Un desacuerdo entre el senador republicano Rand Paul y el doctor Anthony Fauci ha puesto una subvención de 600.000 dólares del gobierno estadounidense al Instituto de Virología de Wuhan en el centro de atención, convirtiendo la frase investigación de ganancia de función en un término familiar, todo entre demandas para realizar más investigación en torno a los orígenes del SARS-CoV-2.
El asunto en cuestión es si los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) financiaron estudios sobre coronavirus en murciélagos que hayan podido causar que un patógeno se haya vuelto más contagioso para los seres humanos y, separadamente, si el SARS-CoV-2 (el virus que causa el COVID-19) se transfirió naturalmente de murciélagos a humanos, posiblemente por medio de otro animal, o si un virus, de origen natural o modificado en un laboratorio, se escapó accidentalmente del laboratorio de Wuhan.
Hay muchos inciertos, especulación y diferencia de opiniones en estos temas. Pero comencemos con lo que sabemos: en 2014, los NIH le entregaron una subvención a EcoHealth Alliance, una organización basada en Estados Unidos, para estudiar el riesgo de la aparición de futuros coronavirus en murciélagos. En 2019, la beca se renovó por otros cinco años, pero fue cancelada en abril de 2020, tres meses después del primer caso de coronavirus confirmado en EE. UU.
EcoHealth recibió un total de 3,7 millones de dólares por parte de los NIH en seis años y entregó cerca de 600.000 dólares de ese total al Instituto de Virología de Wuhan en China, uno de los colaboradores del proyecto, que contaba con pre aprobación de los NIH.
La cancelación de la subvención se produjo cuando el entonces presidente Donald Trump y otros cuestionaron el financiamiento estadounidense a un laboratorio en Wuhan, exagerando el monto de fondos federales involucrados.
Wuhan, por supuesto, es donde la pandemia del SARS-CoV-2 emergió a finales de 2019.
El Instituto de Virología de Wuhan ha estudiado coronavirus en murciélagos por años, así como su potencial para eventualmente infectar a humanos, bajo la dirección del científico Shi Zhengli, como explicó un artículo publicado en Scientific American en junio de 2020. Tal transferencia zoonótica de los coronavirus, es decir la transmisión de un virus de un animal a un humano, ocurrió con los coronavirus SARS y MERS que condujeron a brotes mundiales en 2003 y 2012. Se piensa que ambos virus comenzaron en murciélagos y luego se transfirieron a humanos a través de intermediarios animales tales como civetas y perros mapaches en el caso del SARS, y camellos en el caso del MERS.
Los expertos han sospechado que el virus SARS-CoV-2 comenzó similarmente en murciélagos. Investigadores en China, incluyendo el Instituto de Virología de Wuhan, han dicho que el virus comparte un 96% de su genoma con un virus de murciélago recolectado por investigadores en la provincia China de Yunnan en 2013.(A pesar de que eso es bastante similar, el doctor Stanley Perlman, profesor de microbiología e inmunología en la Universidad de Iowa que estudia coronavirus y es un médico pediatra experto en enfermedades infecciosas nos dijo que sería “imposible” tomar este virus y hacer los cambios necesarios para transformarlo en el SARS-CoV-2 en un laboratorio. Se necesitaría un virus que fuera 99,9% similar para que “en teoría, eso pudiera funcionar”.)
Un artículo publicado en Nature Medicine en marzo de 2020 mencionó que el virus probablemente se originó a través de “selección natural en un huésped animal antes de la transferencia zoonótica”, o por “selección natural en seres humanos luego de una transferencia zoonótica”. Los investigadores, quienes analizaron material genómico, dijeron que el SARS-CoV-2 “no fue creado en un laboratorio ni es un virus manipulado intencionalmente”. Si bien los investigadores dijeron que no se puede descartar la posibilidad de un escape accidental de un virus ocurrido en forma natural de un laboratorio, estos dijeron que “no creen que ningún tipo de escenario situado en un laboratorio sea posible”.
