Compendio SciCheck
Un video que promueve temores sobre las vacunas contra el COVID-19 en la comunidad afroestadounidense circula en internet. Pero el filme repite tergiversaciones sobre las vacunas y magnifica casos históricos de conducta médica antiética para sugerir, sin evidencias, que las vacunas contra el COVID-19 no son seguras.
Historia completa
Un video concebido para desalentar a afroestadounidenses de vacunarse contra el COVID-19 reúne falacias y distorsiones sobre las vacunas.
El video de una hora, llamado “Medical Racism: The New Apartheid” (Racismo médico: El nuevo apartheid) es publicado por Children’s Health Defense, una organización contra las vacunas fundada por Robert F. Kennedy Jr. (hijo del ex fiscal general Robert F. Kennedy y sobrino del expresidente John F. Kennedy). El video incluye principalmente aseveraciones antiguas sobre la seguridad de éstas con la finalidad de generar desconfianza en las comunidades afroestadounidenses sobre la comunidad médica.
El video, publicado el 11 de marzo, no ofrece evidencia alguna de que las vacunas contra el COVID-19 sean perjudiciales. En cambio, se apoya en rumores, cita ejemplos históricos de faltas éticas en medicina, distorsiona varios estudios científicos y sugiere que la comunidad médica no es digna de confianza.
Por ejemplo, Kennedy, quien es abogado y no médico, termina el video exhortando a los espectadores a no seguir las indicaciones de las autoridades sanitarias como el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas. “No me escuchen a mí, no escuchen a Tony Fauci, y no escuchen a su doctor”, dice Kennedy antes de recomendar a los espectadores que revisen los folletos incluidos en el paquete de las vacunas y se pregunten si los ingredientes son seguros. (Lea los artículos de SciCheck sobre cada vacuna: “Guía de la vacuna de Johnson & Johnson contra el COVID-19”, “Una guía a la vacuna contra el COVID-19 de Moderna” y “Una guía a la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer/BioNTech”.)
De igual manera, el material promocional para el video asevera sin fundamento que “hay indicios de que la historia se repite con el coronavirus” y pregunta “¿es segura la vacuna contra el COVID-19?”
Es un enfoque similar al de otro video engañoso sobre el cual escribimos recientemente. Ambos videos señalan que los afroestadounidenses padecen tasas altas de enfermedad y muerte por el COVID-19, pero siembran dudas sobre las vacunas que pueden controlar el virus.
El Dr. Richard Allen Williams, fundador y presidente de la organización sin fines de lucro Minority Health Institute, nos dijo en una entrevista telefónica al referirse a Kennedy que “parece que lo que él hace es tomar información vieja y saltar al presente y decir que lo ocurrido en aquel momento equivale a lo que ocurre ahora”.
Pero los ejemplos históricos de conducta médica antiética son muy distintos a las vacunas contra el COVID-19 que han sido autorizadas por los gobiernos.
Las tres vacunas disponibles en Estados Unidos pasaron ensayos clínicos con decenas de miles de participantes antes de que la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) concediera a cada una la autorización de uso por emergencia. Dos de las vacunas tuvieron cerca de un 10% de participantes afroestadounidenses en los ensayos, y la tercera cerca de un 17%. Paneles independientes supervisaron la seguridad y las estadísticas de los ensayos y los resultados fueron revisados por la FDA y un panel externo de expertos. Estas vacunas probadas y autorizadas están ahora disponibles para la población.
Pero la desinformación sobre las vacunas persiste.
Williams, quien también es profesor de medicina en la Universidad de California en Los Ángeles, recordó que cuando el legendario beisbolista y activista por derechos civiles Henry “Hank” Aaron murió de causa natural el 22 de enero, más de dos semanas después de que recibiera la vacuna contra el COVID-19, Kennedy “hizo parecer como que había un vínculo entre la muerte de Hank y su vacunación”. Escribimos en su momento sobre los comentarios tendenciosos de Kennedy y su organización.
“Es un ejemplo de las cosas peligrosas que él hace”, dijo Williams refiriéndose a los “efectos perjudiciales de influenciar en las personas para que no se vacunen”.
A continuación abordaremos algunas aseveraciones engañosas empleadas para promover el video y desprestigiar las vacunas.
Repiten falacia de que vacuna causa autismo
El video tergiversa un estudio elaborado en 2004 por los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) que no halló un vínculo entre el autismo y las vacunas contra sarampión, paperas y rubeola.
