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Según conclusiones de ensayos controlados aleatorios, considerados como la evidencia más fidedigna, la hidroxicloroquina no es beneficiosa para tratar a pacientes hospitalizados por COVID-19. Sin embargo, mensajes en las redes sociales afirman que el medicamento funciona y medios conservadores promocionan un estudio observacional, no publicado aún y muy criticado, como evidencia de su efectividad.
Historia completa
La efectividad para tratar el COVID-19 del fármaco antimalárico hidroxicloroquina, promocionado desde marzo de 2020 por el entonces presidente Donald Trump, ha sido estudiada en varias investigaciones científicas. Pero ensayos clínicos controlados aleatorios, en los cuales un grupo de pacientes recibe el medicamento y otro grupo recibe atención habitual, no han hallado un beneficio en tasas de mortalidad o en otros resultados clínicos en pacientes hospitalizados.
Un ensayo controlado aleatorio es considerado el “estándar de oro” para evaluar si ciertos tratamientos son efectivos, dado que reduce posibles sesgos al asignar al azar algunos pacientes a grupos con tratamiento y a otros a grupos con atención habitual o placebo. El ensayo puede ser “ciego”, esto es cuando los participantes pueden desconocer a cuál grupo han sido asignados, o doble ciego, cuando los investigadores también desconocen a cuál grupo ha sido asignado cada participante. Ambas técnicas ayudan a evaluar con más confianza si cierto tratamiento produce efectos diferentes.
Los resultados de este tipo de ensayo, entre otras evidencias, llevaron a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) a revocar en junio de 2020 la autorización de uso de emergencia que había emitido tres meses antes y que le daba a algunos pacientes mayor acceso a la hidroxicloroquina y a la cloroquina si es que no podían participar en un ensayo clínico. Al revocar la autorización de uso de emergencia (EUA, por sus siglas en inglés), la agencia dijo que los medicamentos, empleados para tratar lupus y artritis reumatoide, tenían “pocas probabilidades de ser efectivos para tratar el COVID-19 según los usos de emergencia autorizados en la EUA”. La FDA dijo que los “beneficios potenciales y conocidos” de los fármacos “ya no rebasan” los riesgos.
Pero un año más tarde, en una declaración emitida el 12 de junio, Trump dijo que él tenía “razón” sobre varias cosas, incluyendo que: “la hidroxicloroquina funciona”.
No ha surgido ningún ensayo aleatorio controlado nuevo que demuestre eso desde que revisamos por última vez la investigación sobre este medicamento.
El único tratamiento aprobado por la FDA para el COVID-19 es el fármaco antiviral remdesivir, aprobado en octubre para pacientes con COVID-19 mayores de 12 años que requieran hospitalización.
En su Programa de Aceleración del Tratamiento de Coronavirus, la FDA dice que ha revisado más de 460 ensayos clínicos y que están previstos cientos de programas adicionales para crear medicamentos. Hasta fines de junio, 11 medicamentos y productos biológicos habían obtenido una autorización de uso de emergencia de la FDA para el COVID-19.
Tal como apuntamos, la FDA revocó su autorización de uso de emergencia para la hidroxicloroquina. Pero mensajes en las redes sociales han promocionado la afirmación de Trump de que el medicamento “funciona”. Otros mensajes afirman que la hidroxicloroquina habría eliminado la necesidad de las vacunas y otros dicen erróneamente que correos electrónicos enviados por el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, muestran que él le había dicho en secreto a un pariente que tomara el medicamento junto a un antibiótico. Tal como hemos señalado, los correos de Fauci, difundidos gracias a solicitudes interpuestas por periodistas bajo la Ley de Libertad de Expresión, no muestran eso. Una persona que le escribió a Fauci dijo eso sobre la hidroxicloroquina.
Algunos medios de comunicación de tendencia conservadora, incluyendo One America News Network y Fox News, difundieron recientemente un estudio observacional no verificado por otros científicos y aún no publicado, como si hubiera “confirmado que la hidroxicloroquina es efectiva en el tratamiento del COVID-19”, como dijo OAN. Laura Ingraham de Fox News, lo describió el 1 de junio como un “estudio referencial” y le preguntó a uno de sus autores si es que 100.000 vidas estadounidenses se pudieran haber salvado durante la pandemia si “la gente hubiera considerado la hidroxicloroquina”.
El autor, el doctor Stephen M. Smith, dijo: “Odio decir ese tipo de cosas. Pero sí, es decir, las estadísticas… usted sabe, yo solamente trato de ver las estadísticas”.
