El candidato republicano a la presidencia Vivek Ramaswamy, que se declara “defensor a ultranza de un mayor uso de combustibles fósiles”, cita repetidamente estadísticas falsas o engañosas para restar importancia a los riesgos del cambio climático.
Ramaswamy, un exempresario de biotecnología, logró hacer titulares con su participación en el primer debate de las primarias republicanas, incluido el momento en que dijo que como “la única persona en el escenario que no está comprada o pagada”, podía decir que “la agenda del cambio climático es un engaño”. Luego afirmó que “más personas están muriendo por malas políticas sobre el cambio climático que por el cambio climático en sí”.
Como escribimos entonces, hay pruebas de que el cambio climático ya ha cobrado vidas, pero no hay ninguna indicación de que las políticas del cambio climático hayan matado a personas. Y Ramaswamy tiene, de hecho, intereses financieros en los combustibles fósiles, incluida una participación de 50 millones de dólares en una firma de inversiones cuyo fondo estrella, DRLL, está compuesto principalmente por compañías de petróleo y gas.
Desde el debate, Ramaswamy ha repetido su afirmación que el cambio climático es un engaño. También ha citado frecuentemente otras estadísticas relacionadas con el clima para defender sus argumentos.
“Hoy mueren 8 veces más personas por temperaturas frías que cálidas”, escribió en X, la plataforma antes conocida como Twitter, a comienzos de septiembre. “La tasa de mortalidad relacionada con desastres climáticos ha disminuido en un 98% en el último siglo y la Tierra está más cubierta de superficies verdes hoy porque el carbono alimenta a las plantas”.
Como explicaremos, cada una de estas declaraciones puede ser técnicamente cierta, pero omiten un contexto importante y engañan sobre los riesgos muy reales del cambio climático.
“Es un clásico de lo que llaman elegir con pinzas”, nos dijo Andrew Dessler, cientista climático de Texas A&M, sobre las afirmaciones de Ramaswamy. “Ya sabes, revisas un grupo enorme de datos y eliges un puñado de ellos que dicen lo contrario de lo que dice el grupo completo”.
En una entrevista con Andrea Mitchell de MSNBC, el 29 de agosto, Ramaswamy recitó cada uno de estos supuestos “hechos probados”, pero también agregó otro, que es abiertamente falso: que “el dióxido de carbono como porcentaje de la atmósfera sigue estando en un nivel relativamente bajo en la historia de la humanidad”. Volvió a hacer esa afirmación incorrecta algunos días después en una asamblea en Hampton, New Hampshire.
En varias ocasiones, Ramaswamy ha dicho ser un ecologista y “un defensor acérrimo del aire limpio y el agua limpia”. Pero en nuestra revisión de su sitio web y de entrevistas recientes no encontramos ninguna mención sobre cómo protegería el medio ambiente, aparte de fomentar la energía nuclear.
Cuando están operativas, las plantas de energía nuclear no producen contaminación atmosférica, aunque sí generan desecho radioactivo y algunos diseños tienen el potencial de dañar la vida acuática al descargar calor en masas de agua. Los combustibles fósiles contribuyen significativamente a la contaminación del aire y del agua, y quemar más no ayudaría a mejorar el medioambiente.
La campaña de Ramaswamy no contestó a la pregunta de cómo protegería el aire y el agua, ni a una solicitud de más información sobre cada una de sus cuatro principales afirmaciones sobre el cambio climático.
Los niveles de dióxido de carbono son los más altos de la historia de la humanidad
Al contrario de lo que afirma Ramaswamy, que los niveles de dióxido de carbono están en un nivel “relativamente bajo” en la historia de la humanidad, las mediciones muestran que las concentraciones del gas son en este momento más altas de lo que han sido en más de 4 millones de años.
Como explicó la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) cuando los niveles de CO2 alcanzaron su máximo en 2022 (con 421 partes por millón, según mediciones realizadas en el observatorio de Mauna Loa), las concentraciones de CO2 en la atmósfera “son ahora comparables al Óptimo Climático del Plioceno, hace entre 4,1 y 4,5 millones de años, cuando estaban cerca o por encima de 400 ppm”.
La oficina señala que en aquella época las temperaturas eran significativamente más cálidas, bosques cubrían el ártico y el nivel del mar era de 16 a 82 pies (4 a 5 metros) más alto que el actual.
