A un año y medio de la pandemia de COVID-19, y con un número de muertos que se acerca a 4 millones de vidas, continúa sin conocerse cómo el coronavirus apareció para desatar un latigazo global. ¿Saltó de un animal a un humano, como ha sucedido repetidamente en el pasado? ¿O el virus se escapó accidentalmente desde un laboratorio cercano?
Para la mayoría de los científicos la respuesta estándar ha sido que el virus, SARS-CoV-2, probablemente saltó a los humanos de los murciélagos, si se trató de un contagio directo: o más probablemente, a través de uno o más mamíferos intermedios. Eso es lo que sucedió con los coronavirus responsables del SARS y el MERS, y tales eventos zoonóticos son comunes en patógenos emergentes.
Pero al no haber identificado aún un virus casi idéntico en un murciélago u otro animal, los científicos no pueden estar completamente seguros. En medio de ese vacío, se especula que un virus de origen natural o manipulado en un laboratorio pudo haber infectado inadvertidamente a un investigador, que luego se lo contagió a otros.
En los últimos meses, la evaluación de la llamada hipótesis del escape de laboratorio aparentemente ha cobrado impulso. En mayo, un grupo de 18 científicos escribió una carta en la revista Science criticando la investigación de la Organización Mundial de la Salud sobre los orígenes del virus, la cual había dictaminado que la fuga de un laboratorio era “extremadamente improbable”. “Las teorías de fuga accidental de un laboratorio y el derrame zoonótico siguen siendo viables”, escribió el grupo.
El mismo mes, dos ex periodistas científicos del New York Times escribieron artículos influyentes que respaldaron la idea del escape de un laboratorio, y gran parte de la prensa ha aceptado esta posibilidad. El presidente Joe Biden también anunció que estaba pidiendo al servicio de inteligencia de Estados Unidos que emitiera un nuevo informe sobre el tema para finales de agosto.
A pesar del incremento de la atención de los medios, poco ha cambiado en el terreno. Todavía no hay evidencia creíble de que el virus provenga de un laboratorio en Wuhan, China, donde comenzó la pandemia. Al mismo tiempo, aún no se ha probado un derrame natural, o el paso del virus, de un animal a un ser humano, el escenario ampliamente considerado como el más probable.
Para algunos científicos, la falta de evidencia sobre cómo surgió el SARS-CoV-2 ha significado que, en ambos casos, no es posible hacer grandes conclusiones.
Jesse Bloom, un biólogo computacional que estudia virus en el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson y el autor principal de la carta en Science que pide una investigación más rigurosa, nos dijo en un correo electrónico que todo los casos son viables: los casos hipotéticos de zoonosis natural y de accidente de laboratorio que involucra un investigador infectado con un “virus recolectado de forma natural” o “experimentando y posiblemente cultivando o modificando moderadamente un virus recolectado de forma natural”.
“No creo que haya suficiente evidencia para hacer una estimación sobre las probabilidades relativas de estos escenarios”, dijo.
Pero para muchos otros, los datos existentes se inclinan marcadamente hacia una propagación natural.
“A pesar de que tanto los escenarios naturales como los de laboratorio son posibles, no son igualmente probables: los precedentes, los datos y otra evidencia favorecen firmemente la emergencia natural como una teoría científica altamente probable de la aparición del SARS-CoV-2, mientras que el escape de laboratorio continúa siendo una hipótesis especulativa basada en conjeturas”, dijo al New York Times Kristian G. Andersen, profesor de inmunología y microbiología en Scripps Research.
“Todavía faltan datos que deben ser completados, pero creo que la evidencia que tenemos en este momento apunta a un a situación hipotética de animal a humano”, nos dijo Stephen Goldstein, virólogo evolutivo en la Universidad de Utah que ha estudiado los coronavirus durante casi toda la última década.
Repasaremos algunos de los argumentos de la hipótesis del escape de laboratorio y explicaremos por qué la mayoría de los científicos todavía sospechan un origen natural.
Conjeturas del escape de un laboratorio
La premisa básica de la hipótesis del escape de laboratorio es que, en el curso de una investigación, un científico se infectó con el SARS-CoV-2 y procedió a propagarlo a otros, dando inicio a la pandemia.
En teoría, esto podría incluir una infección involuntaria o intencional con un virus natural recolectado en un estudio de campo o un virus diseñado o manipulado en un laboratorio. (Nos enfocaremos en las situaciones hipotéticas accidentales, ya que estas son las que se consideran más probables).
Como explicaremos, no hay evidencia real para estos escenarios que basan el origen en un laboratorio, y algunos científicos insisten que el escenario que implica un virus diseñado es imposible. Pero, no se ha descartado.
En su apoyo, muchas personas se preguntan por qué no se ha identificado todavía ningún animal intermedio y apuntan a la proximidad de un laboratorio principal de coronavirus en el Instituto de Virología de Wuhan (WIV, por su siglas en inglés), que se encuentra a una media hora en automóvil del Mercado Mayorista de Mariscos de Huanan, que fue vinculado a muchos de los primeros casos de COVID-19 en diciembre de 2019.