En una declaración enviada en abril, Edward Holmes, profesor de la Universidad de Sidney quien estuvo involucrado en el mapeo genómico del SARS-CoV-2, respondió a la “ especulación infundada” de que un virus de murciélagos con un 96% de similitud era el origen del SARS-CoV-2. Homes dijo: “En resumen, la abundancia, diversidad y la forma en que los coronavirus evolucionan en la vida silvestre claramente sugieren que este virus es de origen natural. Sin embargo, para resolver el origen exacto del SARS-CoV-2 se necesita una muestra más amplia de especies en la naturaleza, incluyendo murciélagos de la provincia de Hubei”.
La Comunidad de Inteligencia de EE. UU. dijo en una declaración emitida el 30 de abril de 2020 que “concordaba con el amplio consenso científico de que el virus causante del COVID-19 no era uno hecho por el hombre o genéticamente manipulado”, y que “continuaría examinando rigurosamente información emergente e inteligencia para determinar si el brote comenzó a través del contacto con animales infectados o si fue el resultado de un accidente en un laboratorio en Wuhan”.
La teoría de la transferencia zoonótica no ha sido probada; no se ha identificado, por ejemplo, un animal huésped intermediario, como fue el caso con el SARS o el MERS. Las teorías de accidente de laboratorio tampoco se han comprobado: si un empleado del laboratorio pudo haberse infectado por un virus ocurrido en forma natural y luego lo haya propagado fuera del laboratorio, o, como Paul y otros sugieren, si un virus manipulado en el laboratorio pudo ser el comienzo de todo.
Pero en los últimos días, el debate sobre el origen se ha restaurado. El 14 de mayo la revista Science publicó una carta de 18 científicos pidiendo “más investigación” para determinar cómo comenzó la pandemia del SARS-CoV-2. “Las teorías de escape accidental desde un laboratorio y de un salto zoonótico siguen siendo viables”, escribieron. “Saber cómo emergió el COVID-19 es crucial para informar estrategias que mitiguen el riesgo de futuros brotes a nivel mundial”.
Jesse Bloom, uno de los organizadores de la carta, quien estudia evolución viral en el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson en Seattle, nos dijo en un correo electrónico: “Sabemos que el SARS-CoV-2 es similar a otros coronavirus que circulan en murciélagos, por lo que los orígenes ancestrales del virus están definitivamente en coronavirus de murciélagos. Respecto a los orígenes inmediatos o próximos, simplemente no sabemos los detalles”.
Bloom dijo que la transferencia zoonótica, ya sea directamente de un murciélago a un humano o a través de un animal huésped intermediario, es posible; tal como lo es un accidente de un laboratorio estudiando virus similares. “Debido a que no conocemos los detalles de ninguno de estos escenarios, no es posible decir si un hipotético accidente de laboratorio habría involucrado un virus exactamente idéntico al aislado en la naturaleza, o uno que habría sido cultivado o manipulado de alguna manera modesta en un laboratorio. A estas alturas, todos estos son escenarios hipotéticos, y aunque diferentes científicos pueden tener diferentes conjeturas sobre la probabilidad de cada escenario, necesitamos más información antes de que cualquiera pueda estar seguro”.
Los científicos no son los únicos que piden más investigación.
Como indica la carta, el gobierno estadounidense, junto con otros 13 países, también pidieron más investigación sobre los orígenes en una declaración emitida en marzo de este año.
“Es fundamental que los expertos independientes tengan acceso completo a todos los datos e investigaciones relacionados con seres humanos, animales y el medio ambiente, y con el personal involucrado en las etapas tempranas del brote, que sean relevantes para determinar cómo surgió esta pandemia”, dice la declaración. “Con toda la información a mano, la comunidad internacional puede evaluar independientemente los orígenes del COVID-19, aprender lecciones valiosas de esta pandemia y prevenir consecuencias devastadoras de brotes de enfermedades en el futuro”.
La Unión Europea hizo una declaración similar. Ambas respondieron a la publicación de un informe realizado por un equipo internacional convocado por la Organización Mundial de la Salud. El informe dijo que el escape de un virus desde un laboratorio, suponiendo “la infección accidental del personal” era “una vía extremadamente poco probable”. Pero el director general de la OMS dijo que no creía que la evaluación “fue lo suficientemente extensa”.