Algunos ancestros humanos vivían entonces, pero pasarían millones de años más de evolución antes de que apareciera el humano moderno. Nuestra especie, el Homo sapiens, se remonta a unos 300.000 años. Y la civilización humana, como la conocemos ahora, con grandes poblaciones sustentadas por la agricultura, sólo ha existido por unos 12.000 años.
“La realidad es que los niveles de CO2 actuales son más altos de lo que han sido en millones de años, por lo que su afirmación es completamente falsa”, nos dijo en un correo electrónico Michael Mann, profesor de ciencias de la Tierra y el medio ambiente de la Universidad de Pensilvania. “Además”, agregó, “la verdadera amenaza no es el nivel absoluto de CO2 o el calentamiento absoluto, es la tasa de aumento que estamos viendo hoy, que no tiene precedentes”.
El dióxido de carbono es el principal gas de efecto invernadero, gases que atrapan calor en la atmósfera, causante del calentamiento global. Entre otras fuentes, se libera con la combustión de combustibles fósiles como el carbón, el gas natural o el petróleo. Los datos de núcleos de hielo muestran que antes de la Revolución Industrial, los niveles de CO2 rondaban las 280 partes por millón por miles de años.
Mortalidad relacionada con la temperatura
Una de las frases que Ramaswamy repite es que mueren ocho veces más personas de frío que de calor. Muchas veces acompaña la estadística con la declaración, como hizo en X, que “la respuesta correcta a todas las muertes relacionadas con la temperatura es un *mayor* acceso a los combustibles fósiles”.
La cifra, que aparentemente proviene de un artículo publicado en Lancet Planetary Health en 2021, es correcta en gran medida. Pero sugerir que entonces el cambio climático no es un problema o se llegará a un balance en el futuro no lo es.
La noción de que el cambio climático podría realmente ser una ayuda en términos de las muertes por temperatura a nivel mundial es una de las ideas favoritas de Bjorn Lomborg, un cientista político danés que tiene un historial de minimizar los riesgos del cambio climático.
En particular, Lomborg, citó el estudio de Lancet Planetary Health en un artículo en abril de 2023 en el medio conservador National Review, en el cual declaró que “el frío mata ocho veces más” que el calor. (Desde entonces ha utilizado la cifra de nueve veces en un comentario publicado en un periódico canadiense en agosto; también mencionó el estudio en columnas de opinión para el Wall Street Journal y el New York Post, el último fue verificado por nuestros colegas de Climate Feedback. En cada caso, Lomborg se refirió incorrectamente al estudio como publicado por el Lancet, una de las revistas médicas más prestigiosas del mundo, en lugar de en una revista especializada de la misma casa editorial).
El estudio de Lancet Planetary Health usó una técnica estadística para calcular el exceso de mortalidad que se debe a temperaturas no ideales entre el 2000 y el 2019. Encontró que en todo el mundo, las muertes por temperaturas más frías de las ideales fueron mucho más comunes que aquellas causadas por temperaturas más cálidas que las ideales. Pero Ramaswamy y Lomborg omiten el hecho de que el propio estudio advierte que este no es siempre el caso.
“A nivel mundial, los resultados indican que el calentamiento global podría reducir levemente las muertes netas relacionadas con la temperatura en el corto plazo, sin embargo, en el largo plazo, se espera que el cambio climático aumente la carga de mortalidad”, dice el artículo.
Shanshan Li, profesora asociada de cambio ambiental y salud global en la Universidad Monash en Australia y autora principal del estudio, nos dijo que sus resultados “son comúnmente malinterpretados por negacionistas del cambio climático”.
“Es cierto que en muchas regiones templadas como Europa las muertes relacionadas con el frío son en general mucho mayores a las relacionadas con el calor. Esto está principalmente ligado a la definición de dicho exceso de mortalidad, que en general se hace comparando las temperaturas observadas al valor donde el riesgo de mortalidad es menor, la temperatura de mínima mortalidad (TMM). La TMM suele situarse entre los percentiles 75 y 95 de la distribución de temperatura, es decir, que la mayoría de los días tienen temperaturas inferiores a la TMM y generan un exceso de mortalidad relacionado con el frío”, explicó.
“El hecho de que las muertes relacionadas con el frío sean más que las relacionadas con el calor no implica automáticamente que una reducción en las primeras compense un aumento en las segundas. De hecho, las pruebas parecen sugerir que lo contrario es lo cierto, especialmente en escenarios de cambio climático extremo”, agregó. “Esto tiene relación con el hecho de que los riesgos relacionados con el calor aumentan abruptamente por aumentos mínimos en las temperaturas sobre la TMM, mientras que los riesgos relacionados con el frío muestran aumentos casi lineales”.