El WIV es la base de un laboratorio dirigido por Shi Zhengli, una viróloga famosa por su trabajo de rastreo en murciélagos del origen de la última epidemia de coronavirus. Su laboratorio se especializa en recolectar coronavirus en estudios de campo y luego analizarlos para comprender su potencial de crear pandemias.
El laboratorio ha creado virus quiméricos que mezclan y combinan diferentes elementos para comprender mejor qué se requiere para infectar células humanas, lo que algunas personas consideran experimentos de ganancia de función, aunque Shi no lo cree. Como hemos escrito, no existe una definición única de ganancia de función, pero en este contexto se refiere generalmente a modificaciones que tienen como objetivo hacer que un virus sea más peligroso o infeccioso para estudiar posibles vías de enfermedad.
Shi dijo a Science que parte de su investigación sobre el coronavirus se llevó a cabo en un nivel de bioseguridad 2 (BSL-2, por sus siglas en inglés), un nivel básico de seguridad en laboratorios que algunos creen inadecuado; esta información también ha estado disponible públicamente en las secciones de métodos de artículos científicos publicados.
Las sospechas en torno al WIV han sido alimentadas por la eliminación en la base de datos en la red de muestras y secuencias de virus por parte del instituto en septiembre de 2019 y la noticia sobre un informe de inteligencia de EE. UU. de que tres investigadores del WIV enfermaron y buscaron asistencia en un hospital en noviembre de 2019.
Algunas personas también especulan que el SARS-CoV-2 podría haber venido de una mina abandonada de la cual investigadores del laboratorio de Shi recolectaron muestras de murciélagos, luego de que los trabajadores que sacaban el guano de los murciélagos se enfermaran con una enfermedad respiratoria desconocida en 2012 y varios murieran. Un muestreo de investigación allí encontró el RaTG13, el virus de murciélago que Shi anunció a fines de enero de 2020 que, con una similitud del 96,2%, es el más cercano de todos los virus conocidos al SARS-CoV-2 en su secuencia general del genoma.
Además, algunos partidarios argumentan que la secuencia genética del SARS-CoV-2 contiene varias características inesperadas que son indicativas de bioingeniería, y que es curioso que el virus fuera tan bueno para infectar a personas desde el principio.
Detrás de toda esta suposición está la falta de transparencia y cooperación de China para encontrar el origen del virus, que muchos interpretan como incriminatoria.
Sin embargo, Shi ha negado enérgicamente tener el virus o cualquiera de sus precursores potenciales y dice que nadie en el laboratorio ha dado positivo para el coronavirus, ni tienen anticuerpos contra este. Si eso es cierto, entonces no hay forma de que el SARS-CoV-2 provenga de ella.
A pesar de varias historias de escape de laboratorio que afirman que el RaTG13 podría haberse modificado para crear el SARS-CoV-2, los científicos que estudian los virus no creen que eso sea posible. Como han explicado anteriormente otros, el genoma del RaTG13 difiere del SARS-CoV-2 en más de 1.000 nucleótidos, lo que lo hace demasiado diferente para ser un progenitor viable. “El RaTG13 es demasiado divergente para ser este virus ancestral”, nos dijo David Robertson, director de genómica viral y bioinformática en la Universidad de Glasgow.
Es más, Shi dice que de todas maneras solo hay una secuencia del genoma para el RaTG13 (nunca se aisló virus vivo de la muestra) y ella solo ha aislado tres coronavirus de murciélago relacionados con el SARS.
La única forma en que el SARS-CoV-2 podría haber venido del laboratorio, manipulado o no, es si la instalación estuviera en posesión de un virus mucho más similar al SARS-CoV-2 que el RaTG13, nos dijeron múltiples expertos.
“Yo estimaría al menos un 99%, ese es el mínimo. Probablemente tenga que ser 99,9% similar para hacer ese tipo de cambio en el laboratorio”, dijo Robert F. Garry, virólogo de la Facultad de Medicina en la Universidad de Tulane. “Simplemente no hay evidencia de que tuvieran algo aproximado a eso”.
En una entrevista por correo electrónico con el New York Times en junio, Shi rechazó la idea de que había realizado una investigación de ganancia de función arriesgada, diciendo que su laboratorio nunca había realizado experimentos “que mejoren la virulencia de los virus”. También dijo que no tenía conocimiento de ningún empleado enfermo en el instituto en noviembre de 2019, como sugirió un reporte de inteligencia de EE. UU.
En mayo, el Wall Street Journal reportó algunos detalles adicionales sobre el periodo de tiempo y el número de trabajadores presuntamente enfermos en el informe, incluido que habían buscado asistencia en un hospital; de otro modo, era la misma información de una hoja informativa emitida por el Departamento de Estado el 15 de enero, que decía que los síntomas de los investigadores eran “consistentes tanto con el COVID-19 como con enfermedades estacionales comunes”.
La credibilidad y la importancia del informe sobre las enfermedades durante la temporada de la gripe siguen sin estar claras. “Ningún científico tiene forma de verificar si esto es cierto o no”, dijo Maciej Boni, profesor asociado de biología en el Centro de Dinámica de Enfermedades Infecciosas de la Universidad Estatal de Pensilvania.