“A pesar de que el equipo ha llegado a la conclusión de que un escape de laboratorio es la hipótesis menos probable, esto requiere de investigación adicional, posiblemente con misiones adicionales con expertos especialistas, las cuales estoy preparado para enviar”, dijo el director general de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus el día que el informe fue publicado el 30 de marzo. “Permítanme decir claramente que en lo que concierne a la OMS, todas las hipótesis permanecen sobre la mesa”.
En una audiencia en el senado el 11 de mayo, Paul planteó el asunto de los orígenes del SARS-CoV-2 y dijo que algunos en el gobierno no estaban interesados en investigar la teoría de escape de laboratorio. El senador de Kentucky dijo que “autoridades gubernamentales, con intereses propios en continuar con los estudios de ganancia de función dicen que no hay nada que mirar aquí”. Paul aseveró que hay un vínculo entre los investigadores de EE. UU. con el Instituto de Virología de Wuhan y los acusó de “potenciar los súper virus”, preguntándole luego a Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés) si todavía apoyaba “la subvención de los NIH al laboratorio en Wuhan”.
Fauci respondió que “el NIH nunca ha financiado, ni financia actualmente, estudios de ganancia de función en el Instituto de Virología de Wuhan”.
En una entrevista posterior en “Fox & Friends” el 13 de mayo, Paul dijo que no sabía si el SARS-CoV-2 provenía de un laboratorio. “Nadie sabe”, dijo. Pero dijo que si así fuera, Fauci, entre otros, “podría ser culpable de toda esta pandemia”, agregando, “no estoy diciendo que eso haya sucedido. No lo sé”.
Paul argumentó que el dinero es fungible, es decir, que el NIH le dio dinero al laboratorio para consumo, independientemente de lo que esa subvención en particular haya financiado. Pero luego aseveró que los fondos del NIH cooperaron en riesgosos estudios de ganancia de función. La respuesta a la pregunta de si lo hizo o no, depende de a quién se le pregunte y de la definición de ganancia de función.
Horas después del intercambio con Paul ese 11 de mayo, Fauci dijo en una conferencia de verificadores de datos organizada por PolitiFact.com que sería “casi irresponsable” no colaborar con científicos chinos dado que el brote del SARS en 2003 se originó en China. “Por lo que realmente teníamos mucho más por aprender sobre los virus que había allí y sobre si la gente se estaba infectando o no con virus malignos”.
Fauci se refirió a la colaboración con EcoHealth como “una colaboración muy menor, como parte de un subcontrato de una subvención” y dijo que Paul tomó eso y lo transformó en la afirmación de que “por lo tanto estuvimos involucrados en la creación del virus, que es el salto más ridículo y majestuoso que jamás haya oído”.
Fauci dijo que no estaba convencido de que el coronavirus se haya desarrollado naturalmente. “Creo que deberíamos seguir investigando qué pasó en China hasta que averigüemos, lo mejor que podamos, qué fue exactamente lo que pasó”.
Tucker Carlson, de Fox News, planteó estos asuntos en su programa del 11 de mayo diciendo: “El tipo a cargo de la respuesta de Estados Unidos al COVID resulta ser el tipo que financió la creación del COVID. Estamos hablando de Tony Fauci y los experimentos de ganancia de función en el laboratorio de Wuhan que el gobierno estadounidense, con su aprobación, financió.” No hay pruebas de que el laboratorio de Wuhan, con o sin el financiamiento de una subvención de los NIH, hayan creado el SARS-CoV-2.
La noche anterior, Carlson habló de un artículo publicado en Medium el 2 de mayo por un ex reportero de ciencias del New York Times, Nicholas Wade. En esa nota, Wade escribió sobre “dos teorías principales” del origen del SARS-CoV-2: “Una es que saltó naturalmente desde la fauna silvestre a las personas. La otra es que el virus estaba bajo estudio en un laboratorio, desde donde escapó”. Wade aseveró que las “pistas apuntan hacia una dirección específica”, la fuga desde el laboratorio. Pero al principio dijo: “Es importante señalar que hasta ahora no hay pruebas de evidencia directa para ninguna de estas dos teorías. Cada una depende de un conjunto de conjeturas razonables, pero hasta ahora carece de pruebas”.
