Compendio SciCheck
El COVID-19 fue la tercera causa de muerte en Estados Unidos durante 2020. Pero un meme sobre el gobernador de Florida Ron DeSantis minimiza el saldo que la pandemia ya se ha cobrado, especialmente entre la población de la tercera edad. El meme también cuestiona la inoculación, pese a la seguridad comprobada de las vacunas y al apoyo público de DeSantis a las vacunas.
Historia completa
Algunos políticos y comentaristas han minimizado la gravedad del COVID-19 desde el inicio de la pandemia. Un buen ejemplo de esto ha vuelto a surgir, esta vez con un mensaje adicional concebido para difundir temor sobre las vacunas.
Una cuenta de Instagram que promociona al gobernador de Florida Ron DeSantis como el compañero de fórmula del expresidente Donald Trump en 2024, si Trump se postula nuevamente a la Casa Blanca, publicó una foto de DeSantis de septiembre. En la imagen el gobernador sostiene una pancarta que muestra las “tasas de supervivencia al COVID-19” según grupos etarios, las cuales oscilan entre el 99,997% de los menores de 20 años de edad y el 94,6% entre los mayores de 70 años de edad.
La nueva versión alteró la imagen original al añadir un texto que dice: “¿Usted realmente necesita esa vacuna peligrosa?” Pero ese mensaje no es de DeSantis, quien se ha vacunado y ha exhortado a la población a vacunarse.
Sin embargo, ambos mensajes, subrayar la tasa de supervivencia y cuestionar la seguridad de las vacunas, son engañosos.
Comparación engañosa minimiza el riesgo
Empezaremos con la afirmación inicial sobre la alta tasa de supervivencia al COVID-19.
DeSantis empleó la pancarta durante una conferencia de prensa que ofreció en septiembre y durante la cual anunció que eliminaría restricciones impuestas para detener la propagación del virus que causa el COVID-19.
La pancarta decía:
Tasa de supervivencia al COVID-19 según edad
0-19: 99,997%
20-49: 99,98%
50-69: 99,5%
70+: 94,6%
Un texto en letras pequeñas en la parte inferior de la pancarta atribuía las estadísticas a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Pero los CDC no publicaron esas cifras, según nos dijo en un correo electrónico la portavoz de ese despacho Jasmine Reed.
Para calcular las “tasas de supervivencia” de esos grupos etarios el Departamento de Salud de Florida empleó, en cambio, un estimado de los CDC sobre el “índice de infecciones mortales” publicado en un reporte emitido el 10 de septiembre y titulado “Escenarios para planificar la pandemia del COVID-19″.
No es incorrecto calcular de esa manera la tasa de supervivencia, nos dijo en un correo electrónico el doctor Julien Riou, un investigador adscrito a la Universidad de Berna en Suiza. Pero en este caso, las cifras son engañosas.
Riou, quien participó en una investigación citada por los CDC para estimar el índice de infecciones mortales, subrayó que la tasa de supervivencia atribuida a los mayores de 70 años de edad no refleja los hallazgos de la investigación. La tasa de supervivencia para el grupo de entre 70 y 79 años de edad sería del 95%, como señala la pancarta, pero la tasa para los mayores de 80 años sería menor, entre 70% y 80%, dijo. Esa distinción tampoco fue incluida en el reporte de los CDC.
Pero aún más importante es que subrayar las altas tasas de supervivencia minimiza el saldo mortal que el COVID-19 ya se ha cobrado.
Lo cierto es que más de 577.000 personas en todo el país han muerto a consecuencia de la enfermedad y que el COVID-19 fue la tercera causa de muerte en Estados Unidos durante 2020.
Eso es “increíble”, nos dijo en entrevista telefónica el doctor Sten Vermund, decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale. “ Esto es algo que apareció repentinamente y se ubicó detrás del cáncer y las enfermedades cardiacas”.
Si bien es cierto que las tasas estimadas de infecciones mortales por COVID-19 están por debajo del 1% en la mayoría de los grupos etarios, la enfermedad se ha propagado, indicó. Así que el impacto real, el número total de muertes, es significativo. Más de 3 millones de personas en el planeta han muerto por la enfermedad.