En su artículo, el Wall Street Journal señaló que los funcionarios tienen opiniones diferentes sobre la fiabilidad de la inteligencia y que en China es común acudir al hospital por dolencias menos graves.
Garry dijo que si varias personas tuvieron COVID-19 y estuvieron bastante enfermas, eso significaría que otros cientos de personas habrían tenido COVID-19 a distintos niveles. Los trabajadores también habrían generado anticuerpos. “Allí es donde entran los datos de seroconversión”, dijo refiriéndose a las pruebas de anticuerpos que el WIV dice son negativas.
Dado que Wuhan tuvo en ese momento una oleada enorme de gripe, Garry dijo que era probable que cualquier investigador enfermo tuviera la influenza.
Las sospechas también han girado en torno a los virus de murciélagos que el grupo de Shi recolectó de una mina de cobre cerrada en Mojiang, en la provincia de Yunnan. Algunos opinaron que la misteriosa y letal enfermedad respiratoria de los mineros era COVID-19, o una enfermedad causada por un coronavirus similar, y que el SARS- CoV-2 podría haber venido de la mina.
Una muestra de un murciélago recolectada en 2013 en la mina, que se encuentra en el suroeste de China, a unas 1.000 millas de Wuhan, terminó produciendo el RaTG13, del cual una secuencia parcial fue incluida en una publicación en 2016 con un nombre diferente. En un apéndice de noviembre a su artículo científico de 2020 que describe al RaTG13, Shi reportó que había recolectado en la mina otros ocho coronavirus relacionados con el SARS, que describió en un estudio preimpreso, publicado sin la revisión por pares aún el 21 de mayo. Todos esos virus son casi iguales y solo coinciden en un 77,6 % con el SARS-CoV-2, situándose en una rama separada del árbol genealógico viral tanto del SARS-CoV-1, el virus que causó la primera epidemia de coronavirus, como del SARS-CoV-2.
Algunos afirman que es sospechoso que Shi no revelara las secuencias antes, ni mencionara en sus publicaciones las enfermedades similares a la neumonía o la mina. Shi explicó en su apéndice que su laboratorio había analizado muestras de suero de los trabajadores enfermos para detectar coronavirus relacionados con el SARS de murciélagos y dieron resultados negativos; los volvió a probar más recientemente con el SARS-CoV-2 y también fueron negativos. También señaló que, basándose en una verificación inicial de una sola secuencia genética, todos los virus solo estaban lejanamente relacionados con el SARS-CoV-1. El RaTG13 se secuenció casi en su totalidad en 2018 una vez que la tecnología de secuenciación de su laboratorio había mejorado y se le cambió el nombre de su identificación de muestra de murciélago para “reflejar la especie de murciélago, la ubicación y el año de muestreo”. Esa es la secuencia que Shi pudo consultar tras la identificación del SARS-CoV-2 a principios de 2020.
Nada sobre la historia de la mina parece anormal, dijo Garry, llamándola una “distracción”. Agregó que no habría habido ninguna razón por la que Shi no informara sobre la identificación de un virus más similar al SARS-CoV-2 que al RaTG13 si hubiera encontrado uno.
“No tendríamos esta conversación porque ella habría sabido de qué animal o especie de murciélago procedía y el origen natural se hubiera resuelto”, dijo.
En una entrevista con Science en julio, Shi ya había compartido los detalles sobre el cambio de nombre y explicó que su laboratorio inicialmente “no prestó especial atención” al RaTG13 porque no estaba especialmente cerca del SARS-CoV-1.
Edward Holmes, un biólogo evolutivo en la Universidad de Sydney, le dijo a Science que la explicación de Shi tenía sentido. “Por supuesto, ellos habrían estado interesados principalmente en virus de murciélagos estrechamente relacionados con el SARS-CoV… no en algún virus de murciélago aleatorio que es más distante”, dijo.
En cuanto a la base de datos desaparecida, el WIV le dijo al equipo de la OMS que había en la red una hoja de cálculo de muestras para uso interno y que había planes de hacer un sistema interactivo, pero debido a más de 3.000 ciberataques, los datos se mantuvieron fuera de la red.
La fuga de laboratorio es posible, pero improbable
Es posible, por supuesto, que los chinos mintieran sobre la base de datos, sobre las pruebas negativas de coronavirus del personal del WIV y que el instituto u otra instalación tuvieran SARS-CoV-2 o su precursor en uno de sus laboratorios.
En el pasado se han producido fugas de patógenos peligrosos en laboratorios, incluidos múltiples casos de SARS-CoV-1 en China. No obstante, es cierto que nunca ha habido un accidente de laboratorio que haya provocado una pandemia o que haya provocado el brote de un patógeno nuevo, ni nunca el WIV ha cometido una infracción conocida. (Un incidente citado con frecuencia como ejemplo de un accidente de laboratorio, la epidemia de influenza de 1977 en Rusia, probablemente fuera un ensayo de vacuna que salió mal, no un fuga de laboratorio).
