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SciCheck’s COVID-19/Vaccination Project

No hay indicios de que la leche materna no sea segura tras la vacunación, a pesar de publicaciones sobre nuevo estudio


This article is available in both English and Español

Compendio SciCheck

No hay pruebas que sugieran que sea peligroso para los bebés consumir leche materna de personas que han sido vacunadas contra el COVID-19. Sin embargo, publicaciones digitales apuntan a un estudio que encontró rastros temporales del ARNm de la vacuna en la leche materna tras la vacunación para afirmar que las vacunas no son seguras. 


Historia completa

Actualización, 25 de septiembre: actualizamos este artículo para incluir información sobre un segundo estudio de los autores del estudio original en JAMA Pediatrics. El nuevo estudio no encontró ninguna prueba de que los rastros temporales de ARNm de la vacuna encontrados en la leche materna de algunas personas vacunadas sea funcional.

No existe evidencia que muestre que la leche materna de pesonas que han recibido la vacuna contra el COVID-19 perjudique a los bebés que la consumen. Por el contrario, las madres vacunadas producen leche con anticuerpos e incluso algunas células inmunitarias que pueden reconocer al coronavirus, o SARS-CoV-2, lo que puede brindar cierta protección a los bebés. 

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos y la Organización Mundial de la Salud recomiendan que las madres lactantes se vacunen, y ninguna de las organizaciones recomienda suspender la leche materna después de la vacunación. 

Sin embargo, publicaciones digitales han aprovechado un nuevo estudio publicado en JAMA Pediatrics para argumentar que la vacunación de las madres es perjudicial para los bebés. 

“7 de 11 mujeres tenía ARNm en su leche. Esto no es solo un desastre para los bebés, es una prueba más de que el ARNm/LNP en las vacunas llega a practicamente cada célula del cuerpo”, dice una publicación del 26 de septiembre en Instagram, que comparte un pantallazo del estudio y cita un tuit de Alex Berenson. 

Berenson es un exreportero del New York Times que ha difundido repetidamente desinformación sobre el COVID-19 y las vacunas. 

El estudio encontró ARNm de las vacunas contra el COVID-19 de Pfizer/BioNTech y Moderna en muestras de leche materna de varias mujeres (en realidad eran cinco de 11 mujeres, no siete, como dijo Berenson, aunque luego se corrigió en Twitter). Pero como explicaremos, la cantidad de ARNm fue extremadamente pequeña, se detectó solo hasta 48 horas después de la vacunación y no significa que la vacunación sea peligrosa para los bebés. 

Las vacunas contra el COVID-19 de Pfizer/BioNTech y de Moderna contienen ARN mensajero modificado, o ARNm, que entrega instrucciones a las células para que produzcan temporalmente proteínas de la espícula del coronavirus. Esto hace que el cuerpo genere una respuesta inmunitaria protectora, y así, si alguien se enfrenta al SARS-CoV-2, su sistema inmunitario ya estará familiarizado con el virus y podrá combatirlo más fácilmente. En ambas vacunas, el ARNm está envuelto en moléculas grasas conocidas como nanopartículas lipídicas para proteger y transportar al ARNm al interior de las células, ya que sin estas el ARNm se degradaría muy rápidamente. 

El Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos nos dijo en una declaración que si bien se agradecen más investigaciones sobre la seguridad de la vacunación contra el COVID-19 durante la lactancia, estos nuevos hallazgos no cambian las recomendaciones del grupo de que las mujeres no necesitan evitar comenzar a amamantar o dejar de hacerlo después de la vacunación. 

“Los hallazgos basados en una muestra de leche materna en 5 mujeres en que se pudo medir (de las once) es altamente especulativa y no representan realmente una evidencia sólida contra la lactancia materna en ningún momento después de la vacunación contra el COVID-19”, dijo la organización. “Además, se esperaría que el intestino fetal, al consumir leche materna dentro de las primeras 48 horas después de la vacunación de la madre, degrade rápidamente cualquier ARNm que ingrese. Sin embargo, incluso si el ARNm fuese absorbido, la idea de que sería perjudicial para un bebé no está respaldada por los datos presentados ni por la información actualmente disponible”. 