El estudio, publicado en la revista Pediatrics, estudió si había una correlación entre la edad a la que los niños residentes en Atlanta recibieron su primera vacuna triple vírica SPR (o MMR, por sus siglas en inglés) y un diagnóstico de autismo. Si las vacunas estuvieran contribuyendo al autismo entonces uno esperaría ver más casos de autismo en niños que recibieron la vacuna a más corta edad, tal como escribimos sobre un planteamiento similar.
El estudio no determinó que las vacunas causaran autismo.
Pero la organización de Kennedy falsamente sostiene que el estudio “descubrió que los niños afroestadounidenses que recibían la vacuna SPR ‘a tiempo’, a la edad de tres años tienen 3,36 más probabilidades de ser diagnosticados con autismo severo que niños afroestadounidenses vacunados más tarde”.
Eso no fue lo que el estudio concluyó. Es lo que una supuesta revisión de las estadísticas arrojó una década más tarde.
Brian Hooker, quien posee un título en ingeniería química y no en medicina y ha publicado artículos en la página web de Children’s Health Defense (la organización de Kennedy), escribió la revisión para la revista Translational Neurodegeneration. Pero el artículo se retractó a solo un mes de ser publicado.
También merece la pena subrayar que la investigación recibió financiamiento de Focus Autism, una organización anti vacuna actualmente llamada Focus for Health, cuya directiva incluía a Hooker.
Hooker además presentó una queja ante el Programa Nacional de Compensación a Lesiones Causadas por las Vacunas (VICP, por sus siglas en inglés), en la cual alegó que las vacunas causaron autismo a su hijo. El proceso judicial estaba activo cuando Hooker publicó el estudio, pero el juez lo descartó posteriormente con una sentencia de 58 páginas donde señaló: “Este caso no es para nada complicado”. El juez no halló vínculo alguno entre las vacunas y la enfermedad del niño.
La publicación retractó el artículo porque “había intereses contrapuestos no declarados por parte del autor” y también había “reservas sobre la validez de los métodos y el análisis estadístico”.
Antes de publicar su estudio, Hooker conversó con el Dr. William Thompson, uno de los investigadores que trabajaron en el estudio original de los CDC. Thompson expresó sus reservas sobre la metodología del estudio, pero más tarde explicó que él no sabía que Hooker había grabado las conversaciones y que no tuvo control alguno sobre el uso que Hooker les dió.
Thompson aún trabaja para los CDC y cuando lo localizamos vía telefónica nos puso en contacto con su abogado, Rick Morgan. Ninguno emitió una declaración pero Morgan nos suministró una declaración de Thompson en 2014, en la cual dijo que “quiero ser completamente claro en que creo que las vacunas han salvado y continúan salvando innumerables vidas. Nunca sugeriría a un padre no vacunar a niños de cualquier grupo étnico. Las vacunas previenen enfermedades serias y los riesgos asociados con su aplicación quedan rebasados con creces por los beneficios individuales y colectivos”.
Así que el video cita un estudio desacreditado para tergiversar las conclusiones de una investigación de los CDC.
Tergiversación de estudio de la Mayo Clinic
En otra distorsión de investigaciones científicas, el video tuerce el significado de un estudio preliminar que en 2014 concluyó que tras recibir la vacuna algunos somalíes-estadounidenses desarrollaron el doble de anticuerpos a la rubeola que sus pares caucásicos.
Sin embargo, la literatura del Children’s Health Defense, la organización de Kennedy, asegura que el estudio elaborado por el Dr. Gregory Poland de la Mayo Clinic “significa que los niños afroestadounidenses están recibiendo una ‘sobredosis’ con la concentración actual de la vacuna”.
Pero esa no fue la conclusión del estudio, según nos dijo Poland durante una entrevista telefónica.
Poland explicó que la premisa se fundamentó en un estudio de elaboración de hipótesis, en el cual los investigadores observan una muestra pequeña, realizan observaciones y especulan sobre qué podrían significar esas observaciones. Luego realizan otro estudio con una muestra mayor.
En este caso, Poland dijo que “no hemos hecho un estudio amplio”.
En 2014, Poland y un equipo de investigadores de la Mayo Clinic estudiaron a 1.100 niños y adultos jóvenes sanos en Rochester, Minnesota, y a más de 1.000 participantes del U.S. Naval Health Research Center en San Diego como el grupo control, así como un grupo de somalíes que habían migrado recientemente a Rochester.