El equipo de la OMS no pudo verificar de forma independiente la colección de los virus del laboratorio o los registros de seguridad, aunque ese nunca fue un requisito para los estudios de origen de la organización.
Sin embargo, a algunos científicos les gustaría una investigación más a fondo.
Ralph Baric, epidemiólogo e investigador de coronavirus en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, que colaboró previamente con Shi y firmó la carta de Science criticando a la OMS, nos dijo en un comunicado que la estructura genética del SARS-CoV-2 “apunta a que el virus se origina en poblaciones de fauna silvestre, muy probablemente murciélagos, y que pasó de animales a humanos”, pero que “se necesita más investigación y transparencia para definir el origen de la pandemia”.
“Por ejemplo, una investigación rigurosa habría revisado el nivel de bioseguridad bajo el cual se llevó a cabo la investigación del coronavirus en murciélagos en el WIV”, agregó. “Habría incluido información detallada sobre los registros de procedimientos de capacitación, los registros de procedimientos de seguridad y las estrategias implementadas para evitar escapes involuntarios o accidentales”.
El Dr. W. Ian Lipkin, epidemiólogo en la Universidad de Columbia y coautor de un influyente artículo en Nature Medicine de marzo de 2020 que consideró “improbable” que el SARS-CoV-2 fuera manipulado en el laboratorio, también ha expresado preocupación por la seguridad. Lipkin le dijo al ex reportero científico del New York Times, Donald McNeil, que le preocupaba el hecho de que parte del trabajo de Shi sobre el coronavirus se hubiera realizado en laboratorios BSL-2.
A pesar de la sugerencia en el artículo de que Lipkin podría ya no estar de acuerdo con la conclusión del artículo de Nature Medicine de que el virus no fue diseñado mediante bioingeniería, este confirmó a FactCheck.org que sí lo estaba.
“Solo dije que los nuevos virus de murciélagos no deberían propagarse en BSL-2 y que esto generó preocupación sobre la bioseguridad en el WIV”, dijo en un correo electrónico. “No reniego del artículo científico”.
Desde entonces, le ha dicho al Washington Post que es posible que los investigadores del WIV se hayan infectado involuntariamente con un coronavirus que aún no habían caracterizado.
Sin embargo, ser posible no significa que sea igual de probable, como reconoció rápidamente Lipkin. Y de hecho, incluso algunos que firmaron la carta de Science, como Baric, piensan que el escenario más probable es el natural.
Al ver cómo se ha interpretado la carta para respaldar la hipótesis del escape del laboratorio, una de las firmantes, la profesora de biología y bioingeniería en Caltech, Pamela J. Bjorkman, se ha distanciado de ella.
“Pensé que la carta tendría el efecto de generar más fondos para la búsqueda de virus naturales en reservorios animales, que personalmente siempre he asumido representan el origen de las infecciones de SARS-CoV-2 en humanos”, escribió en una carta al podcast This Week in Virology (La Semana en Virología). “Quizás no anticipé, ingenuamente, que la carta se usaría para promover la hipótesis del origen del laboratorio”.
Marc Lipsitch, profesor de epidemiología en la Escuela de Salud Pública Harvard T.H. Chan y otro coautor de la carta de Science, también le dijo a Vice que la carta, en lugar de ser un llamado a más investigaciones, se ha malinterpretado como que respalda la hipótesis de escape del laboratorio. Lipsitch ha enfatizado la falta de evidencia sobre el tema y le dijo a CNN que la hipótesis del escape del laboratorio “no es una teoría marginal” y debe ser investigada.
Por otro lado, hay algunos científicos que han revocado sus opiniones y ahora piensan que es más probable un origen de laboratorio que uno natural.
Pero muchos científicos, especialmente los que tienen más experiencia en coronavirus, encuentran poco probable un origen de laboratorio, incluso si no pueden excluirlo.
“El hallazgo de virus similares al SARS-CoV-2 circulando en murciélagos de herradura tanto en China como en el sudeste asiático, junto con los fuertes vínculos de los primeros casos con los mercados de animales en Wuhan, son una evidencia muy convincente de que el SARS-CoV-2 es el resultado de una propagación asociada con animales muy parecida al SARS”, dijo Robertson, bioinformático de virus en la Universidad de Glasgow, que ha estudiado cómo podría haber evolucionado el SARS-CoV-2. “Sobre la fuga de laboratorio, no hay evidencia de que el SARS-CoV-2 haya escapado de un laboratorio más que la coincidencia de que el Instituto de Virología de Wuhan esté allí”.
Goldstein, virólogo del coronavirus de la Universidad de Utah, concuerda.
“Sabemos que la mayoría de los primeros casos que se detectaron estaban directamente relacionados con los mercados de animales en Wuhan. Sabemos que estos coronavirus relacionados con el SARS circulan en animales; sabemos que las personas se infectan con estos virus”, nos dijo, citando un estudio que hizo el grupo de Shi que encontró que el 2,7% de las personas de una aldea rural tenían anticuerpos contra virus similares al SARS de murciélagos, lo que indica una infección en el pasado.