Estudio de JAMA Pediatrics

El estudio de JAMA Pediatrics, publicado por investigadores de la Escuela de Medicina de Long Island de la Universidad de Nueva York, buscó la presencia de ARNm en muestras de leche materna de 11 mujeres, recolectadas entre una hora y cinco días después de la vacunación con la vacuna de Pfizer/BioNTech o la de Moderna. 

Rastros de ARNm de la vacuna fueron encontrados en siete muestras de cinco mujeres, hasta 45 horas después de la vacunación. En dos de esas mujeres, no se detectó el ARNm de la vacuna en la leche entera, pero se identificaron pequeñísimas cantidades cuando los investigadores utilizaron un método para concentrar el número de vesículas extracelulares, o diminutas burbujas recubiertas de grasa, para que fuera más probable detectar el ARNm. Las vesículas se encuentran en forma natural en la leche materna. 

Las cantidades de ARNm de la vacuna en la leche fueron extremadamente pequeñas, menos de 12 picogramos por mililitro de leche entera, y en las vesículas, no más de 17 picogramos por mililitro. Estas cantidades están por debajo de 0,02 partes por mil millones. 

El estudio reconoce que la investigación tiene pocos participantes y que no se realizó ninguna prueba para determinar si el ARNm era funcional de alguna manera y podría ser utilizado para producir proteínas. 

Actualización, 25 de septiembre: Un segundo estudio de los mismos autores, publicado en la revista eBioMedicine el 19 de septiembre de 2023, sí probó la funcionalidad y no encontró ninguna prueba de que el diminuto trazo de ARNm de la vacuna ocasionalmente encontrado en la leche materna sea biológicamente activo. El estudio analizó 154 muestras de leche materna tomadas de 13 madres posparto. Como antes, los autores identificaron trazos del ARNm de la vacuna en la leche materna de algunas personas, concentrada en las vesiculas extracelulares de la leche, siempre dentro de 48 horas de la vacunación. 

Pruebas adicionales relevaron que la mayoría del ARNm en la leche estaba fragmentado, solo de 12% a 25% estaba intacto, y que no había proteína de la espícula. Las pruebas de laboratorio también mostraron que las células intestinales presentes con las vesiculas extracelulares que dieron positivo a ARNm no procedieron a producir ninguna proteína de la espícula. Estos hallazgos indican que el ARNm temporalmente presente en la leche materna es biológicamente inactivo. 

“La presencia esporádica y las cantidades pequeñísimas de ARNm de la vacuna contra el COVID-19 detectadas en muestras de leche materna extraída sugieren que amamantar tras la recepción de vacunas de ARNm contra el COVID-19 es seguro, en particular 48 horas después de la vacunación”, escribieron los autores. 

Aun así, los autores determinaron que el hallazgo era importante. “Creemos que es seguro amamantar después de la vacunación contra el COVID-19 de la madre. Sin embargo, hasta que se realicen más estudios de seguridad, es justificable tomar precauciones sobre la lactancia de bebés menores de 6 meses en las primeras 48 horas después de la vacunación de la madre”, agregaron. 

El día de la publicación, JAMA Pediatrics destacó esta parte de la investigación y compartió el estudio en Twitter con el texto: “Se detectaron cantidades muy pequeñas de ARNm de la vacuna #COVID19 en la leche materna de algunas mujeres lactantes. Es justificable tomar precauciones sobre #amamantar bebés menores de seis meses en los primeros dos días después de la vacunación contra el COVID-19 de la madre”.

Pantallazos del tuit, junto con algunos del estudio, se compartieron luego en las redes sociales, algunos con poco o ningún comentario, mientras otros fueron más explícitos al sugerir que los nuevos resultados significaban que amamantar no era seguro para madres vacunadas y que las madres lactantes no deberían vacunarse. 