Ganancia de función
Ganancia de función es un término que puede describir cualquier tipo de investigación con técnicas que alteran las características de un virus para producir la ganancia de cierta función. Pero el tipo que es controversial, incluso entre científicos, son los experimentos que causan que un patógeno sea más infeccioso, especialmente para los seres humanos.
En 2014, el gobierno estadounidense instauró una pausa en nuevas subvenciones para estudios de ganancia de función, los cuales definió así: “Con el objetivo final de comprender mejor las vías de una enfermedad, los estudios de ganancia de función intentan aumentar la capacidad de los agentes infecciosos para causar enfermedad, optimizando su patogenicidad o aumentando su transmisibilidad.” Un artículo científico de 2016 sobre la ética de los estudios de ganancia de función señaló: “El objetivo final de este tipo de investigación es informar de mejor manera los esfuerzos de salud pública y la preparación y/o el desarrollo de medidas médicas preventivas”.
La pausa, que buscaba brindar tiempo para abordar preocupaciones sobre los riesgos y beneficios de estos estudios, se aplicó en ciertas investigaciones estudiando los virus de influenza, MERS y SARS.
“Específicamente, la pausa del financiamiento se aplicará a proyectos de investigación de ganancia de función que razonablemente se pueda esperar que confieran atributos a los virus de influenza, MERS o SARS, de tal manera que los virus obtengan mayor patogenicidad y/o transmisibilidad en mamíferos por medio de las vías respiratorias”, dijo en un anuncio la Casa Blanca el 17 de octubre de 2014.
Como explicaba un artículo de Nature en ese momento, había habido un intenso debate entre los científicos sobre exactamente qué investigación debería considerarse demasiado riesgosa. Y cierta confusión sobre dónde se trazaría la línea en esta pausa.
“Lo virus siempre están mutando”, decía el artículo, “y [Arturo] Casadevall [en ese entonces un microbiólogo en la Escuela Albert Einstein de Medicina en Nueva York] dice que es difícil determinar cuántas mutaciones creadas deliberadamente por los científicos podrían ‘razonablemente anticipar” que un virus se vuelva más peligroso: el punto en el cual la Casa Blanca dice que la investigación debe parar”.
En julio de 2014, un grupo de científicos y expertos llamado el Cambridge Working Group (grupo de trabajo de Cambridge) emitió una declaración pidiendo una pausa similar a “experimentos que impliquen la creación de patógenos potencialmente pandémicos… hasta que haya una evaluación cuantitativa, objetiva y creíble del riesgo, potenciales beneficios y oportunidades de mitigación de riesgos, así como una comparación con experimentos con un enfoque más seguro.”
Más de 300 científicos han firmado esta declaración desde entonces, lo cual mostró la preocupación sobre el riesgo de una infección accidental en estudios de laboratorio que crearán “nuevas cepas, altamente contagiosas, de virus peligrosos, especialmente, pero no únicamente, de influenza”.
El debate sobre este tipo de estudios data de, por lo menos, 2011, cuando se realizaron experimentos en cepas de gripe que lograron que se propagaran en hurones.
Paul citó al Cambridge Working Group en sus comentarios el 11 y 13 de mayo. Pero el grupo no ha realizado “ninguna declaración… sobre el trabajo en Wuhan”, según dijo en Twitter Marc Lipsitch, epidemiologo de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard y uno de los fundadores del grupo.
Lipsitch dijo además que algunos miembros del grupo de trabajo “pueden estar categóricamente en desacuerdo con todos los estudios de GOF [ganancia de función, por sus siglas en inglés] que realzan la virulencia, contagio o posibilidades de escape inmunitario. Mi postura personal es que algunos de esos estudios se pueden justificar en base al riesgo-beneficio, mientras que esos en la gripe, hasta el día de hoy, no”.
En diciembre 19 de 2017, la pausa, o moratoria, del gobierno estadounidense se levantó. El Departamento de Salud y Servicios Sociales anunció un marco regulatorio para determinar si financiar o no investigación que involucre el “realce de patógenos potencialmente pandémicos” o PPP, por sus siglas en inglés. El departamento dijo que los estudios en PPP eran “esenciales para proteger la salud y la seguridad mundial” pero que los riesgos tienen que ser considerados y mitigados.