Aún más, dijo, un estudio publicado en Scientific Reports en junio mostró la presencia de múltiples especies de mamíferos que eran vendidos ilegalmente en mercados mayoristas en Wuhan entre mayo de 2017 y noviembre de 2019, lo que se suma a la probabilidad de cómo pudo haber ocurrido la transferencia viral.
“Y en consecuencia, casi todos los ingredientes están ahí, los vínculos epidemiológicos están ahí. La evidencia científica de que el virus fue diseñado no se sostiene en absoluto”, dijo.
Garry, el virólogo de Tulane, también señaló ejemplos pasados de derrames naturales, incluido el SARS y el hecho de que los primeros cuatro casos conocidos de COVID-19 en Wuhan tenían vínculos con diferentes mercados, como mostró el informe de la OMS, y no hay señales de que el laboratorio de Shi tuviera algún virus cercano al SARS-CoV-2.
“No hay evidencia alguna de una fuga de laboratorio. Nada científico, es sólo una acusación”, dijo Garry. “Tendrías que pensar que uno de los principales virólogos del planeta es parte de una gran conspiración que involucra a cientos de personas”.
Casi con toda certeza, el genoma viral no fue diseñado
Al comienzo de la pandemia, desmentimos repetidamente teorías de conspiración infundadas sobre la bioingeniería del SARS-CoV-2 que circulaban en las redes sociales.
Por ejemplo, hubo afirmaciones ficticias de que el virus contiene “inserciones” de VIH y afirmaciones falsas de que el virus fue creado por un destacado químico de Harvard que fue acusado por el Departamento de Justicia el 28 de enero de 2020 por hacer declaraciones falsas sobre sus vínculos con China.
Muchos científicos siguen abiertos a la posibilidad de un escape de laboratorio de un virus natural, pero pocos creen que el SARS-CoV-2 fuera diseñado mediante bioingeniería. Si bien esto no se puede descartar por completo, múltiples expertos en coronavirus lo ven como improbable.
“Estoy completamente segura de que el virus no fue diseñado”, nos dijo en un correo electrónico Susan Weiss, investigadora del coronavirus en la Universidad de Pensilvania.
Goldstein, de la Universidad de Utah, dijo que era “prácticamente imposible”, mientras que el Dr. Stanley Perlman, un investigador del coronavirus en la Universidad de Iowa, se decantó por “imposible”.
En marzo, un grupo de científicos, incluidos Kristian Andersen de Scripps Research y Garry de Tulane, publicaron un artículo en Nature Medicine que revisó cuidadosamente la secuencia del genoma en busca de signos de alteraciones en laboratorio y concluyó que no había ninguno.
Inicialmente, los investigadores sospecharon que podría haber elementos que habían sido diseñados. Pero como hemos escrito, tras un examen más detenido el grupo rechazó esa hipótesis. (Contrariamente a algunas sugerencias, el estudio científico de Andersen no fue solo un artículo de opinión que no había sido revisado por otros científicos. Un portavoz de Nature Medicine le dijo a FactCheck.org por correo electrónico que el artículo fue revisado por pares).
Incluso si los científicos usaron métodos que no dejaron rastro de manipulación, como han sugerido algunos defensores del escape de un laboratorio, eso dejaría el problema indiscutiblemente infranqueable de no saber lo suficiente como para crear el virus.
“Nadie sabría cómo hacerlo”, dijo Perlman. “Si uno no tiene el virus en mano, ¿cómo decides crearlo?”.
Recientemente, ha habido especulaciones adicionales sobre el sitio de activación de la furina, que es un lugar en la proteína de pico del virus que es cortado por la enzima furina para activarla y preparar al virus para entrar en las células. Los experimentos han demostrado que este sitio es necesario para que el virus infecte células pulmonares humanas y para la transmisión viral en hurones. A primera vista, el sitio es potencialmente extraño, ya que está ausente en los coronavirus que están estrechamente relacionados con el SARS-CoV-2.
Sin embargo, existen sitios de activación, o corte, de la furina en muchos otros coronavirus, como los coronavirus felinos y el virus que causa el MERS. Debido a que se encuentran secuencias similares del sitio de activación en otros coronavirus, “su presencia no es en absoluto sospechosa o indicativa de manipulación en un laboratorio”, dijo Robertson.
“No se han tomado muchas muestras del linaje del que surgió el SARS-CoV-2, así que no es sorprendente que haya algunas propiedades únicas en su genoma”, agregó.
Thomas Gallagher, profesor de microbiología e inmunología en la Universidad Loyola de Chicago que estudia los coronavirus, también dijo que no creía que el sitio de activación de la furina fuera una señal de ingeniería.
“Algunos coronavirus tienen sitios de activación de la furina de forma natural, otros no”, nos dijo en un correo electrónico. “Estos sitios de activación evolucionan naturalmente bajo diferentes presiones naturales selectivas. A menudo las presiones selectivas son fuertes, así que el sitio de activación de la furina es un foco de variación en el coronavirus”.