Pero en una entrevista con FactCheck.org, Smith se retractó de esa cifra. “No sé cuántas muertes se podrían haber prevenido”, dijo, agregando que la pregunta durante el segmento en Fox News le cayó de sorpresa. “De nuevo, en lo que fallamos fue en realmente mirar lo que había y analizarlo de una manera realmente constructiva”, dijo Smith.
Expertos que han estudiado la hidroxicloroquina dicen que el estudio de Smith, que analizó el tratamiento brindado a 255 pacientes hospitalizados que requirieron respiración artificial entre marzo y abril de 2020, tiene varias fallas, especialmente en la manera en que se elaboró el análisis estadístico. Y nuevamente, apuntan a la evidencia más sólida obtenida en los ensayos controlados aleatorios.
“Estudios observacionales retrospectivos como éste no pueden compararse con ensayos controlados aleatorios mucho más amplios que inequívocamente muestran que la hidroxicloroquina NO es beneficiosa para tratar a pacientes hospitalizados”, nos dijo en un correo electrónico Nicholas White, profesor de medicina tropical en el Centro de Medicina Tropical y Salud Global de la Universidad de Oxford y de la Universidad Mahidol en Tailandia.
White ayuda en la ejecución de un ensayo controlado aleatorio multinacional que busca determinar si la hidroxicloroquina o la cloroquina son efectivas para prevenir el COVID-19. Su ensayo continúa, dijo, y agregó que la pregunta de si ambos medicamentos pueden brindar un beneficio en el tratamiento inicial o la prevención “permanece abierta”.
El Instituto de Investigación Clínica de la Universidad de Duke encabeza otro ensayo clínico aleatorio para determinar si la hidroxicloroquina puede prevenir el COVID-19 en trabajadores de la salud. Los primeros dos ensayos controlados aleatorios que anunciaron sus conclusiones sobre la hidroxicloroquina como una protección posterior a la exposición no hallaron un beneficio, incluyendo un ensayo del especialista en enfermedades infecciosas doctor David Boulware y sus colegas en la Universidad de Minnesota.
Boulware también criticó el borrador del estudio observacional de Smith. “Este análisis estadístico es completamente inválido y por lo tanto sus conclusiones son inválidas”, nos dijo.
El estudio observacional fue compartido en una página web de artículos preimpresos el 31 de mayo. Los preimpresos como éste no han sido revisados por otros científicos aún, por lo que la página web indica que si bien difundir estos estudios antes de su publicación permite a otros científicos ver y comentar los resultados, también significa que los estudios “no han sido finalizados por sus autores, pueden incluir errores y reportar información que aún no ha sido aceptada o respaldada de manera alguna por la comunidad médica o científica”.
El estudio fue elaborado por investigadores adscritos al Centro Smith para Enfermedades Infecciosas y Salud Urbana, fundado por Smith, y el Centro Médico Saint Barnabas en Nueva Jersey. Smith ha promocionado previamente el uso de hidroxicloroquina y en abril de 2020 le dijo a Fox News que el medicamento marcaba “un punto de inflexión” y que él ya lo había usado, junto al antibiótico azitromicina, para tratar a 72 pacientes de COVID-19.
El doctor Neil Schluger, director del Departamento de Medicina Barbara y William Rosenthal del Colegio Médico de Nueva York y director de medicina en el Centro Médico Westchester, nos dijo que el estudio “no aprobaría en un curso básico de estadística en ninguna escuela de salud pública en Estados Unidos” y que él no creía que se mantendría en pie tras una revisión de otros científicos.
Schluger es el coautor de un estudio observacional revisado por otros científicos, publicado en la revista New England Journal en mayo de 2020, sobre pacientes de COVID-19 admitidos a un hospital en Nueva York. El estudio determinó que la “administración de hidroxicloroquina no estuvo asociada con una disminución o un incremento del riesgo” de muerte o de intubación. El estudio dijo que se necesitaban ensayos controlados aleatorios para el medicamento, y Schluger nos dijo que desde entonces su estudio ya ha sido sustituido por tales ensayos.
Smith defendió su estudio ante las críticas. También argumentó que era “simplista” decir que su estudio demostraba que la hidroxicloroquina por sí sola era efectiva y agregó que “las estadísticas no demuestran” que el medicamento “funciona”. Dijo que más bien era la combinación de la hidroxicloroquina con el antibiótico azitromicina, con ambos fármacos administrados por encima de un cierto nivel, la que estaba asociada con un “un gran incremento en la supervivencia” de pacientes que requerían respiradores mecánicos invasivos.
