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SciCheck’s COVID-19/Vaccination Project

Científico engaña sobre la eficacia y la seguridad de las vacunas contra el COVID-19 en niños


This article is available in both English and Español

Compendio SciCheck

Las vacunas contra el COVID-19 aprobadas y autorizadas en Estados Unidos son eficaces para prevenir enfermedades graves, y los expertos afirman que los beneficios de la vacunación en niños superan cualquier riesgo conocido o potencial. Pero usuarios en las redes sociales han compartido un video en el que el Dr. Robert Malone afirma de forma engañosa que las vacunas contra el COVID-19 “no funcionan” y afirma sin pruebas que muchos niños “serán hospitalizados” y pueden sufrir daños cerebrales e infertilidad debido a las vacunas.


Historia completa

Las vacunas contra el COVID-19 proporcionan una protección muy alta contra enfermedades graves que derivan en hospitalizaciones y muertes, el principal objetivo para el que fueron desarrolladas, incluso contra las altamente contagiosas variantes delta y ómicron.

El Dr. Robert Malone, un científico que afirma haber inventado la tecnología de las vacunas de ARNm, puso en duda la eficacia y la seguridad de las vacunas contra el COVID-19 en parte del discurso de casi 14 minutos que dio en una manifestación realizada el 23 de enero en contra de los mandatos de vacunas.

“En cuanto a las vacunas genéticas contra el COVID, la ciencia está establecida”, dijo Malone, que ha sido vetado en Twitter por difundir información errónea. “No funcionan. No son completamente seguras”.

Luego siguió diciendo que las vacunas eran específicamente perjudiciales para los niños.

“En promedio, 1 de cada 2.000 y 1 de cada 3.000 niños que reciban estas vacunas serán hospitalizados en el corto plazo con daños causados por las vacunas”, dijo después. “Estas vacunas genéticas pueden hacer daño a sus hijos. Pueden dañar su cerebro, su corazón, su sistema inmunitario y su posibilidad de tener hijos en el futuro. Muchos de estos daños no se pueden reparar”.

Usuarios en distintas plataformas de las redes sociales han compartido partes del discurso de Malone, mientras que otros han publicado el video completo de sus declaraciones.

Tratamos de ponernos en contacto con Malone para pedirle pruebas que respaldaran sus afirmaciones, pero un correo electrónico automatizado nos dijo que, debido al elevado número de consultas, no estaba disponible para responder a nuestras preguntas.

Pero al contrario de sus afirmaciones, estudios publicados recientemente han constatado que las vacunas disponibles siguen siendo eficaces y muy seguras, tanto en niños como en adultos.

La eficacia de las vacunas

Las investigaciones han demostrado que, con el paso del tiempo, las vacunas disponibles en EE. UU. son menos eficaces para prevenir una infección por SARS-CoV-2 que causa el COVID-19, especialmente desde la aparición de las variantes delta y ómicron, que se han propagado con más facilidad que las variantes anteriores del coronavirus.

Sin embargo, eso por sí solo no significa que las vacunas “no funcionan”, si esa era la base de la afirmación de Malone.

Las personas vacunadas siguen teniendo menos probabilidades de infectarse con el virus que las no vacunadas y las vacunas, especialmente después de una dosis de refuerzo, siguen siendo eficaces para prevenir hospitalizaciones y muertes por enfermedades graves, según estudios recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).

Un estudio publicado el 21 de enero en el Informe Semanal de Morbilidad y Mortalidad de los CDC (MMWR, por sus siglas en inglés) analizó las tasas de incidencia de COVID-19 entre adultos no vacunados y totalmente vacunados, con y sin dosis de refuerzo. Utilizando datos de 25 departamentos de salud estatales y locales, los autores concluyeron que las vacunas redujeron el riesgo de infección durante los periodos en los que predominaba la variante delta y en los que afloraba la variante ómicron.

A lo largo de octubre y noviembre, cuando la variante delta era la dominante, los individuos no vacunados tenían 13,9 veces más riesgo de contagiarse que las personas totalmente vacunadas que recibieron una dosis de refuerzo, y cuatro veces más riesgo que las personas totalmente vacunadas sin dosis de refuerzo, según el estudio. Más tarde, durante el aumento de la variante ómicron en diciembre, los no vacunados seguían corriendo 4,9 veces más riesgo de contagio que los que recibieron una dosis de refuerzo y 2,8 veces más riesgo que los individuos que solo recibieron la serie primaria de dos dosis.

Los autores dijeron que las cifras sugerían que la eficacia de la vacuna contra la infección en diciembre, a comparación con el periodo de octubre a noviembre, había disminuido del 93% al 80% en las personas totalmente vacunadas con una dosis de refuerzo, y del 75% al 64% en personas totalmente vacunadas sin el refuerzo.

