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Compendio SciCheck
Tanto los ensayos clínicos como las condiciones de la vida real han demostrado que las vacunas contra el COVID-19 son seguras y efectivas. Pero un video en internet afirma sin fundamento que una compañía de seguros francesa rehusó pagar la póliza de un hombre que falleció tras recibir la vacuna porque la consideró como un “experimento médico”. El video menciona erróneamente que esto también ha ocurrido en Estados Unidos.
Ninguna vacuna o medicamento es 100% seguro, pero la seguridad de las vacunas está avalado por pruebas en rigurosos ensayos clínicos realizados antes de la autorización o aprobación, seguidos por un continuo seguimiento de seguridad una vez que las vacunas se comenzaron a administrar al público para detectar posibles efectos secundarios poco frecuentes. Además, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) inspecciona los establecimientos donde se producen las vacunas y revisa los protocolos de producción para asegurarse que las dosis de las vacunas sean de alta calidad y estén libres de contaminantes.
Parte clave del plan de vigilancia de seguridad de las vacunas es el Sistema de Notificación de Reacciones Adversas a las Vacunas, o VAERS, el cual es un sistema de alerta temprana manejado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y la FDA. Tal como su sitio web explica, VAERS “no está diseñado para detectar si la vacuna causó un evento adverso, pero puede identificar patrones inusuales o inesperados de notificación que pueden indicar posibles problemas de seguridad que requieran de una segunda mirada”.
Cualquiera puede presentar una notificación a VAERS por cualquier problema de salud que ocurra luego de una vacunación. No hay ningún filtro ni descarte de notificaciones ni algún intento de determinar si la vacuna fue responsable del problema. La información es igualmente valiosa porque es una manera de recibir una alerta rápida por un potencial problema de seguridad de alguna vacuna, la cual puede luego tener un seguimiento por parte de científicos del gobierno.
Otro sistema de supervisión es el Vaccine Safety Datalink de los CDC, el cual usa información de salud electrónica de nueve organizaciones de salud en los Estados Unidos para identificar eventos adversos relacionados con las vacunaciones en tiempo real.
En el caso de las vacunas contra el COVID-19, ensayos controlados aleatorios incluyendo a decenas de miles de personas, los cuales fueron revisados por múltiples grupos de expertos, no detectaron ningún problema de seguridad y mostraron que los beneficios superan a los riesgos.
Los sistemas de supervisión de seguridad de los CDC y la FDA, los cuales fueron ampliados para las vacunas contra el COVID-19 y también incluyen una nueva herramienta digital para teléfonos inteligentes llamada v-safe, han, desde entonces, identificado solo unos pocos, e infrecuentes, efectos secundarios.
Más de 500 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19 han sido administradas en Estados Unidos y solo han aparecido unos pocos, e infrecuentes, problemas de seguridad. La gran mayoría de personas tiene efectos secundarios menores y temporales, tales como dolor en el lugar del pinchazo, cansancio, dolor de cabeza o dolor muscular, o ninguno de ellos. Como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) han dicho, estas vacunas “se han sometido y continuarán siendo sometidas al monitoreo de seguridad más intensivo de la historia de EE. UU.”
Un pequeño número de reacciones alérgicas graves conocidas como anafilaxia, la cual puede suceder con cualquier vacuna, hanocurrido con las vacunas contra el COVID-19 autorizadas y aprobadas. Afortunadamente, estas reacciones son escasas, comúnmente ocurren a minutos de la inoculación y pueden ser tratadas. Aproximadamente 5 por millón de personas vacunadas sufren de anafilaxia tras recibir una vacuna contra el COVID-19, segúnlos CDC.
Para asegurarse de que las reacciones alérgicas graves puedan identificarse y tratarse, todas las personas que reciben una vacuna deben permanecer en observación por 15 minutos después de recibir la inyección. Y las personas que hayan experimentado anafilaxia o hayan tenido algún tipo de reacción alérgica inmediata a cualquier vacuna o inyección en el pasado. deben ser monitoreadas durante media hora. Las personas que hayan tenido una reacción alérgica grave a una dosis anterior o a uno de los ingredientesde lavacuna no deben vacunarse. Además, aquellos que no deberían recibir un tipo de vacuna contra el COVID-19 deben ser monitoreados durante 30 minutos después de recibir un tipo diferente de vacuna.
La evidencia indica que las vacunas de ARNm de Pfizer/BioNTech y de Moderna pueden infrecuentemente causar una inflamación al músculo cardíaco (miocarditis) o de la capa exterior que recubre el corazón (pericarditis), especialmente en hombres adolescentes o adultos jóvenes.