En una historia autopublicada en Medium, publicada más tarde en el sitio web Bulletin of the Atomic Scientists (Boletín de Científicos Atómicos), el ex periodista del New York Times, Nicholas Wade, se centró en un elemento aparentemente sospechoso del sitio de activación de la furina. Es decir, que la secuencia genética subyacente del sitio de activación del virus parecía manipulada debido a dos elongaciones del CGG que codifican el aminoácido arginina. Debido a que el CGG no se encuentra a menudo en los coronavirus, argumentó que, en lugar de evolucionar naturalmente, era más probable que un científico hubiera entrado e insertado el sitio en el genoma mientras realizaba una investigación de ganancia de función.
En apoyo a su teoría, Wade citó a David Baltimore, premio Nobel y presidente emérito de CalTech, diciendo que el sitio de activación de la furina con sus codones de arginina era la “prueba irrefutable del origen del virus” y supone “un poderoso desafío a la idea de un origen natural del SARS2”.
Pero en Twitter, Andersen rechazó esto y señaló que, aunque son poco comunes, la tripleta CGG no es desconocida en la secuencia genética del SARS-CoV-2 y se utiliza para codificar la arginina el 3% del tiempo. Es más, algunos coronavirus felinos se diferencian del SARS-CoV-2 por un solo nucleótido. Y ahora que el mundo está inundado de secuencias de SARS-CoV-2, no hay indicios de que el virus mute lejos del uso de esa tripleta en el sitio de la activación, lo que podría esperarse si la secuencia no fuera natural.
Informado sobre los puntos de Andersen, Baltimore le dijo a un periodista de Nature que estaba de acuerdo en que el sitio podría haber evolucionado de forma natural. FactCheck.org también se puso en contacto con Baltimore y en un correo electrónico reconoció que “no debí haber usado la frase ‘prueba irrefutable’ porque suena muy contundente”, aunque agregó que no cree que Andersen “está dando suficiente crédito a la posibilidad de que el sitio de activación de la furina tuviera un origen no natural”.
Sin embargo, los virólogos dicen que hay muchas otras razones por las que es increíblemente improbable que el sitio de activación de la furina fuera diseñado, comenzando con el hecho de que el sitio no es un lugar de activación muy bueno.
“Este es bastante malo; no es activado muy eficientemente por la furina”, dijo Goldstein.
De hecho, dijo que basándose en otros coronavirus con sitios de activación similares, se sabe que las mutaciones que hacen la secuencia de la proteína más cercana a la secuencia del SARS-CoV-2 terminan perdiendo la capacidad de ser activadas.
“Si estás intentando insertar un sitio de activación de la furina”, dijo Goldstein, “¿por qué elegirías un sitio de activación de la furina que en realidad no es un sitio de activación de la furina funcional en otros virus?”
Adicionalmente, el sitio de activación existe como una inserción en el genoma que rompe extrañamente la tripleta en lo que se llama una inserción “fuera del marco”. Cualquier científico que deseara agregar un sitio de activación de la furina “simplemente la dejaría caer limpia y precisamente”, dijo Goldstein. “Desde un punto de vista científico no sé cómo explicar lo ridículo que es esto, la idea de que harías una inserción fuera del marco. Simplemente no tiene sentido”.
Garry, el virólogo de Tulane, también estaba desconcertado por la sugerencia de que la secuencia del sitio de activación demostraba que el virus había sido manipulado. “¿Qué estudiante de posgrado o postdoctorado pensaría en ponerlo fuera del marco? Simplemente no entiendo esa parte”, dijo. “Esto, para todo el mundo, parece un virus de ocurrencia natural”.
Otra línea de especulación es que en lugar de que un científico eligiera deliberadamente qué modificar, el virus pasó repetidamente a través de células humanas o animales. Eso, en teoría, eliminaría el requisito de que un científico supiera qué insertar o cambiar. Los proponentes del escape de un laboratorio a menudo citan experimentos con células humanas o ratones humanizados como una forma potencial de que esto suceda.
Pero Perlman, que ha realizado experimentos pasando el coronavirus a ratones, dijo que eso no funcionaría. “La mayoría de las veces, cuando se toman virus y los pasas en células de cultivo de tejidos, se obtienen células que crecen muy bien en células de cultivo de tejidos y en ningún otro sitio”, dijo. Y los ratones humanizados siguen siendo básicamente ratones, dijo, por lo que el virus se adaptaría para crecer mejor en ratones, no en humanos.
“Tendría que ser algo más cercano a un gato civeta de palma, que es un animal extraño para pasarlo [el virus]”, explicó Perlman.
También necesitaría un virus inicial que esté mucho más cerca del SARS-CoV-2 que de cualquier otro virus conocido, dijo, e incluso entonces, es casi seguro que el virus con el que terminaría no sería el SARS-CoV-2.
Como resultado, dijo Perlman, tal escenario podría ser técnicamente posible pero es extraordinariamente improbable. En su opinión, el escenario del diseño se puede descartar, aunque todavía consideraba el escape accidental de un virus natural una vía posible, pero poco probable.
Para complicar aún más los escenarios del escape de laboratorio, cuando el SARS-CoV-2 se cultiva en las células comúnmente utilizadas para aislar y propagar virus en el laboratorio, el sitio de activación de la furina se pierde con frecuencia, como se documenta en múltiples reportes. En particular, el laboratorio de Shi usó esas células con cada uno de los tres coronavirus de murciélagos relacionados con el SARS aislado con éxito en el pasado.