“El uno por ciento de poca gente es poco, pero el 1% de mucha gente es bastante”, dijo Vermund. “Eso es lo que tenemos aquí”.
El subrayar tasas altas de supervivencia, tal como hace este meme, le transmite a las personas una sensación falsa de confianza, dijo. Tampoco toma en cuenta los casos de COVID-19 prolongado, el cual puede causar síntomas durante meses y tiene un impacto grave en los pacientes.
Lo importante es que ambos puntos son ciertos: el porcentaje de quienes mueren por el COVID-19 puede lucir bajo, pero la cantidad cruda de los decesos es alta, dijo Vermund. Enfocarse solamente en el porcentaje relativamente bajo de las muertes minimiza la importancia.
Seguridad de las vacunas contra el COVID-19
Ahora abordaremos la afirmación más reciente que sugiere que las vacunas no son seguras.
Tal como hemos explicado anteriormente, los ensayos clínicos no hallaron ningún riesgo importante de seguridad relacionado a las vacunas autorizadas en Estados Unidos, y más de 246 millones de dosis se han aplicado hasta la fecha.
También es cierto que las vacunas han generado reacciones alérgicas graves pero poco frecuentes.
Una cantidad relativamente pequeña de personas sufrió reacciones alérgicas graves tras recibir una de las tres vacunas autorizadas en Estados Unidos. Tal como hemos escrito previamente, algunas reacciones alérgicas, incluyendo una reacción potencialmente mortal conocida como anafilaxia, se prevén con cualquier vacuna. Afortunadamente, ese tipo de reacción grave es muy inusual (cerca de dos a cinco por millón) y “casi siempre ocurre durante los 30 minutos siguientes a la vacunación”, señalan los CDC, así que puede tratarse rápidamente.
En abril, las agencias reguladoras recomendaron una pausa en la aplicación de la vacuna de Johnson & Johnson mientras investigaban reportes sobre unos coágulos muy inusuales pero potencialmente mortales entre mujeres menores de 50 años. La investigación confirmó 15 casos de la extraña condición, incluyendo tres muertes, entre casi ocho millones de dosis de la vacuna de J&J que habían sido aplicadas hasta el 21 de abril. Los CDC y la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés), recomendaron reanudar el uso de la vacuna con una advertencia sobre el riesgo elevado, pero poco usual, explicando que los beneficios de la vacuna sobrepasan a los riesgos, y que el riesgo no se ha documentado con otras vacunas autorizadas.
El beneficio obvio de todas estas vacunas es que reducen las tasas de hospitalización y muertes por COVID-19. Un análisis realizado recientemente por el gobierno del Reino Unido estimó que las vacunas habían evitado 10.400 decesos de personas mayores de 60 años en ese país, entre diciembre y marzo. Durante ese lapso, el gobierno aplicó más de 15 millones de vacunas.
Esto equivale a prevenir 693 muertes por cada millón de vacunas aplicadas en el grupo etario más vulnerable.
“Hemos visto los riesgos del COVID-19 en la salud individual y pública”, nos dijo en entrevista telefónica Jason Schwartz, profesor auxiliar de salud pública en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale. Los riesgos de la enfermedad, tal como los describimos previamente, son visibles y sustanciales. “Así es como debemos pensar sobre los riesgos de las vacunas”, dijo Schwartz, refiriéndose a lo que previenen.
“Sabemos que las vacunas actualmente en uso han sido muy efectivas en la prevención de hospitalizaciones y muertes”, dijo Schwartz. “Eliminan las consecuencias del COVID-19 que han sido tan catastróficas”.
Los síntomas más comunes de las vacunas son dolor en el brazo y malestar de corta duración, con algunos casos muy inusuales de reacciones alérgicas y coágulos sanguíneos, dijo, en comparación con la prevención de hospitalizaciones y decesos por COVID-19 que ha sido posible gracias a las vacunas. Es “literalmente un nivel diferente de magnitud”, dijo Schwartz.
(Lea los artículos SciCheck sobre cada vacuna: “Una guía a la vacuna contra el COVID-19 de Moderna”, “Una guía a la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer/BioNTech” y “Una guía sobre la vacuna Johnson & Johnson contra el COVID-19”)
Traducido por Luis Alonso Lugo.
Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre nuestras decisiones editoriales, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.