De acuerdo a datos recogidos hasta agosto de 2021, las tasas de notificación de cualquiera de las afecciones en EE. UU. son más altas en hombres de 16 a 17 años después de la segunda dosis (105,9 casos por millón de dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech), seguidos por varones de 12 a 15 años de edad (70,7 casos por millón). La tasa para hombres de entre 18 y 24 años fue de 52,4 casos y 56,3 casos por millón de dosis de las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna, respectivamente.
Funcionarios de la salud han enfatizado que la miocarditis y pericarditis en conexión con las vacunas ocurren con muy poca frecuencia y que los beneficios de la vacunación aún superan los riesgos. Evidencia temprana sugiere que estos casos de miocarditis son menos graves que los comúnmente vistos. Los CDC también dijeron que la mayoría de los pacientes que recibieron atención “respondieron bien al tratamiento con medicamentos y al reposo y mejoraron rápidamente”.
La vacuna de Johnson & Johnson ha sido relacionada con un mayor riesgo a una condición infrecuente de coágulos sanguíneos con niveles bajos de plaquetas, principalmente en mujeres de entre 30 y 49 años de edad. Síntomas tempranos de la condición, conocida como síndrome de trombosis-trombocitopenia (TTS, por sus siglas en inglés) pueden aparecer incluso a tres semanas de la vacunación e incluyengraves o persistentes dolores de cabeza o visión borrosa, hinchazón de piernas, y “moretones que se producen fácilmente o pequeños puntos de acumulación de sangre debajo de la piel que se extienden desde la zona de la inyección”.
Según los CDC, el TTS ha ocurrido en alrededor de 4 personas por cada millón de dosis administradas. Hasta principios de abril, se habían confirmado 60 casos del síndrome, incluyendo nueve muertes, luego de más de 18,6 millones de dosis administradas de la vacuna de Johnson & Johnson. Aunque el TTS sigue siendo raro, debido a la disponibilidad de vacunas de ARNm que no muestran vínculo con este serio efecto secundario, el 5 de mayo la FDA limitó el uso autorizado de la vacuna de J&J a adultos que o no pudieron recibir ninguna de las otras vacunas contra el COVID-19 autorizadas o aprobadas por razones médicas o de acceso, o solo quisieron la vacuna de J&J para protegerse de la enfermedad. Varios meses antes, el 16 de diciembre de 2021, los CDC habían comenzado a recomendar las vacunas de Pfizer/BioNTech y de Moderna, por sobre las de J&J.
La vacuna de J&J también se ha relacionado con un mayor riesgo de síndrome de Guillain-Barré, un trastorno raro en el que el sistema inmunitario ataca a las células nerviosas. La mayoría de las personas que desarrollan el síndrome se recuperan por completo, aunque algunas el daño es permanente en los nervios y la afección puede ser fatal.
Los datos de vigilancia de seguridad sugieren que en comparación con las vacunas de ARNm, que no se han relacionado con el síndrome, la vacuna de J&J está asociada con 15,5 casos adicionales de GBS, como se conoce al síndrome por sus siglas en inglés, por millón de dosis de la vacuna en las tres semanas posteriores a la vacunación. La mayoría de los casos notificados después de la vacunación con J&J han ocurrido en hombres mayores de 50 años de edad.
Cuatro vacunas contra el COVID-19 en EE. UU. han sido autorizadas o aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) tras pruebas exhaustivas, como hemos informado previamente. (Para más información, lea los artículos de SciCheck sobre las vacunas Pfizer/BioNTech, Moderna, Johnson & Johnson y Novavax).
Las vacunas de Pfizer/BioNTech y de Moderna fueron las primeras en recibir la luz verde en EE. UU., cuando obtuvieron la autorización de uso de emergencia en diciembre de 2020 y la aprobación plena en agosto del 2021 y enero del 2022, respectivamente. Ambas vacunas usan ARN mensajero modificado, o ARNm, el cual ordena a las células producir proteínas de la espícula que desatan una respuesta inmune.
Aunque el proceso desde el desarrollo hasta la aprobación de las vacunas fue inusualmente corto por varias razones, incluyendo inversiones e investigaciones previas sobre la tecnología de ARNm, los científicos han dicho que la seguridad nunca ha estado en riesgo. La seguridad de las vacunas se ha demostrado no solamente en ensayos clínicos, sino en condiciones de la vida real.
Se han administrado más de 600.000 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19 en EE. UU. y los eventos adversos graves han sido muy escasos. La mayoría de las personas experimenta efectos secundarios menores, tales como un dolor temporal en el sitio de la inyección, fatiga o dolor muscular, o ninguno en lo absoluto.
Las compañías aseguradoras estadounidenses no consideran a las vacunas como experimentales ni han rehusado efectuar pagos a beneficiarios de personas aseguradas que han muerto tras haber recibido una vacuna, tal como hemos informado.