Es importante reconocer que en estas estimaciones de la mortalidad relacionada con la temperatura, la gran parte de la población no muere de forma clara de calor o de frío. Es un método estadístico para calcular exceso de mortalidad que contabiliza muchas muertes relacionadas con el frío, por ejemplo, incluso a temperaturas relativamente agradables como 65 grados (18 grados Celsius), nos dijo Dessler.
Al contar las muertes causadas por temperaturas extremas, es decir, donde el calor o el frío son las causas del fallecimiento, el número de muertes por calor ya supera el de las muertes por frío en EE. UU., según datos del gobierno. Por supuesto, se espera que el cambio climático cause más muertes por calores extremos.
Según el último informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en 2022, se prevé que el cambio climático “aumente significativamente la exposición de la población a olas de calor (…) y la morbilidad y mortalidad relacionadas con el calor”. Con un nivel de confianza alto, los autores concluyeron que “se espera que los futuros aumentos de muertes relacionadas con el calor superen aquellas relacionadas con el frío”.
Como explicó Dessler en dos publicaciones en Substack, el hecho de que las muertes por calor o frío, medidas con el método de exceso de mortalidad, superen a las otras en el futuro va a depender del lugar, de cuánto aumente la temperatura y de cuánta adaptación ocurra. Se espera que a los lugares más pobres, que ya son cálidos, les vaya peor, lo que subraya la importancia de la equidad al momento de pensar cómo enfrentar el cambio climático.
Aunque a corto plazo el cambio climático pueda tener algunos beneficios en términos de la mortalidad relacionada con la temperatura, los científicos dicen que eso no significa que haya que fomentar el calentamiento global. Como señaló Li, los impactos del cambio climático no derivan sólo de las temperaturas, sino que también de inundaciones, ciclones, contaminación atmosférica por incendios forestales y sequía, y todas estas tendrán “graves consecuencias para la salud”.
“Deberíamos considerar el panorama completo de estos impactos del cambio climático”, dijo Li.
Mortalidad por desastres relacionados con el clima
Otra de las frases favoritas de Ramaswamy es que la mortalidad por catástrofes relacionadas con el clima han disminuido en 98% en los últimos cien años.
“El número de personas que murieron en huracanes, tornados, olas de calor y otros acontecimientos relacionados con el clima en 1920… por cada 100 que murieron entonces, dos mueren hoy”, dijo Ramaswamy en su entrevista en MSNBC. “Y la razón es la mayor cantidad y abundancia de combustibles fósiles y tecnología impulsada por combustibles fósiles”.
Esta estadística aparentemente proviene de datos compilados en la Base de datos internacional sobre catástrofes. No está claro de dónde Ramaswamy la obtuvo, pero Lomborg ya ha destacado esta cifra, incluso en un artículo de 2020 en el cual clasifica la mortalidad por catástrofes como “relacionadas con el clima” cuando involucran desastres climáticos que “podrían verse afectados por el cambio climático”. Esto incluye inundaciones, sequías, tormentas, incendios forestales y temperaturas extremas. La Reason Foundation, un centro de pensamiento libertario, también ha citado la estadística.
Ramaswamy está en lo cierto en cuanto a que menos personas mueren hoy en catástrofes relacionadas con el clima que hace un siglo. Pero, según los científicos, no es lógico pensar que entonces debemos seguir quemando combustibles fósiles.
“Creo que eso es 100% equivocado”, dijo Dessler, señalando que actualmente existen buenas alternativas, como la energía eólica y solar.
“Sabemos que los combustibles fósiles tienen todos estos otros problemas que la energía renovable no tiene. Entonces, en el futuro, realmente no hay ninguna razón para seguir quemando combustibles fósiles”, agregó.
Se estima, por ejemplo, que la contaminación atmósferica por partículas que proceden de combustibles fósiles fue responsable de hasta un 18% de todas las muertes en el mundo en 2018, una suma enorme comparada con las muertes por desastres relacionados con el clima. Quemar más combustibles fósiles, por supuesto, también llevará a un mayor calentamiento, exacerbando el cambio climático.
