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No se ha demostrado que las vacunas contra el COVID-19 causen o aceleren el cáncer. Sin embargo, quienes se oponen a las vacunas dicen que un nuevo artículo de revisión “ha descubierto que las vacunas de ARNm contra el COVID-19 podrían ayudar al desarrollo del cáncer”. Las conclusiones de la revisión se basan principalmente en la interpretación errónea de un estudio sobre vacunas de ARNm contra el cáncer en ratones.
Historia competa
Ensayos clínicos, que involucraron a miles de personas, y numerosos estudios han demostrado que las vacunas de ARNm contra el COVID-19 de Pfizer/BioNTech y Moderna son seguras. Cientos de millones de dosis han sido administradas bajo el atento monitoreo de sistemas de seguridad que han detectado que los efectos secundarios graves son muy poco frecuentes. Los estudios también han mostrado que las vacunas funcionan muy bien en la prevención del COVID-19 grave y de la muerte por la enfermedad, salvando millones de vidas en todo el mundo.
No existen pruebas que muestren una conexión entre las vacunas contra el COVID-19 y el cáncer, como hemos informado. Tanto el Instituto Nacional del Cáncer como la Sociedad Estadounidense del Cáncer han declarado que no hay información que sugiera que las vacunas contra el COVID-19 causen cáncer, lo tornen más agresivo o produzcan una recurrencia del cáncer.
Sin embargo, oponentes de las vacunas afirman falsamente que un artículo de revisión publicado en abril demuestra lo contrario.
“ÚLTIMA HORA: Una revisión en el International Journal of Biological Macromolecules ha descubierto que las vacunas de ARNm contra el COVID-19 podrían ayudar al desarrollo del cáncer”, dice una publicación del 16 de abril en la página de Facebook de America’s Frontline Doctors, un grupo que repetidamente ha divulgado desinformación sobre la pandemia, cuya fundadora fue sentenciada a 60 días de cárcel por entrar al Capitolio durante los disturbios del 6 de enero.
Las vacunas de ARN mensajero, o ARNm, funcionan instruyendo a algunas células de la persona a producir proteínas específicas, lo que luego incita al cuerpo a montar una respuesta inmunitaria. La N1-metilpseudouridina es una modificación que ocurre naturalmente en ciertas moléculas de ARN que se adjunta al ARNm en las vacunas para permitirle entregar su mensaje a la célula sin ser destruido por una respuesta inmune innata, como explicaremos.
Expertos nos dijeron que el artículo de revisión, que se basa en otros artículos publicados y no contiene investigación original, engaña al interpretar erróneamente varios estudios y el rol de la N1-metilpseudouridina en las vacunas. Los autores también citan otro artículo de revisión poco fiable, que afirmó que las vacunas de ARNm contra el COVID-19 perjudican al sistema inmune y aumentan el riesgo de cáncer, como hemos explicado antes.
Una de las tergiversaciones más importantes, en la cual los autores en gran medida basan sus conclusiones, se basa en los hallazgos de un estudio sobre vacunas de ARNm contra el cáncer en ratones. La investigación analizó la eficacia de las vacunas de ARNm contra el cáncer con diferentes grados de modificación de N1-metilpseudouridina en un modelo de melanoma de ratón. Según la revisión, el estudio descubrió que “agregando 100% de N1-metilpseudouridina (m1Ψ) a la vacuna de ARNm en un modelo de melanoma estimulaba el crecimiento y metástasis del cáncer, mientras que las vacunas con ARNm no modificado inducían los resultados opuestos, lo que sugiere que las vacunas contra el COVID-19 podrían ayudar al desarrollo del cáncer”.
Pero eso no es lo que la investigación descubrió.
“Nuestros resultados no mostraron, sugirieron o indicaron que el ARNm modificado promoviera el crecimiento/metástasis del tumor”, nos dijo en un correo electrónico Tanapat Palaga, profesor de microbiología en la Universidad Chulalongkorn en Tailandia y autor de correspondencia de ese estudio.
Lo que el estudio realmente mostró es que tanto el ARNm modificado como el no modificado indujeron respuestas inmunitarias contra los antígenos del tumor, pero solo el ARNm no modificado redujo el crecimiento y metástasis del cáncer, mientras que el ARNm modificado no lo redujo. El estudio fue publicado en 2022 y escrito por Drew Weissman, quien ganó el Premio Nobel 2023 con Katalin Karikó por descubrir esta modificación del ARNm que eventualmente permitió el desarrollo de las vacunas de ARNm contra el COVID-19.
El Dr. James A. Hoxie, profesor emérito de medicina en la Universidad de Pensilvania y codirector del Instituto de Innovación de ARN de Penn (dirigido por Weissman), nos dijo que estos hallazgos eran relevantes para los científicos que estudian maneras en que las vacunas de ARNm contra el cáncer pueden incitar respuestas inmunitarias necesarias para prevenir o detener la progresión del cáncer. (Ver “Publicaciones en redes sociales malinterpretan a Biden sobre vacunas de ARNm contra el cáncer” para más información sobre las vacunas de ARNm contra el cáncer).
“Pero eso está muy lejos de decir que la vacuna que se usó para prevenir la enfermedad del COVID-19 causa cáncer”, dijo. Implicar que al regular el sistema inmune innato, que es algo que los científicos que trabajan en inmunoterapias tratan de entender, “estás dejando a alguien expuesto al riesgo de cáncer, eso es ridículo”.