Varios expertos, incluyendo algunos consternados por el tuit de la revista, dicen que los hallazgos no son preocupantes. 

Primero, como nos dijo Victoria Male, profesora de inmunología reproductiva en el Imperial College London, y como detalla en un documento explicativo que actualiza periódicamente en línea, los resultados no son particularmente nuevos. 

Otros dos estudios también encontraron ARNm de la vacuna en la leche materna de algunas, pero no todas, las mujeres de un pequeño grupo de lactantes, siempre en cantidades extremadamente pequeñas. (Otros dos estudios, que no intentaron concentrar posible ARNm en las muestras, no pudieron detectar ARNm de las vacunas).

“También es importante tener en cuenta que, aunque se puedan detectar pequeñas cantidades de ARNm de la vacuna en algunas personas, esto no quiere decir necesariamente que la vacuna esté presente”, dijo Male en un correo electrónico. “Otro estudio, que buscó componentes distintos del ARNm que podrían sugerir que la vacuna activa estuviera presente en la leche materna, no pudo encontrar ninguno, y no hay evidencia que esta pequeña cantidad de ARNm pueda tener un impacto negativo en la salud de los bebés”. 

Una madre joven amamantando a su hijo. Foto por FatCamera via Getty Images.

“Los estudios que han analizado la salud de bebés lactantes poco después de que sus madres hayan sido vacunadas tampoco han encontrado algún problema”, dijo Male. “Tomando todo en consideración, el conjunto de pruebas sugiere que no debiera haber ningún problema con amamantar al poco tiempo de recibir la vacuna”. 

Agregó que el Colegio Real de Obstetras y Ginecólogos del Reino Unido dice que las mujeres no deben dejar de amamantar para recibir la vacuna contra el COVID-19. Esto es similar a los que dicen el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos (ACOG, por sus siglas en inglés), la Academia Estadounidense de Pediatría, la Academia de Medicina de Lactancia Materna y la OMS.

“Amamantar después de una vacunación es seguro para el bebé”, explica el ACOG en una página de preguntas frecuentes. “No hay ninguna necesidad de dejar de amamantar si usted quiere recibir una vacuna. Cuando se vacune, los anticuerpos creados por su cuerpo pueden pasar a través de su leche y pueden ayudar a proteger a su bebé del virus”. 

En una entrevista con FactCheck.org, el autor principal del estudio, el neonatólogo Dr. Nazeeh Hanna, defendió la inclusión de la frase que dice que “es justificable tomar precauciones” en su estudio, pero explicó que esto quiere decir es que si las madres tienen cualquier inquietud sobre el ARNm en la leche materna, podrían “extraer y botar” leche por 48 horas después de la vacunación. No estaba sugiriendo que las madres lactantes no se vacunaran.

El término extraer y botar se refiere a extraer la leche materna, generalmente con un extractor de leche, y luego desechar esa leche. Hanna sugirió que las madres que opten por este método se extraigan leche extra antes de la vacunación para alimentar a sus bebés durante los dos días en que desecharían la leche, en lugar de usar fórmula.

“Si quieren estar seguros y ser más cautelosos … no expongan a los bebés por ahora, porque podría haber alguna preocupación, podría ser”, dijo. 

La justificación para la precaución, dijo Hanna, es para los bebés menores de seis meses, ya que las vacunas no han sido probadas o autorizadas en los bebés. Hanna dijo que no creía que las pequeñísimas cantidades de ARNm podrían ser perjudiciales para los bebés, y en teoría podrían traer beneficios, pero debido a que se desconoce, se debe informar a las personas sobre la presencia temporal del ARNm en la leche materna. 

Pero otros expertos no creen que haya suficiente probabilidad de daño como para justificar tales precauciones. 