Algunos también han argumentado que el SARS-CoV-2 estaba demasiado bien adaptado para infectar a los humanos al comienzo de la pandemia, y que esto podría indicar un diseño humano.
Pero Boni, de Penn State, dijo que esa es una línea de pensamiento errónea.
“No hay garantía de que algo que hace el salto tiene que estar perfectamente adaptado o medio adaptado o adaptado un tercio. Lo que sea que pasa, pasa”, dijo.
La pandemia de gripe porcina H1N1 en 2009, dijo como ejemplo, se adaptó muy bien a los humanos y despegó con mucha facilidad y rapidez. “No es una señal de que fueran diseñados mediante bioingeniería”, dijo Boni.
Un artículo científico que Boni escribió con Robertson en PLOS Biology reconstituyó la historia evolutiva del SARS-CoV-2 y sugiere que la capacidad del virus de infectar a una amplia gama de mamíferos evolucionó hace cientos de años.
“Esto indicaría que el progenitor del SARS-CoV-2 no tuvo que adaptarse mucho a los humanos, si es que lo hizo”, dijo Robertson, porque ya se había convertido en un “virus generalista” hace mucho tiempo, aunque dijo que un animal intermedio podría muy bien estar envuelto en la transferencia a un humano.
¿Por qué Wuhan?
Para algunos, es más que una coincidencia que un novedoso brote de coronavirus comenzará en el mismo lugar en que se encuentra que el principal laboratorio de investigación de coronavirus de China.
Pero Wuhan también es una ciudad de 11 millones de habitantes y un centro de comercio, incluido el comercio de fauna silvestre.
“Hay miles y miles de mercados grandes y pequeños en una ciudad como Wuhan donde hay contactos entre humanos y animales todos los días”, dijo Boni, quien pasó ocho años haciendo epidemiología de campo en Vietnam. “Estos contactos entre humanos y animales no son raros. La gente no hace sus compras en Whole Foods, la gente hace sus compras en estos mercados”.
Por consiguiente, si bien se producen accidentes en laboratorios, y Boni dijo que la posibilidad debe investigarse, “realmente no se compara con la escala de contacto entre humanos y animales que tiene en una provincia como Hubei, donde hay 60 millones de personas y en un día promedio 5 millones de esas personas podrían haber estado en contacto con un animal en un mercado”.
A falta de más información, Boni dijo que pensaba que una propagación natural del SARS-CoV-2 era “mil veces, un millón de veces más probable” que un escape de laboratorio.
Falta de una conexión animal clara
Aún así, es cierto que no hay pruebas de un derrame natural, y a unos 18 meses después de identificarse los primeros casos de COVID-19, la ausencia de un animal que transmitiera el virus a los humanos ha llevado a algunas personas a preguntarse si hubo uno.
Después de todo, en la primera epidemia de SARS en 2003, se identificaron mamíferos felinos conocidos como civetas de palma como posibles huéspedes intermediarios al cabo de varios meses y se identificaron de manera más definitiva en un año. Y con el MERS en 2012, tomó alrededor de un año descubrir que las personas probablemente habían contraído el virus de los camellos.
Pero los expertos nos dijeron que el retraso no es inesperado.
“No es muy sorprendente”, dijo Goldstein. Por un lado, al contrario del primer SARS, el mercado relacionado con muchos de los primeros casos de COVID-19 fue cerrado rápidamente, lo que hizo que fuera mucho más difícil encontrar allí animales intermedios potenciales.
“Tienes que tener suerte”, dijo. “Tienes que ir en el momento adecuado. Si vas más tarde, va a ser difícil”.
Y, como señaló Perlman, “Si yo estuviera comerciando ilegalmente con animales exóticos y escuchara que [una] pandemia de SARS-CoV-2 estaba a punto de comenzar, lo primero que haría es tomar a mis animales exóticos y salir pitando”.
“En China, no es sorprendente que los científicos no encontraran SARS-CoV-2 en posibles fuentes animales inmediatamente después del brote humano en Wuhan. Ni ese resultado indica que haya un problema con la teoría del derrame por la fauna silvestre”, escribió Christine K. Johnson, directora del EpiCenter for Disease Dynamics en el One Health Institute de la Universidad de California, Escuela de Medicina Veterinaria de Davis, en un editorial en Scientific American. “Esta es una búsqueda difícil que lleva tiempo”.
Ha habido algunos esfuerzos para buscar un intermediario. La OMS informó que se había analizado 80.000 muestras de animales de granja y fauna silvestre de China, todas las cuales dieron negativas para el SARS-CoV-2. Pero Garry dijo que la cifra no es tan impresionante como podría parecer.
“80.000 animales suenan como muchos, pero muchos de ellos eran ganado doméstico, pollos y aves y cosas así que no se esperaría que tuvieran SARS-CoV-2”, dijo. “Cuando realmente llegas a la especies que podrían tenerlo, tal vez sean unos cientos de muestras como mucho”.