El marco regulatorio definió “patógeno potencialmente pandémico” como uno que fuera “probablemente altamente contagioso y probablemente capaz de propagarse amplia y descontroladamente en poblaciones humanas” y “probablemente altamente virulentos y que probablemente causen una morbilidad y/o mortalidad importante en humanos”. Y un PPP realzado era un PPP “causado por el realce de la transmisibilidad y/o virulencia de un patógeno”.
El marco dijo que los PPP realzados no incluyen “patógenos que ocurren naturalmente y que estén circulando en, o se han recuperado de, la naturaleza”.
Subvención a EcoHealth
Entonces, ¿la subvención de los Institutos Nacionales de la Salud a EcoHealth financió o no estudios de ganancia de función? Hay diferentes opiniones al respecto. Como dijimos arriba, el que un estudio “probablemente” o “razonablemente anticipe” realzar la capacidad de contagio o no puede ser subjetivo.
EcoHealth y los NIH y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas dicen que no. “EcoHealth Alliance no ha planeado ni planea participar en estudios de ganancia de función”, nos dijo Robert Kessler, portavoz de EcoHealth, en un correo electrónico. La subvención no obtuvo una exención de la pausa, como algunos han especulado, agregó. “Ninguna dispensación fue necesaria porque no se realizó investigación de ganancia de función”.
El NIAID le dijo a Wall Street Journal: “Los estudios de EcoHealth Alliance, Inc. que el NIH financió fueron para un proyecto que apuntaba a caracterizar a nivel molecular la función de proteínas de pico recientemente descubiertas en murciélagos y de patógenos que ocurren naturalmente. La caracterización molecular examina las funciones de un organismo a nivel molecular, en este caso un virus y una proteína de pico, sin afectar el ambiente o el desarrollo o el estado fisiológico del organismo. En ningún momento los fondos del NIAID financiaron investigación de ganancia de función conducida en WIV [Instituto de Virología de Wuhan]”.
Y en una declaración emitida el 19 de mayo, el director de los NIH doctor Francis Collins dijo que “ni los NIH ni el NIAID han aprobado jamás alguna subvención que haya apoyado estudios de ganancia de función en coronavirus que hubieran aumentado su capacidad de contagio o su letalidad para humanos”.
Richard Ebright, profesor de química y biología química en la Universidad Rutgers y un crítico de los experimentos de ganancia de función, le dijo al Washington Post que la investigación de EcoHealth y el laboratorio de Wuhan “era, inequívocamente, investigación de ganancia de función”. Ebright dijo que “cumplía con la definición de estudios con ganancia de función preocupantes según la pausa de 2014”. Esa definición, como dijimos, aplicaba a “proyectos que razonablemente se pueda esperar que confieran atributos a los virus de influenza, MERS o SARS, de tal manera que los virus obtengan mayor patogenicidad y/o transmisibilidad en mamíferos por medio de las vías respiratorias”.
Alina Chan, bióloga molecular e investigadora de posdoctorado en el Instituto Broad del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) y Harvard, dijo en un largo hilo de Twitter que la subvención de Wuhan no caería bajo la moratoria de los estudios de ganancia de función porque la definición no incluía hacer pruebas en virus de origen natural “a menos que razonablemente se anticipe que esas pruebas aumentaran la transmisibilidad y/o la patogenicidad”. Chan dijo que la moratoria no tenía autoridad. Pero el proyecto de EcoHealth y Wuhan “estaba probando virus SARS de origen natural, sin una expectativa razonable de que los tests aumentaran la transmisibilidad o la patogenicidad. Por lo tanto, es razonable que hubieran sido excluidos de la moratoria”.
Chan, quien ha publicado estudios sobre la posibilidad de un escape accidental del virus desde un laboratorio, también dijo: “Pero necesitamos separar esta pelea sobre si un proyecto en particular es GOF vs si tiene riesgo de accidente de laboratorio + causar un brote”.
Perlman, de la Universidad de Iowa, nos dijo que la investigación de EcoHealth está tratando de averiguar si estos virus pueden infectar células humanas y qué determina eso en la proteína pico del virus. (La proteína pico o de espiga es lo que el coronavirus usa para entrar en la célula). Los NIH, dijo, no le darían fondos a nadie que hiciera estudios de ganancia de función “per se… especialmente en China”, y piensa que no hay nada en la descripción de la subvención de EcoHealth que sea ganancia de función. Pero dijo que hay muchos matices en esta discusión.