Resultados del estudio no son preocupantes, dicen expertos

“No hay ninguna justificación en lo absoluto para dejar de amamantar después de recibir la vacuna, incluso tras la detección de cantidades mínimas de ARNm. Hay ARNm de muchas fuentes en la leche materna, que no son peligrosos y muy poco probablemente sobrevivan al tracto digestivo del bebé de todos modos”, nos dijo en un correo electrónico la Dra. Stephanie Gaw, investigadora experta en medicina materno-fetal en la Universidad de California, San Francisco. 

“La importancia clínica o biológica de esas cantidades mínimas no está estudiada, y la mayoría de los científicos consideraría que no es clínicamente relevante”, continuó. “Sugerir que las madres se saquen y descarten leche es imprudente y potencialmente dañino para la madre y el bebé (le priva alimento sano y nutritivo del bebé, rompe la relación de amamantamiento e impone estrés en esos días) con absolutamente ninguna justificación”. 

Gaw fue autora senior de un estudio anterior en JAMA Pediatrics que no usó métodos especiales para aumentar la capacidad de detectar rastros de ARNm y no encontró ARNm de la vacuna en muestras de lecha materna de siete madres. También fue autora de un estudio en 50 pares de madres y bebés lactantes, que no encontró ninguna prueba de que el polietilenglicol, uno de los ingredientes de la vacuna que ayuda a proteger al ARNm, llegará a la leche. Ese estudio tampoco observó ningún efecto secundario grave en madres o sus bebés. 

Vale la pena mencionar que la cantidad de ARNm detectado en la leche materna ni siquiera se acerca a la cantidad presente en la vacuna. Incluso a la concentración más alta encontrada por el estudio de JAMA Pediatrics, un bebé tendría que consumir 256 litros de leche materna para llegar a los 3 microgramos presentes en una sola dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech autorizada para bebés de seis meses de edad en adelante. Los bebés consumen como máximo un poco más de un litro de leche materna al día. 

(Por esta razón, incluso si en teoría la transferencia de ARNm a la leche materna podría ser buena para los bebés, es difícil de imaginar cómo obtendrían lo suficiente como para ver algún efecto. Los posibles beneficios de la vacunación vía leche materna se deberían a la transferencia de anticuerpos protectores o células inmunes, no de ARNm).

Male, del Imperial College London, no está necesariamente en contra de “extraer y botar”, pero también dijo que dejar de amamantar, incluso por un período corto de tiempo, no “está exento de daños de por sí, particularmente en personas que no están acostumbradas a sacarse leche y bebés que no están acostumbrados a tomar biberones. Es importante para las personas considerar todos estos temas, con apoyo de su doctor o matrona si fuese necesario”. 

Tanto Gaw como Male notaron que tener ARNm en la leche materna es normal, y que las personas ingieren y digieren ARNm todo el tiempo a través de la comida y el medio ambiente. Hanna dijo que el ARNm en las vesículas extracelulares en la leche materna sobreviviría a la digestión y podría ser absorbido por el tracto gastrointestinal. Algunos estudios han encontrado que algunas vesículas de la leche materna que transportan proteínas o microARN (un ARN diferente al ARNm) pueden sobrevivir la digestión. 

Pero como nos dijo la viróloga Angela Rasmussen de la Universidad de Saskatchewan, el estudio de JAMA Pediatrics no evalúa si las vesículas con ARNm de la vacuna son capaces de sobrevivir la digestión. Incluso si lo hicieran, dijo, “las cantidades de ARNm son tan diminutas, que no tendrían ningún impacto biológico”. 

“Es más”, agregó, “dado que miles, quizás millones, de personas lactantes han recibido la vacuna y no hay ningún indicio de que esto tenga algún impacto clínico observable en bebés lactantes, yo tendría bastante más ‘precaución’ de no poner a mi bebé en riesgo de contraer el COVID por no recibir la vacuna o la dosis de refuerzo”.

Traducido por Catalina Jaramillo.


Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.