Nos dijo que debido a que su estudio analizó la combinación de los medicamentos, no había ensayos controlados aleatorios con los cuales comparar su estudio observacional, excepto un estudio controlado aleatorio en Brasil. Smith expresó varias críticas sobre ese estudio.
Dos estudios controlados aleatorios revisados por otros científicos y realizados en Brasil analizaron el impacto de usar hidroxicloroquina y azitromicina: Un estudio se concentró en pacientes de COVID-19 hospitalizados en estado leve a moderado, y el otro trató con pacientes de COVID-19 grave. Ambos hallaron que la combinación de los medicamentos no mejoró el desenlace clínico.
“Ningún ensayo es perfecto”, nos dijo Schluger, “pero un ensayo controlado aleatorio supera un pequeño estudio retrospectivo cualquier día de la semana”.
Lo que han determinado los estudios
Antes de que nos enfoquemos en el estudio preimpreso presentado para revisión de pares, revisemos lo que esos ensayos controlados aleatorios más fidedignos han concluido respecto a la hidroxicloroquina.
Un artículo publicado por BMJ Journals explica de esta manera la importancia de la aleatoriedad: “La meta principal de la designación aleatoria es evitar el sesgo en la selección al distribuir las características de pacientes que puedan influir en el resultado al azar entre los grupos, para que cualquier diferencia en el resultado solo pueda ser explicada por el tratamiento”.
A comienzos de junio de 2020, los investigadores jefes del ensayo Recovery en el Reino Unido anunciaron que no hallaron diferencia fundamental alguna en la mortalidad a los 28 días y ninguna evidencia de beneficios en otros resultados al usar hidroxicloroquina. El estudio incluyó a 1.542 pacientes hospitalizados con COVID-19 en el Reino Unido que recibieron hidroxicloroquina y 3.132 que recibieron el tratamiento habitual.
Los resultados del estudio fueron revisados por otros científicos y publicados en la New England Journal of Medicine a comienzos de octubre. En el grupo con hidroxicloroquina, un 27% de los pacientes murieron a los 28 días y un 25% de los que recibieron el tratamiento habitual fallecieron.
Otros dos ensayos clínicos aleatorios narran una historia similar.
El grupo con hidroxicloroquina del ensayo Solidaridad, un estudio internacional lanzado por la Organización Mundial de la Salud y sus aliados para medir la efectividad de varios tratamientos posibles contra el COVID-19, fue suspendido a mediados de junio debido a las estadísticas arrojadas por el ensayo, la evidencia obtenida en el ensayo Recovery y el análisis de otras evidencias, dijo la OMS.
Los resultados de este ensayo fueron publicados en New England Journal of Medicine en diciembre. El estudio, que incluyó 954 pacientes asignados a recibir hidroxicloroquina, concluyó que el medicamento, al igual que otros tratamientos “tuvo escaso o nulo efecto en pacientes hospitalizados con Covid-19, tal como lo indica la mortalidad general, el uso de respiradores artificiales y la duración de la estadía en el hospital”.
Los Institutos Nacionales de la Salud también estudiaron el medicamento, y detuvieron su estudio en pacientes hospitalizados en junio de 2020, después de que una junta supervisora de estadísticas y seguridad analizó los datos preliminares. Los resultados, revisados por pares, fueron publicados en JAMA en noviembre. El estudio dijo que la hidroxicloroquina “no mejoró sustancialmente el estatus clínico al día 14″ entre pacientes hospitalizados con enfermedades respiratorias relacionadas al COVID-19. “A los 28 días después de la aleatoriedad, 25 de 241 pacientes (10,4%) en el grupo de hidroxicloroquina y 25 de 236 (10,6%) en el grupo placebo habían muerto”.
Más recientemente, meta-análisis han brindado una nueva perspectiva a las conclusiones combinadas de muchos estudios. Uno es una “revisión sistemática viva” de ensayos controlados aleatorios de varios tratamientos con medicamentos contra el COVID-19 que se sigue actualizando cuando surgen nuevos hallazgos. Publicado por la revista de la Asociación Médica Británica, ese análisis posterior concluyó que: “azitromicina, hidroxicloroquina, lopinavir-ritonavir e interferón-beta no parecen reducir el riesgo de muerte o tener ningún otro efecto importante en el desenlace del paciente”. Así lo establece la cuarta versión de la revisión, actualizada por última vez el 6 de abril.