“Esto no fue ganancia de función intencional”, dijo Perlman, agregando que en este tipo de estudios “estos virus son casi siempre atenuados” o debilitados. La ganancia de función sería lo que produce la investigación “involuntariamente”, pero el objetivo inicial del proyecto es lo que se debería mirar: pueden estos virus infectar a personas, qué probabilidades hay de que muten para poder hacerlo, y “tengamos un catálogo de estos virus allá afuera”.
Perlman también dijo que producir un virus que pueda infectar células humanas en un laboratorio no significa que el virus sea más contagioso para los humanos. Los virus se adaptan al cultivo de células, dijo, y puede que se desarrollen bien en el cultivo celular pero luego no infecten en gran medida a ratones, por ejemplo.
En febrero pasado, el biólogo del MIT Kevin Esvelt le dijo a PolitiFact.com que un artículo publicado en 2017 con la ayuda de la subvención de EcoHealth involucraba, según PolitiFact lo describió, “ciertas técnicas que… parecían cumplir con la definición de estudios de ganancia de función”. Pero Esvelt dijo que “el trabajo descrito en este artículo específico definitivamente NO condujo a la creación del SARS-CoV-2” por las diferencias entre el virus estudiado y el SARS-CoV-2.
En la audiencia de mayo 11, Paul también señaló el trabajo de Ralph S. Baric, profesor de epidemiología y microbiólogo quien estudia coronavirus en la Universidad de Carolina del Norte. Paul describió la investigación de Baric como “ganancia de función” en colaboración con el laboratorio de Wuhan. Un artículo de 2015 de Baric, Shi y otros, publicado con los fondos de los NIH en la revista Nature Medicine, examinó el potencial de que coronavirus similares al SARS en murciélagos condujeran a enfermedades en seres humanos. La investigación creó un “virus quimérico” con la proteína pico del coronavirus de murciélagos y la estructura molecular del SARS asimilada por un ratón y encontró que los virus podían replicarse en células de las vías respiratorias de humanos. El estudio dijo “la creación de virus quiméricos … no se esperaba que aumentará la patogenicidad”.
Fauci le dijo a Paul en la audiencia: “El doctor Baric no hace estudios de ganancia de función, y si lo fueran, serían de acuerdo a las directrices y estaría siendo conducido en Carolina del Norte, no en China”.
En una declaración enviada a FactCheck.org, Baric dijo: “Nuestro trabajo fue aprobado por los NIH, fue revisado por pares, y revisado por P3CO”, es decir revisado bajo el marco regulatorio del Departamento de Salud y Servicios Sociales de 2017. “Seguimos todos los protocolos de seguridad y nuestro trabajo fue considerado de bajo riesgo por las cepas de coronavirus que estudiamos. Es por nuestro trabajo inicial que los Estados Unidos estuvo en la posición de encontrar rápidamente el primer tratamiento exitoso para el SARS-CoV-2 y una vacuna efectiva contra el COVID-19”.
Kelsey Cooper, director de comunicaciones de Paul, nos dijo “hay abundantes pruebas de que los NIH y la NIAID, bajo su dirección, financiaron estudios de ganancia de función en el Instituto de Virología de Wuhan”, citando las declaraciones de Ebright. “A la luz de esos hechos, lo que el doctor Paul preguntó fue si el gobierno ha investigado a fondo el origen de la enfermedad, lo cual claramente no ha hecho. Esta investigación y este laboratorio debieran ser investigados exhaustivamente y expuestos a escrutinio público”.
Perlman nos dijo que pensaba que la respuesta de Fauci en el intercambio de mayo 11 era correcta, que no se dieron fondos para estudios de ganancia de función. Pero, agregó, tiene que haber una discusión científica sobre los beneficios y riesgos de estudios que hagan virus recombinantes, lo cual involucra redistribución o combinación de material genético. La polarización de este tema, dijo Perlman, “no le hace bien a nadie”.
Traducido por Catalina Jaramillo.
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