Como ya dijimos, los somalíes-estadounidenses desarrollaron el doble de anticuerpos a la rubeola que los caucásicos después de que ambos grupos recibieran la vacuna.
Debido a que no han realizado un estudio amplio, los investigadores no saben por qué existe esta brecha o qué significa. Podría significar que los niños caucásicos están recibiendo una dosis menor a la indicada, dijo Poland, explicando que no estará claro hasta que se realicen pruebas adicionales.
Lo que sí está claro es que la lectura del Children’s Health Defense es errada. “No tenemos un estudio que muestre que los afroestadounidenses necesiten la mitad de la dosis. No tenemos un estudio que muestre que los niños afroestadounidenses reciban sobredosis”, señaló Poland.
Poland calificó esa conclusión como “una buena teoría de conspiración, contiene una pizca de verdad con muchas especulaciones alrededor”.
La pizca de verdad es que los investigadores hallaron mayores niveles de anticuerpos en inmigrantes somalíes, pero el resto son conjeturas. Los niveles mayores tal vez no guarden relación alguna con la vacuna, dijo Poland. Por ejemplo, las personas analizadas tal vez estuvieron expuestas a la rubeola en campos de concentración antes de llegar a Estados Unidos, por lo que los anticuerpos de la vacuna se habrían sumado a los que ya estaban en sus organismos.
Entonces, otra vez, esta aseveración es una tergiversación de un estudio preliminar.
Controversial ensayo de vacunas contra el sarampión
El video también revisita un controversial ensayo clínico realizado 30 años atrás. Los CDC admitieron, varios años después de concluído el ensayo, que fallaron al no notificar a los padres que una de las vacunas empleadas en el estudio era experimental y que traía consigo riesgos.
“El experimento de Tuskegee tuvo lugar entre 1932 y 1972. Los CDC nos prometieron que un experimento como ese nunca más volvería a ocurrir, sin embargo en 1989 un artículo de Los Angeles Times reveló una verdad alarmante: que los CDC admitieron haber experimentado con 1.500 niños latinos y negros en Los Ángeles sin que los padres supieran que era un examen experimental”, dice en el video Tony Muhammad, del movimiento religioso separatista negro Nation of Islam.
Muhammad se refiere a un ensayo clínico para una vacuna contra el sarampión que los CDC condujeron en Los Ángeles con bebés de hasta un año de edad entre 1990 y 1991, durante una epidemia de sarampión que empezó en 1989.
Los CDC admitieron en 1996 al diario Los Angeles Times que las familias participantes en ese ensayo en Los Ángeles no fueron notificadas de que una de las vacunas empleadas era experimental. La mayoría de los niños eran afroestadounidenses y latinos, reportó el diario.
El estudio involucró a cerca de 1.500 niños que recibieron dosis estándares o altas de la vacuna Edmonston-Zagreb (EZ), o dosis estándares de la vacuna Moraten, según el testimonio que brindó al Congreso en mayo de 1997 el entonces director de los CDC, el Dr. David Satcher. La vacuna Moraten ya había sido autorizada para su uso en Estados Unidos durante el ensayo. Pero si bien otros países usaban ampliamente dosis estándares de la vacuna EZ, ésta era nueva en Estados Unidos y la dosis alta era experimental.
Los CDC detuvieron el ensayo en octubre de 1991 después de que dos estudios separados en Senegal y Haití sugirieron que las niñas vacunadas con la versión más potente tenían un mayor riesgo de muerte dos a tres años después de recibir la vacuna.
Satcher, quien no era director cuando el ensayo tuvo lugar, dijo en su comparecencia que las vacunas EZ empleadas en el ensayo fueron aprobadas para la investigación por la FDA pero que la solicitud del consentimiento de las familias fue “deficiente”.
Satcher dijo que un análisis posterior de la oficina federal que protege a las personas que participan en investigaciones, actualmente llamada Office for Human Research Protections en el Departamento de Salud y Servicios Humanos, determinó que el estudio estaba “justificado ética y científicamente” pero el formulario de consentimiento no identificaba a “la vacuna EZ como experimental” y tampoco brindaba una “descripción adecuada de los riesgos previsibles de la vacuna experimental EZ”.
Según Los Angeles Times, “el formulario no decía que la EZ era experimental o que no tenía licencia. Pero un folleto que acompañaba al formulario señalaba: ‘Esta vacuna ha demostrado ser efectiva en niños más pequeños. Más de 200 millones de niños en el planeta han recibido esta vacuna, pero el condado de Los Ángeles es el primer lugar en Estados Unidos que la ofrece”.