Pero un video compartido en Instagram asegura que una compañía de seguros de vida francesa se negó a pagar a los beneficiarios de la póliza de un hombre “viejo, adinerado” que murió tras recibir la vacuna contra el COVID-19 porque la aseguradora consideró a la vacuna como un “experimento médico”.
El video fue producido por America’s Frontline Doctors, un grupo que ha difundido desinformación sobre el COVID-19 desde el año 2020. Apareció por primera vez el 14 de marzo de 2022, como parte de la serie de videos “Frontline Flash” de esa organización, que lleva el lema “La verdadera historia sobre las noticias falsas en 120 segundos o menos”.
El Dr. Peterson Pierre, un dermatólogo y narrador del video, dice que un juez francés dictaminó que la muerte del hombre fue un suicidio porque sabía que la vacuna implicaba riesgos y “optó voluntariamente” por recibirla. Mientras habla, el siguiente texto aparece en la pantalla: “Francia: Corte falla que una muerte relacionada con una vacuna contra el COVID es un suicidio”.
El artículo sobre el caso francés fue publicado por Athens News el 14 de enero, citando a la página web Unser Mitteleuropa como su fuente original. Netzpolitik.org, un sitio web alemán dedicado a promover los “derechos a la libertad digital”, describe a Unser Mitteleuropa como un “portal de derecha” que promueve desinformación sobre el COVID-19.
En el video, Pierre agrega: “Los suicidios, al igual que los fallecimientos por drogas experimentales, no están cubiertos por los seguros de vida”. Pierre afirma que el “American Life Insurance Council” permite a las aseguradoras estadounidenses negar el pago si alguien muere como resultado de una vacuna contra el COVID-19.
Pero no hay base para ninguna de esas afirmaciones. El video incluso identifica incorrectamente al organismo, cuyo nombre es American Council of Life Insurers, o ACLI por sus siglas en inglés.
“El rumor de que las compañías aseguradoras rehúsan pagar el seguro de vida si el fallecido había sido vacunado contra el Covid-19 continúa circulando en las redes sociales. Esta es información falsa”, nos dijo Jean-Baptiste Mounier, portavoz de la Federación de Aseguradoras Francesas, en un correo electrónico enviado el 26 de septiembre.
El medio de verificación de información español, Maldita.es, también rebatió el video y reportó que en la prensa francesa no hay mención del incidente mencionado en el video.
El Ministerio de Justicia francés no tiene conocimiento del caso y la ACLI negó la historia, según Reuters. “El Ministerio de Justicia no tiene conocimiento de esta supuesta historia relacionada con una corte francesa que ratifica la decisión de una compañía aseguradora de no pagar el seguro de vida por muerte tras una vacunación contra el COVID-19”, dijo a Reuters un representante del ministerio.
Ninguna aseguradora o corte estadounidense consideraría “equivalente a suicidio” una muerte vinculada a un medicamento recetado como una vacuna, nos dijo en una entrevista telefónica Glenn Kantor, socio de Kantor & Kantor LLP, un bufete de abogados en Los Ángeles especializado en casos con pólizas médicas, de vida y de incapacidad. Eso es así porque las personas que se vacunan “tratan de salvar su vida, no acabarla”, dijo.
En EE. UU., las pólizas de vida básicas generalmente pagan por cualquier muerte, sin importar la causa, y los suicidios también se cubren si la persona ha tenido la póliza durante dos años, agregó Kantor.
El video no es el primero en afirmar que las aseguradoras se han negado a pagar cuando alguien ha fallecido tras recibir una vacuna contra el COVID-19. El año pasado ACLI desmintió la afirmación de que las aseguradoras estadounidenses no cubren fallecimientos presuntamente relacionados con las vacunas.
“Lo cierto es que las aseguradoras de vida no consideran si el titular de una póliza ha recibido una vacuna contra el COVID cuando deciden si efectuarán el pago”, dijo Paul Graham, vicepresidente senior para el diseño de pólizas, en un comunicado que nos envió por correo electrónico el 21 de mayo de 2021, para una nota sobre beneficios negados en EE. UU.
“Los contratos de las pólizas de vida son muy claros en cómo funcionan las pólizas, y cuál causa, si acaso, puede llevar a negar un beneficio. Una vacuna contra el COVID-19 no es una de ellas”, dijo Graham.
Y reguladores estatales de la industria de seguros en Luisiana, Nueva York y Texas han emitido comunicados desmintiendo las versiones, según Reuters.
No pudimos obtener un comentario de America’s Frontline Doctors sobre las falacias que incluye el video.
Traducido por Luis Alonso Lugo.
Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.