Y puede que no haya un intermedio. De cualquier manera, identificar un virus más cercano en los murciélagos, que se cree son la fuente original del virus, también podría llevar tiempo.
Con el SARS, se necesitó hasta 2017 para encontrar en una cueva en Yunnan una población de murciélagos de herradura que albergaban virus con todas las características específicas del SARS-CoV-1, demostrando que el virus probablemente se originó en esos animales y luego probablemente pasó a través de civetas para infectar a humanos. Ese trabajo de detective, por supuesto, lo hizo Shi.
“Ha llevado mucho tiempo descubrir muchas de estas infecciones zoonóticas y sospecho que tomará algunos años más”, dijo Perlman sobre el SARS-CoV-2.
Los científicos ya han identificado varios virus de murciélagos que están estrechamente relacionados con el SARS-CoV-2, incluido el RaTG13, aunque no se ha encontrado ningún virus precursor.
En particular, grupos distintos a los de Shi también han encontrado otros tres virus de murciélagos, todos de Yunnan, que son hasta un 94,5% idénticos al SARS-CoV-2. Cuando se toma en cuenta la recombinación viral, o el hábito viral de intercambiar trozos de material genético, estos están aún más cercanamente relacionados con el SARS-CoV-2 que con el RaTG13.
La existencia de estas secuencias en la naturaleza, dicen muchos científicos, refuerza el caso del origen natural, incluso si no lo prueba.
“Una especulación razonable es que un muestreo adicional de animales podría identificar sarbecovirus [coronavirus relacionados con el SARS] que están aún más cerca del SARS-CoV-2, incluso algunos que tienen el sitio de activación de la furina”, dijo Gallagher, y agregó que estos descubrimientos ofrecen hasta el momento “una razón basada en datos de porqué se favorece el escenario de la propagación natural”.
También es posible que una conexión animal concluyente resulte difícil de probar.
“Tal vez no obtengamos una respuesta definitiva”, dijo Goldstein. “Lo cual, lamentablemente, no es inusual en la ciencia. Quiero decir, todavía no conocemos definitivamente el huésped del virus del Ébola, que hemos estado buscando desde 1976”.
Obtener una respuesta
En efecto, aunque varios expertos se muestran optimistas en cuanto a que más muestreo arrojará más evidencia, la vía completa de cómo el SARS-CoV-2 llegó a las personas aún podría tener algunas brechas.
“A medida que se realizan más muestreos en murciélagos de herradura, hay una buena probabilidad de que encontremos virus animales más cercanos al SARS-CoV-2”, dijo Robertson. “Si bien es posible que nunca conozcamos la ruta exacta de transmisión, podríamos entender el proceso que ocurrió”.
Si se encuentra un reservorio animal, dijo Boni, será una evidencia bastante sólida de que el SARS-CoV-2 provino de ese reservorio animal. “¿Pero vamos a tener alguna vez una prueba definitiva y categórica de que no fue muestreado por un investigador y luego mal manejado y filtrado accidentalmente? Es posible que nunca tengamos esa prueba directa al 100%”, dijo.
En el caso más claro, los investigadores podrían identificar animales intermedios en las proximidades de una población de murciélagos portadores de virus similares al SARS-CoV-2 y una minoría de personas que viven en el área también tendrían anticuerpos contra el virus, dijo Boni.
Para algunos, es posible que esta aún no sea una prueba definitiva de que el virus no se escapó de un laboratorio, pero sería muy difícil argumentarlo.
También es posible que surjan pruebas que impliquen a un laboratorio. En su entrevista con el New York Times, Kristian Andersen de Scripps dijo que podrían surgir nuevas pruebas que podrían cambiar su opinión a favor de la hipótesis del escape del laboratorio. “Por ejemplo, cualquier evidencia creíble de que el SARS-CoV-2 haya estado en el Instituto de Virología de Wuhan antes de la pandemia, ya sea en un congelador, en cultivo de tejidos o en animales, o evidencia epidemiológica de casos muy tempranos del Covid-19 asociados con el instituto”, dijo.
Gallagher también dijo que si bien la liberación de un virus natural “parece muy improbable”, no estaba lo suficientemente familiarizado con las operaciones del laboratorio de Shi como para comentar más.
“Estoy abierto a nuevos hallazgos a medida que surjan”, dijo. “Todavía hay muchas incógnitas y, obviamente, nuevos descubrimientos pueden influir en mis posiciones”.
Sin embargo, tal como está, algunos científicos, aunque todavía apoyan más investigación, dicen que hay poca o ninguna razón para sospechar que un laboratorio es la fuente del SARS-CoV-2, y centrarse demasiado en la posibilidad disminuye las posibilidades de averiguar lo que pasó.
“Si vamos a obtener la respuesta, tenemos que hacerlo con cierto grado de diplomacia”, dijo el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, en un podcast con el New York Times. “Porque si queremos ser parte del equipo que sale y descubre que existe una conexión con un animal que podría haber sido traído de muchos, muchos, muchos kilómetros de distancia a los mercados de Wuhan, vamos a tener que hacerlo en colaboración con los chinos”.
Traducido por Elena de la Cruz.
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