Revisamos las cifras de la International Disaster Database y encontramos que gran parte de la disminución de muertes relacionadas con catástrofes en este período se debe a la disminución de grandes hambrunas, que fueron mucho más frecuentes en la primera mitad del último sigo y a menudo le quitaban la vida a miles o millones de personas a la vez. Tales hambrunas son mucho menos comunes hoy en día. En una menor medida, la disminución también se debe a un menor número de fatalidades en inundaciones y tormentas.
Es discutible que la razón última del descenso en la mortalidad relacionadas con catástrofes sean los combustibles fósiles. Kristie L. Ebi, experta en riesgos de salud del cambio climático en la Universidad de Washington, nos dijo que era más exacto decir que la disminución se debía a cosas como sistemas de alerta temprana, una mejor infraestructura y la investigación financiada por NOAA y la Organización Meteorológica Mundial.
Utilizando datos de la International Disaster Database, un informe de la Organización Meteorológica Mundial encontró que entre 1970 y 2019, los desastres relacionados con el clima aumentaron aproximadamente cinco veces (probablemente debido al clima extremo impulsado por el cambio climático y a un mejor sistema de notificaciones), pero las muertes disminuyeron casi tres veces. El grupo atribuyó el descenso en la mejora de sistemas de alerta temprana y la gestión de desastres.
Dessler cree que es razonable atribuir la disminución de la mortalidad a la disponibilidad de energía barata, pero enfatizó que el error de Ramaswamy era sugerir que esto significa que la sociedad debe continuar dependiendo de combustibles fósiles.
“La disminución en la mortalidad no se debe a los combustibles fósiles, sino que a la disponibilidad de energía barata”, señaló en su verificación de Ramaswamy en Substack. Los combustibles fósiles eran lo que teníamos a disposición en el pasado, pero no tienen que ser lo que usemos en el futuro, dijo.
Área de superficie verde
El último, y poco novedoso, argumento de Ramaswamy contra el cambio climático es correcto en lo específico, pero induce a error.
“La Tierra está más cubierta por áreas de superficie verde hoy de lo que estaba 100 años atrás, porque resulta que el dióxido de carbono es alimento para las plantas”, dijo Ramaswamy en la asamblea de New Hampshire. “Así que funciona de esa manera. Era predecible”.
Las personas que se oponen a aceptar el cambio climático llevan mucho tiempo utilizando el argumento de que “el CO2 es el alimento para las plantas” o “reverdecimiento global” para no actuar. Lomborg, en particular, ha repetido estos argumentos recientemente.
El dióxido de carbono es, por supuesto, alimento para las plantas. “Todas las plantas usan la fotosíntesis para extraer dióxido de carbono de la atmósfera, descomponerlo en oxígeno y carbono y para utilizar el carbono para crecer”, dijo Ebi.
El aumento del nivel de CO2 en la atmósfera debido a la actividad humana ha permitido que muchas plantas crezcan más de lo que hubiesen crecido en su ausencia. Esto ha sido documentado en estudios que usan satélites para medir la cobertura de los árboles. De acuerdo a un estudio satelital de 2016, el aumento del CO2 fue responsable de cerca del 70% del “reverdecimiento” del planeta entre 1982 y 2009.
Este crecimiento adicional ha ayudado a frenar el calentamiento global y ha tenido algunos efectos positivos en las plantas. Pero insinuar que el CO2 es un bien absoluto para las plantas o para el planeta es incorrecto.
Primero, la mayoría, pero no todas, las plantas tienden a crecer más en respuesta al aumento en los niveles de CO2. Esto incluye al maíz, una de las principales fuentes de alimentación, y a otras plantas denominadas C4. Segundo, el CO2 no es lo único que las plantas necesitan para crecer, y se prevé que muchos de los cambios que se esperan con el aumento del calentamiento global perjudiquen a las plantas y los cultivos, incluyendo las sequías y el aumento de temperaturas.
Experimentos de campo con cultivos como trigo y arroz con una concentración dos veces mayor de CO2 también han mostrado que las plantas tienen menos proteínas y vitaminas B, y menos micronutrientes, señaló Ebi. “Entonces, sí, estas plantas en particular pueden estar creciendo, pero la densidad de nutrientes está disminuyendo”, dijo.
“El aumento del dióxido de carbono está básicamente afectando la fisiología interna de las plantas”, agregó. “Está cambiando el equilibrio de los compuestos en las plantas, y no en beneficio de la salud y el bienestar de los seres humanos”.
Traducido por Catalina Jaramillo.
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