Mientras tanto, otro estudio de los CDC, que fue publicado en JAMA el 21 de enero, analizó la eficacia de las vacunas de ARNm de Pfizer/BioNTech y de Moderna contra la infección sintomática. Los autores revisaron más de 70.000 pruebas de adultos sintomáticos y descubrieron que los individuos que habían recibido tres dosis de la vacuna de ARNm tenían menos probabilidades de dar positivo en las pruebas por las variantes delta y ómicron que los individuos no vacunados y las personas que solo habían recibido dos dosis de la vacuna. 

Sin embargo, los autores dijeron que las probabilidades más altas de infección sintomática con ómicron sugieren que los individuos con la dosis de refuerzo tenían menos protección contra esa variante que contra la delta.

Pero incluso si individuos vacunados contraen el virus, los estudios también demuestran que están ampliamente protegidos contra enfermedades graves que requieren hospitalización, un objetivo clave de las vacunas.

Un tercer estudio de los CDC publicado el 21 de enero y basado en miles de casos en 10 estados, descubrió que la eficacia de las vacunas de ARNm contra las hospitalizaciones asociadas al COVID-19 durante el predominio de la variante ómicron aumentó en un 90% al menos 14 días después de la tercera dosis, en comparación con un 57% a los 180 días o más después de recibir la segunda dosis. Cuando la variante delta era la dominante, la eficacia de la vacuna contra las hospitalizaciones era de un 81% seis meses o más después de una segunda dosis, y de un 94% a los 14 días o más después de una tercera dosis.

Los autores dijeron que los resultados “subrayan la importancia de recibir una tercera dosis de la vacuna de ARNm contra el COVID-19 para prevenir tanto el COVID-19 moderadamente grave como el grave, especialmente mientras la variante ómicron sea la variante que predomina y cuando la eficacia de las dos dosis de las vacunas de ARNm se reduce significativamente contra esta variante”.

Los CDC recomiendan una dosis de refuerzo para todas las personas de 12 años de edad o más, al menos cinco meses después de completar su serie primaria de dos dosis de las vacunas de ARNm y dos meses después de recibir una vacuna de Johnson & Johnson.

La seguridad de las vacunas

En general, los CDC afirman que la vacuna contra el COVID-19 es segura para los niños y la recomiendan a cualquier persona de 5 años o más. El Comité de Enfermedades Infecciosas de la Academia Estadounidense de Pediatría también ha aconsejado a los padres que vacunen a sus hijos con esas edades contra la enfermedad.

Una niña recibe una dosis de la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer en un acto de inauguración de la vacunación escolar en Los Ángeles, California, el 5 de noviembre de 2021. Foto de Frederic J. Brown/AFP vía Getty Images.

En este momento, la vacuna de Pfizer/BioNTech es la única autorizada en EE. UU. para niños; actualmente no hay ninguna vacuna contra el COVID-19 autorizada para niños menores de 5 años. 

No conocemos la fuente exacta de las reservas de Malone sobre la seguridad de la vacuna contra el COVID-19, ya que no ha respondido a nuestras preguntas.

Su afirmación de que “1 de cada 2.000 y 1 de cada 3.000 niños que reciban estas vacunas serán hospitalizados en el corto plazo con daños causados por las vacunas” puede haberse basado en datos sobre la seguridad de la vacuna en niños de 5 a 11 años que fueron publicados en el MMWR de los CDC el 31 de diciembre.

Los autores del estudio revisaron los datos de 42.504 niños inscritos en v-safe, un sistema de vigilancia de seguridad en teléfonos celulares, que fueron vacunados entre el 3 de noviembre y el 19 de diciembre de 2021. Los investigadores encontraron que 14 o el 0,02%,de los niños, habrían precisado atención hospitalaria tras la vacunación contra el COVID-19.

Pero, como dice el estudio, “no se pudo determinar si las hospitalizaciones fueron resultado de la vacunación”.

La “información sobre el motivo de las hospitalizaciones” solo estaba disponible para cinco de los niños, e incluía apendicitis (dos), vómitos y deshidratación (uno), infección respiratoria (uno)” y un caso de una infección conocida como celulitis retrofaríngea, según el estudio. Los investigadores también descubrieron posteriormente que una de las hospitalizaciones se había notificado por error, después de contactar con los padres o tutores de todos los niños hospitalizados.

Además, en su sección de limitaciones, el estudio también señaló que la participación en v-safe es voluntaria, por lo que los “datos comunicados podrían no ser representativos de la población vacunada”.

Como hemos mencionado, Malone también especuló que las vacunas contra el COVID-19 podrían causar otros problemas de salud en niños.

“Estas vacunas genéticas pueden hacer daño a sus hijos”, dijo. “Pueden dañar su cerebro, su corazón, su sistema inmunitario y su posibilidad de tener hijos en el futuro. Muchos de estos daños no se pueden reparar”.