Satcher dijo que en un contacto posterior con las familias, “se les informó a los padres los motivos para realizar el estudio de seguimiento, incluyendo el que algunos estudios habían hallado una tasa de supervivencia menor en aquellos niños que recibieron una vacuna de alta potencia”.
Los CDC no hallaron efectos nocivos de la vacuna EZ de alta potencia, o dosis alta, durante el estudio. Tampoco identificaron a ningún niño que haya participado en el estudio de Los Ángeles y que haya recibido la vacuna EZ de alta potencia que “haya sufrido un problema médico importante que pudiera asociarse a la vacuna”, dijo Satcher.
Un niño murió cerca de un año después de recibir una vacuna EZ con dosis normal, según Satcher, y “los expertos revisaron el acta de defunción, las circunstancias que rodearon la muerte y el reporte de la autopsia y todos coincidieron con la conclusión de que la muerte muy probablemente no estaba vinculada a la vacuna”.
Williams, del Minority Health Institute, nos dijo que los errores cometidos no deben ser olvidados. Pero el esfuerzo de comparar esa situación con la vacuna contra el COVID-19 es “comparar peras con manzanas”, dijo.
“No es lógico tomar los resultados de lo ocurrió en un contexto completamente diferente y aplicarlo a nuestra situación actual”, agregó Williams, expresidente de la National Medical Association, la mayor y más antigua agrupación de médicos afroestadounidenses.
Tal como mencionamos previamente, merece la pena subrayar que las vacunas contra el COVID-19 autorizadas en Estados Unidos han pasado satisfactoriamente ensayos clínicos que demostraron su seguridad.
Williams considera que los incidentes ocurridos con las vacunas contra el sarampión no recibieron en su momento suficiente atención. Pero eso no permite decir que lo mismo ocurre actualmente, señaló.
“Necesita entenderse que se cometió un error” para garantizar que “ese tipo de errores no se cometan” otra vez, dijo Williams. “De hecho, hay todo tipo de medidas preventivas” para evitar que ese tipo de errores se repitan, agregó.
Durante su testimonio en 1997, Satcher enumeró algunas reformas adoptadas tras el ensayo, tales como cambios en la supervisión del organismo y la creación de una lista de ítems que deben incluirse en un formulario de consentimiento.
Retomando el impacto de la vitamina D
El video también retoma el asunto sobre la vitamina D y el COVID-19. Presenta un fragmento de una entrevista que Fauci concedió en Instagram a la actriz Jennifer Garner en el que dice: “Si tiene deficiencia de la vitamina D eso tiene un impacto en su susceptibilidad a las infecciones, así que no me molestaría recomendar, y yo lo hago, tomar suplementos de vitamina D”.
Fauci hablaba (en el minuto 31:30) sobre infecciones en general y no sobre el nuevo coronavirus específicamente, como sugiere el video.
“Mi pregunta es, ¿Por qué no se habla de esto? ¿Por qué los CDC o la Organización Mundial de la Salud no se abocan a esto como una posible solución y hacen más investigaciones relacionadas?” se pregunta en el video el Dr. Charles Penick, un médico de cabecera.
Se debe mencionar que hay numerosos estudios en marcha que analizan la relación entre la vitamina D y el COVID-19.
Tal como hemos explicado previamente, si bien la vitamina D puede ser útil en cuanto al COVID-19, aún no hay evidencias científicas suficientes para saber si puede tratar o prevenir la enfermedad. Sin embargo, expertos médicos recomiendan recibir suficiente vitamina D como parte de un estilo de vida saludable. La mayoría de la ingesta de vitamina D ocurre cuando la piel está expuesta a la luz solar.
Un estudio publicado en octubre en Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, que evaluó los niveles de vitamina D en 216 pacientes hospitalizados de COVID-19 concluyó que los pacientes hospitalizados tenían niveles menores de vitamina D comparados con un grupo de la población general, aunque no identificó una relación entre menores niveles de vitamina D y una enfermedad más severa.
Si bien es sugerente, el estudio no demuestra que la vitamina D incidió en enfermarse o que tomar suplementos de vitamina D hubiese ayudado, porque no fue un ensayo controlado aleatorio.
Otros dos estudios recientes, los cuales aún no han sido revisados por otros colegas, parecen arrojar dudas sobre la efectividad de la vitamina D para prevenir el COVID-19.
Traducido por Luis Alonso Lugo.
Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre nuestras decisiones editoriales, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.