Otro meta-análisis, publicado el 15 de junio en Pathogens and Global Health, evaluó 25 estudios observacionales que involucraron a 41.339 pacientes y 11 ensayos clínicos aleatorios que involucraron a 8.709 pacientes. Este análisis determinó que la hidroxicloroquina no estaba asociada con la mortalidad en los ensayos clínicos aleatorios analizados, a los que describió como una “evidencia con alto nivel de certeza”, pero el medicamento fue asociado a una reducción del 20% en mortalidad en estudios observacionales combinados, a los que describió como una “evidencia con bajo nivel de certeza”.
El meta-análisis indicó que la asociación con la mortalidad reducida “fue aparente principalmente por juntar estudios observacionales que usaron dosis más bajas de hidroxicloroquina” y que los hallazgos pueden “propiciar” ensayos controlados aleatorios que usen dosis bajas del medicamento. Pero el análisis señaló que las conclusiones de estudios observacionales “deberían ser consideradas con precaución porque la solidez general de la evidencia se determinó como baja”.
En cuanto al uso de azitromicina junto a la hidroxicloroquina, el análisis indicó que “parece que no incrementa ni reduce el efecto, si lo hubiese, de la hidroxicloroquina”, pero agregó que la apreciación “no era concluyente debido a la inmensa incertidumbre en las conclusiones”.
Los ensayos controlados aleatorios que evaluaron la combinación de los medicamentos en Brasil produjeron dos estudios revisados por pares. El primero, publicado en New England Journal of Medicine en julio de 2020, asignó al azar pacientes hospitalizados con casos confirmados o sospechosos de COVID-19 leve o moderado en 55 hospitales a tres grupos: 217 pacientes recibieron hidroxicloroquina y azitromicina, 221 recibieron hidroxicloroquina, y 229 recibieron el tratamiento habitual. De esos 667 pacientes, 504 tenían COVID-19 confirmado. Y entre los que tenían COVID-19 confirmado, el estudio no halló que la hidroxicloroquina, sola o combinada con azitromicina, mejorase los resultados clínicos en comparación a quienes recibieron el tratamiento habitual.
“En este ensayo controlado aleatorio, multicéntrico, de etiquetas visibles, que involucró a pacientes hospitalizados con COVID-19 confirmado de leve a moderado, un tratamiento de siete días de hidroxicloroquina sola o con azitromicina no resultó en mejores resultados clínicos al medirlos en una escala ordinal de siete niveles a los 15 días”, escribieron los autores. “Tampoco hubo efecto en ninguno de los resultados secundarios”, los cuales incluyeron el cuadro clínico a los siete días.
Smith expresó varias críticas sobre ese estudio y argumentó por qué no debe ser comparado al estudio que él hizo, incluyendo que algunos pacientes asignados inicialmente de forma aleatoria no tenían COVID-19 confirmado, que un 36% de los participantes había usado azitromicina antes del estudio, que el estudio no involucró a pacientes muy enfermos y que pocos murieron en cada uno de los tres grupos, reduciendo así la posibilidad de que los grupos con hidroxicloroquina obtuvieran un mejor resultado en cuanto a mortalidad.
El estudio identifica el uso previo de azitromicina (y el uso previo de hidroxicloroquina en el 9,3% de los participantes) como una limitación. Los autores apuntaron que “en la mayoría de los casos, la duración del uso previo fue de solamente 24 a 48 horas antes del estudio”, porque éste requería que los pacientes se inscribieran durante las primeras 48 horas de su hospitalización durante la mayoría del período de inscripción y el uso de los medicamentos antes de la hospitalización era “infrecuente”. Para el resto del periodo de inscripción, los pacientes que habían usado los fármacos durante más de 24 horas fueron excluidos.
Smith tiene razón en cuanto a que pocos murieron: cinco en el grupo con ambos medicamentos, siete en el grupo con hidroxicloroquina y seis en el grupo de control. Pero el estudio se enfocó en casos leves a moderados de COVID-19 y midió otros resultados clínicos además de mortalidad.
Los investigadores en Brasil publicaron un segundo estudio sobre pacientes con COVID-19 grave en la revista Lancet en septiembre. Ese ensayo clínico aleatorio concluyó que darle azitromicina junto con hidroxicloroquina a pacientes con enfermedad grave, en vez de hidroxicloroquina sola, “no resultó en una mejoría clínica ni en la reducción de mortalidad”.
