidades de necesitar hospitalización, atención en la unidad de cuidados intensivos y uso de respirador mecánico. Las personas embarazadas con COVID-19 también sufren de parto prematuro y otros problemas en el embarazo con más frecuencia que personas embarazadas sanas. 

Basándose en esos conocimientos y en el modo en que operan las vacunas ARNm, especialistas en salud reproductiva del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva y la Sociedad de Medicina Materna-Fetal recomiendan no negarle las vacunas a personas embarazadas o lactantes que son elegibles y permitirle a los pacientes tomar su propia decisión. Pero no las recomiendan tan rotundamente, como lo hacen con otro tipo de vacunas que se ha probado son seguras.

Lo que los expertos saben hasta ahora es que ya que las vacunas ARNm no contienen el virus SARS-CoV-2, no hay riesgo de que la persona embarazada o su bebé contraigan la enfermedad a través de la vacuna. Ya que el cuerpo elimina el ARNm rápidamente, es poco probable que esas partículas lleguen a la placenta. También hay conocimientos de que los efectos secundarios, como fiebre y reacciones alergicas, son escasos pero posibles. Aún no hay certeza de si es que la respuesta inmunitaria de la madre protege al feto. 

“El riesgo de contraer COVID durante el embarazo pone la salud de la madre y del feto en un riesgo mucho mayor a cualquier riesgo teórico que pudiera tener la vacuna”, nos dijo la Dra. Feinberg, del equipo del coronavirus/COVID-19 de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva. 

Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para las personas embarazadas son menos claras. Basada en la poca información disponible, la OMS dice que “no tenemos ninguna razón específica para creer que habrá un riesgo que podría superar los beneficios de la vacuna para mujeres embarazadas”. Y dice que aquellos con mayor riesgo de exposición o que tienen otras enfermedades “pueden recibir la vacuna luego de consultarlo con su equipo médico”. 

De acuerdo a los CDC, no hay información sobre la seguridad de las vacunas contra el COVID-19 en mujeres lactantes, en los efectos de la producción de leche materna, o en los efectos en el recién nacido. La recomendación de la Academia de Medicina de la Lactancia de Estados Unidos (ABM, por sus siglas en inglés) es de medir los potenciales riesgos contra los potenciales beneficios, aunque dice que “es poco probable” que la vacuna tenga efectos biológicos. 

“Durante la lactancia, es poco probable que el lípido de la vacuna entre al flujo sanguíneo y alcance el tejido mamario. Si lo hace, es incluso menos probable que la nanopartícula o ARNm se transfiera a la leche. En el evento poco probable de que el ARNm esté en la leche materna, se espera que sea digerido por el bebé y sería poco probable que tenga cualquier efecto biológico”, explica una declaración en su sitio web. 

Al mismo tiempo, la ABM dice “los anticuerpos y células T estimuladas por las vacunas pueden transferirse pasivamente a la leche” y proteger al bebé de la infección. 

Una publicación reciente, con más de 88.000 visitas en Facebook, declara sin fundamento que la vacuna está causando pérdidas de embarazos y partos prematuros. El artículo publicado el 23 de febrero por Children’s Health Defense (una organización creada por Robert F. Kennedy Jr., quien fue expulsado de Instagram por divulgar información falsa de las vacunas) usa información no corroborada atribuida al National Vaccine Information Center, una organización que como hemos reportado anteriormente no es un ente oficial del gobierno, como su nombre sugiere, sino un grupo anti vacunas. 

De acuerdo a la publicación, el Sistema para Reportar Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) de los CDC ha recibido 111 reportes de reacciones adversas a las vacunas en personas embarazadas. Pero el artículo cita estadísticas publicadas por MedAlerts, un sistema de búsqueda de VAERS alternativo creado por el National Vaccine Information Center, no los CDC. En cualquier caso, como hemos explicado antes, la información de VAERS no es comprobada sino que es información en bruto. Cualquier persona puede escribir un reporte, pero eso no significa que ese evento negativo o enfermedad esté directamente relacionado con las vacunas ya que esos informes pueden ser incompletos, incorrectos, fortuitos o poco verificables

El 26 de febrero, el Dr. Tom Shimabukuro, del equipo de seguridad de vacunas contra el COVID-19 de los CDC, dijo que al 16 de febrero, con 55 millones de dosis administradas, ha habido 154 reportes de reacciones adversas en mujeres embarazadas en VAERS.

La mayoría de ellos, 73%, no eran eventos exclusivamente relacionados con el embarazo, como dolores de cabeza, fatiga, escalofríos, dolor en extremidades, náusea, mareo, o dolor en el sitio de la vacuna. De los 42 eventos relacionados directamente con el embarazo, 29 fueron abortos espontáneos o pérdidas. Pero de acuerdo a la presentación de Shimabukuro a un panel discutiendo la vacuna candidata de Johnson & Johnson, ese número es semejante al porcentaje habitual de pérdidas de embarazos en el resto de la población. El riesgo de pérdida de embarazo en mujeres de entre 20 y 30 años es de entre 9% y 17%, con la tasa subiendo aceleradamente a un 20% a los 35 años de edad, 40% a los 40, y 80% a los 45. La edad media de las madres que hicieron los reportes a VAERS fue 33. 

“La recurrencia de abortos espontáneos y pérdida es realmente bastante común, 10 a 20% según la edad”, dijo. “El número no es preocupante considerando la tasa esperada”.

El 10 de febrero, los Institutos Nacionales de la Salud llamaron a una mayor inclusión de personas embarazadas y lactantes en la investigación de las vacunas contra el COVID-19. Expertos de medicina reproductiva también han luchado para incluir personas embarazadas en los ensayos de las vacunas para tener más información y así las personas puedan tomar decisiones informadas. El 18 de febrero, Pfizer y BioNTech anunciaron que comenzarán a evaluar su vacuna en personas embarazadas. El objetivo es incluir a un total de 4.000 mujeres embarazadas sanas en Estados Unidos, Canadá, Argentina, Brasil, Chile, Mozambique, Sudáfrica, el Reino Unido y España. La vacuna de Johnson & Johnson, la tercera vacuna contra el COVID-19 aprobada por la FDA, también tiene planes de incluir a mujeres embarazadas en sus ensayos. 

“Necesitamos que se haga más investigación, y eso es lo que estamos haciendo” dijo Hariton, que es parte de un equipo de la Universidad de California, San Francisco que está realizando un estudio nacional sobre embarazo y COVID-19. Su ojetivo es reclutar 10.000 personas embarazadas. 

“Dicho eso, no sabemos sobre los efectos a largo plazo del COVID y no sabemos los efectos a largo plazo de la vacuna. Pero es mucho más probable que los efectos a largo plazo del COVID sean mucho peores a los efectos a largo plazo de las vacunas”, dijo. 

El Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos le recomiendan a la mujeres que elijan recibir la vacuna que lo hagan en sitios autorizados, que completen la serie de dos dosis de la misma vacuna, que se abstengan de recibir otras vacunas 14 días antes y después de la vacuna contra el COVID-19, y que si tienen fiebre seguido de la vacuna la traten con acetaminofén.

Traducido por Catalina Jaramillo. 

Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre nuestras decisiones editoriales, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.