Para ser exactos, ninguna de las vacunas contra el COVID-19 es capaz de cambiar el ADN de alguien, como el uso de la frase “vacunas genéticas” por parte de Malone podría hacer creer. Los CDC han explicado en su página web que ni las vacunas de ARNm, ni las vacunas de vectores virales como la fabricada por Johnson & Johnson, “cambian o interactúan con su ADN de forma alguna”.

Los expertos también han dicho que no se ha demostrado que la infertilidad sea un efecto secundario de la vacunación.

“No hay pruebas de que la vacuna pueda producir pérdida de fertilidad”, afirma la Academia Estadounidense de Pediatría en su página de preguntas frecuentes sobre las vacunas contra el COVID-19. “Aunque la fertilidad no se estudió específicamente en los ensayos clínicos de la vacuna, no se ha notificado pérdida de fertilidad entre ninguno de los participantes de los ensayos o entre los millones de personas que han recibido las vacunas desde su autorización, y no han aparecido signos de infertilidad en los estudios con animales. Del mismo modo, no hay pruebas de que la vacuna COVID-19 afecte a la pubertad”.

En cuanto a los posibles daños cerebrales, la vacunación contra el COVID-19 puede de hecho ofrecer cierta protección contra la inflamación cerebral causada por una infección por SARS-CoV-2.

Un estudio de los CDC publicado por primera vez en el MMWR el 7 de enero estimó que, en personas entre los 12 y 18 años, dos dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech tenían una eficacia del 91% contra el síndrome inflamatorio multisistémico en niños, o MIS-C, una enfermedad que, según los CDC, puede causar inflamación en el cerebro, el corazón, los pulmones, los riñones, la piel, los ojos o los órganos gastrointestinales. Aunque los CDC afirman que se desconoce la causa exacta del MIS-C, esta enfermedad se ha observado en niños que han tenido COVID-19.

En el estudio, que analizó casos entre julio y diciembre de 2021, cuando la variante delta era la predominante, el 95% de los pacientes hospitalizados con COVID-19 no estaban vacunados. Los investigadores dijeron que los hallazgos, junto a un análisis anterior que estimaba un 93% de efectividad de la vacuna contra las hospitalizaciones relacionadas con el COVID-19, “contribuyen al creciente número de pruebas de que la vacunación es probablemente efectiva para prevenir las complicaciones graves relacionadas con el COVID-19 en los niños, incluyendo el MIS-C”.

Es cierto que algunos niños pueden sufrir una dolencia conocida como miocarditis, o una inflamación del músculo cardíaco, después de vacunarse. Sin embargo, las investigaciones sugieren que los casos son poco frecuentes y que los pacientes se recuperan rápidamente después del tratamiento, aunque los CDC están investigando los efectos a largo plazo.

Un estudio publicado en la revista Circulation a principios de diciembre recoge 140 episodios de miocarditis confirmados o presuntos en 139 adolescentes y adultos jóvenes entre los 12 y 20 años. Los autores descubrieron que más del 90% de los pacientes eran varones, que la edad media de los pacientes era de 15,8 años, y que el síntoma más común, el dolor torácico, fue experimentado por más del 99% de los pacientes. Además, casi el 19% de los pacientes fueron ingresados en la UCI y la estancia hospitalaria media fue de dos días. No se registraron muertes.

Los autores dijeron que “la mayoría de los casos en los que se sospecha de una miocarditis por la vacuna contra el COVID-19” en ese grupo de edad “tienen un curso clínico leve con una pronta resolución de los síntomas”.

“Creemos que es muy importante vacunar a los niños contra el COVID-19”, dijo en un video sobre la investigación una de las autoras principales del estudio, la Dra. Jane Newburger, especialista en cardiología pediátrica del Hospital Infantil de Boston. “Eso es porque la miocarditis a causa de la vacunación, y otras complicaciones relacionadas con la vacuna, son realmente infrecuentes y mucho más inusuales que los tipos de complicaciones más graves que pueden ocurrir después de la infección con el COVID-19 en sí”.

Para aquellos menores de 12 años, el estudio de los CDC del 31 de diciembre sobre la seguridad de las vacunas dijo que “la miocarditis entre los niños de 5 a 11 años parece ser poco frecuente”, ya que solo hubo 11 notificaciones verificadas al Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas, o VAERS por sus siglas en inglés, después de la administración de aproximadamente 8 millones de dosis de vacunas. Además, “en el sistema activo de vigilancia de la seguridad de las vacunas no se observaron informes confirmados de miocarditis durante los días 1 al 21, o los días 1 al 42, posteriores a la administración de 333.000 dosis de vacunas a niños de la misma edad”, señala el estudio.

Ninguna vacuna, incluidas aquellas contra el COVID-19, son “completamente seguras”, o están exentas de algún riesgo, como dijo Malone. Pero los CDC y otras organizaciones han determinado que, para adultos y niños, los beneficios de la vacunación contra el COVID-19 superan cualquier riesgo conocido o posible.

Traducido por Elena de la Cruz.

Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.