En el momento en que se realizó el estudio (entre el 28 de marzo y el 29 de mayo de 2020, con 447 pacientes participando) las autoridades sanitarias brasileñas recomendaron el uso de hidroxicloroquina como tratamiento estándar para pacientes con COVID-19 grave, por lo que el grupo con “tratamiento habitual” recibió hidroxicloroquina. No fue posible en ese momento obtener un grupo de pacientes que no recibiera ese medicamento.
El estudio observacional reciente
El estudio observacional no publicado difundido en internet a fines de mayo analizó a 255 pacientes de COVID-19 ingresados en Saint Barnabas que requerían respiración artificial invasiva. Casi todos habían ingresado al centro médico entre el 12 de marzo y el 1 de mayo del 2020. (Uno contrajo COVID-19 en el hospital).
La gran mayoría de los pacientes (87,8%) recibieron hidroxicloroquina, y un 62.5% de ellos también recibió azitromicina. (Algunos pacientes también recibieron otros tratamientos que el estudio analizó: corticosteroides; tocilizumab, un anticuerpo monoclonal que trata la inflamación; y plasma de convaleciente). La tasa total de supervivencia fue pobre: 78,8% de ellos murieron. Los pacientes fueron observados durante hasta 90 días de hospitalización o la fecha en que recibieron el alta médica. De los 54 sobrevivientes, solamente nueve volvieron a sus casas “sin déficit cognitivo o motor y sin terapia de oxígeno”. (Pero el estudio nota que el desenlace para siete en el grupo de 54 sobrevivientes es desconocido).
El estudio concluyó que “mayores dosis de hidroxicloroquina y azitromicina mejoraron sustancialmente la supervivencia” entre pacientes de COVID-19 que requerían respiración artificial invasiva y que la administración de los medicamentos ajustados al peso del paciente “mejora la supervivencia en más del 100%”.
El estudio también dijo que 18 de los 37 pacientes que recibieron una mayor cantidad acumulada de hidroxicloroquina y azitromicina sobrevivieron, comparados a los 36 pacientes sobrevivientes entre los 218 que no recibieron mayores cantidades acumuladas. De esas cifras, el estudio calcula una diferencia relativa de casi 200% en la supervivencia.
“Diferencias de esa magnitud no han sido reportadas en otros estudios clínicos”, escribieron los autores.
Smith nos dijo que él pensó antes de hacer el estudio que usar el medicamento traería algún beneficio, pero que él “no sabía que el resultado sería tan dramático”. Describió a las estadísticas sobre la combinación de los dos fármacos como “asombrosas”, y dijo que si la diferencia en la mortalidad hubiese sido algo menor, “la gente estaría más dispuesta a escuchar”.
Pero los expertos que nosotros entrevistamos nos dijeron que las estadísticas no fueron analizadas apropiadamente.
Schluger nos dijo que el estudio probablemente halló una relación entre mayores dosis acumuladas y supervivencia porque “para recibir una mayor dosis acumulada usted tenía que estar vivo”. El problema se conoce en estadística como un sesgo de tiempo inmortal o sesgo de inmortalidad. Los pacientes no fueron seleccionados al azar para obtener dosis altas o bajas sino que fue una decisión discrecional de los doctores, dijo Schluger.
Boulware también nos dijo que el estudio tiene un sesgo de tiempo inmortal, al cual describió como un “concepto estadístico básico”. El análisis compara a “personas que sobrevivieron 10 días con personas que no sobrevivieron 10 días”, dijo en una entrevista. “No sorprende que a las personas que sobreviven 10 días les va mejor”.
Los grupos que el estudio compara “tienen que ser definidos al punto de partida, de lo contrario es un sesgo”, escribió Boulware en una seguidilla de tuits.
En cuanto a establecer conclusiones sobre la hidroxicloroquina, el estudio “no compara recibir hidroxicloroquina con no recibirla”, dijo Boulware. La gran mayoría de los pacientes recibieron el medicamento.
“Esto no será publicado”, dijo Boulware. “Cualquier publicación científica legítima identificará el problema en el análisis”.
Smith objetó que su estudio tenga sesgo de tiempo inmortal y nos envió por correo electrónico una lista de varias razones para argumentarlo. Dijo que “una dosis mayor de hidroxicloroquina por sí sola no estaba asociada a un incremento en la supervivencia” y que los pacientes alcanzarían el umbral de dosis acumuladas altas (3 gramos de hidroxicloroquina y 1 gramo de azitromicina) al quinto día de hospitalización, si es que tenían esa prescripción y comenzaban al primer día. Dijo que “la gran mayoría de los pacientes estuvieron vivos el tiempo suficiente” para haber recibido las dosis acumuladas más altas, si es que recibieron la prescripción.
También habló de regular la dosis acumulada de hidroxicloroquina según el peso del paciente y dijo que ese método “estaba más asociado con la supervivencia que las dosis acumuladas absolutas de hidroxicloroquina”, y que los pacientes más jóvenes pesaban más.
“Cuando uno usa dosis acumuladas de hidroxicloroquina según el peso del paciente, los más jóvenes descienden en la escala relativa y los más viejos ascienden. La dosis según el peso, sin embargo, elimina o reduce drásticamente la posibilidad de sesgo de tiempo inmortal, porque elimina la posibilidad de que la dosis acumulada de hidroxicloroquina sea un indicador de supervivencia, sin vínculo causal”.
Pero Schluger y Boulware discrepan.
“Al describir la ‘dosis acumulada’, esa es la esencia del sesgo de tiempo inmortal”, escribió Boulware en un correo electrónico. Ajustar la dosis según el peso no corrige el problema, agregó. “El peso es un factor de riesgo en la mortalidad relacionada al COVID, así que al ajustar la dosis según el peso, uno está ajustando según el riesgo subyacente de mortalidad debido al peso. El análisis apropiado continúa siendo un modelo de regresión de Cox dependiente del tiempo. Uno podría incluir el peso como una covariable en el modelo. Ellos no lo hicieron (pero podrían haberlo hecho)”.
“El estudio del doctor Smith es ciertamente un ejemplo de sesgo de inmortalidad, como muchas personas lo han señalado”, dijo Schluger. “No hay indicación en ninguna parte del documento de que la hidroxicloroquina fuese administrada en dosis según el peso del paciente. No lo fue. Resulta que los pacientes que recibieron un total de 2-3 gramos de hidroxicloroquina habían recibido una mayor dosis acumulada por mg/kg (miligramo de medicamento por kilo del paciente), pero fue porque estuvieron vivos el tiempo necesario para recibir esa cantidad. No fue que ellos recibieron esa dosis total acumulada según el peso intencionalmente al día 1 o 2 de hospitalización, y es por eso que éste es claramente un ejemplo de sesgo de tiempo inmortal”.
Ninguno de los estadísticos que analizaron los datos en un modelo causal aparece como autor del estudio, dijo Smith. Según nos dijo, él les ofreció crédito de coautoría a los estadísticos, pero personas en puestos más importantes en su compañía no querían estar asociados a la hidroxicloroquina.
En líneas generales, dijo Schluger, “el estudio es retrospectivo, pequeño, y cualquier señalamiento definitivo fundamentado en sus hallazgos debe ser tomado con muchas reservas”.
Schluger escribió en un correo electrónico que hubo “varias diferencias obvias que son sorprendentes” entre los pacientes que sobrevivieron y los que murieron, incluyendo que los fallecidos eran 13 años mayores que el promedio. “Esa es una gran diferencia, y la edad siempre ha sido el factor de riesgo principal para la mortalidad”.
Smith nos dijo que pondrá al acceso del público la base de datos del estudio. Y nos dijo que el documento había sido enviado a la revista científica PLOS ONE y que estaba en el proceso de ser evaluado por otros científicos. Él dijo que ya habían transcurrido más de cuatro semanas (y a la fecha de publicación, más de cinco semanas). “Nunca he visto un retraso como éste”, dijo respecto al tiempo transcurrido, y agregó que la revista científica estaba consultando con un cuarto evaluador, lo que describió como inusual.
PLOS ONE no confirmó si había recibido el documento, alegando su política de confidencialidad. David Knutson, jefe de prensa de la publicación, nos dijo que el periodo promedio entre la recepción de un estudio y su publicación es de unos 160 días, un proceso que involucra “numerosas rondas de revisiones”, revisiones del autor y respuestas de evaluadores. “La mayoría de los artículos en PLOS ONE reciben comentarios de dos árbitros y del editor a cargo, aunque el número de evaluadores puede variar dependiendo del artículo y de la pericia del editor a cargo”, indicó.
Traducido por Luis Alonso Lugo.
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