“Creo que los autores de este artículo de revisión intencionadamente o [no intencionadamente] malinterpretaron nuestros resultados y trataron de tergiversar la conclusión para apoyar su agenda”, nos dijo Palaga.
No hay estudios que apoyen una conexión entre la N1-metilpseudouridina y el cáncer en animales o ratones, los expertos nos dijeron.
Tampoco hay pruebas de que las vacunas de ARNm contra el COVID-19 perjudiquen, y mucho menos supriman, el sistema inmunitario, como hemos informado. De hecho, las vacunas aumentan la inmunidad al enseñarle al sistema inmune cómo identificar y combatir el coronavirus.
La N1-metilpseudouridina y su rol en las vacunas de ARNm
Para entender el rol de la N1-metilpseudouridina debemos mirar hacia atrás en la historia de las vacunas de ARNm.
Comúnmente, cuando una célula encuentra un ARN (una molécula presente en la mayoría de los seres vivos y los virus) que no les es familiar, la célula activa una fuerte respuesta inmunitaria contra la molécula.
Esto representaba un problema para los científicos que intentaban utilizar el ARNm como una terapia, dado que el objetivo era que la célula recibiera las instrucciones llevadas por el ARNm y produjeran ciertas proteínas. Hasta que, a mediados de los 2000, Karikó, Weissman y otros observaron que si adjuntaban ciertas modificaciones que ocurrían de forma natural en otras moléculas de ARN (tales como la seudouridina) en una de las cuatro bases del ARNm, podían mitigar la respuesta inmunitaria innata y, al mismo tiempo, aumentar la capacidad del ARNm de traducir su código para que la célula produjera la proteína deseada.
Más tarde, los científicos descubrieron que la N1-metilpseudouridina, otra modificación presente en forma natural en algunas moléculas de ARN, funcionaba mejor que la seudouridina.
La modificación no “suprime” al sistema inmunitario, nos dijo Hoxie, esta solo permite que ciertas partes del sistema inmune no se activen temporalmente “para permitir el efecto deseado”.
Jordan L. Meier, investigación sénior del Instituto Nacional del Cáncer que ha estudiado el rol de la N1-metilpseudouridina en las vacunas contra el COVID-19, nos dijo que los autores del artículo de revisión interpretaron erróneamente el papel de la N1-metilpseudouridina, que se abrevia como m1Ψ.
La revisión “incorrectamente” confunde “la habilidad de la m1Y para esconderse del sistema inmune con la habilidad de debilitarlo o desactivarlo”, nos dijo en un correo electrónico.
Para explicarlo, Meier comparó la modificación de ARNm con un espía que utiliza un disfraz para pasar a los guardias de seguridad.
“Los autores están esencialmente sugiriendo que el disfraz de alguna manera hace a los guardias menos capaces de hacer su trabajo en el futuro”, escribió. “En realidad, una vez que la persona disfrazada pasa, los guardias siguen siendo tan vigilantes y capaces como antes”.
La revisión, añadió, no brinda pruebas de que la N1-metilpseudouridina “deja al sistema inmunitario en peor situación frente a amenazas futuras”.
Estudios tergiversados en el artículo de revisión
Similarmente, el artículo de revisión engaña al elegir con pinzas o tergiversar cifras y recuadros de este y otros estudios.
Por ejemplo, en el estudio de Palaga, Weissman y otros utilizando un modelo de melanoma de ratón (en el que se administran células malignas de un tumor a un ratón), los científicos encontraron que, en comparación con los ratones que no recibieron vacuna (y en su lugar recibieron una solución salina) no se produjo ningún aumento en el crecimiento del tumor ni disminución en la supervivencia cuando los animales fueron vacunados con una vacuna de ARNm modificada. Sin embargo, cuando los animales recibieron una vacuna con un ARNm no modificado, el estudio mostró una disminución en el crecimiento del tumor y un aumento en la supervivencia en comparación con el grupo de control que recibió la solución salina. En otras palabras, el estudio descubrió que el ARNm no modificado generó una respuesta inmunitaria que disminuyó el crecimiento del tumor y mejoró la supervivencia, mientras, al igual que en el grupo de control, el ARNm modificado no tuvo efecto en el tumor.
Sin embargo, la tabla 1 de la revisión dice incorrectamente que el estudio descubrió que la vacuna con ARNm modificado “aumentó el crecimiento del tumor” y “disminuyó la supervivencia”.
“Eso simplemente no es cierto y en una grave tergiversación de los datos que el estudio realmente muestra. El ARN modificado no tuvo ningún efecto en el tumor, y los resultados de utilizar la vacuna fueron los mismos que al utilizar solución salina”, nos dijo Hoxie.
El crecimiento del tumor en los ratones que recibieron el ARNm modificado “aumentó en relación con la vacuna no modificada, pero fue idéntico a cuando no hubo intervención”, nos dijo Hoxie. “Los animales que recibieron la vacuna con ARNm modificado murieron al mismo ritmo y con la misma cantidad de tumor que los animales que recibieron la solución salina. El hecho de que la progresión del tumor en este modelo se redujo con la vacuna de ARNm no modificado es el punto clave de esta investigación e indica que en este modelo la respuesta inmune al ARNm no modificado puede tener actividad antitumoral, un hallazgo importante en el campo de la inmunoterapia del cáncer”.
La revisión también cita un estudio que ha sido ampliamente malinterpretado para afirmar falsamente que la vacuna de ARNm contra el COVID-19 de Pfizer/BioNTech causa lo que los oponentes de las vacunas han llamado “turbo cáncer”. El estudio describe el caso de un ratón que murió de linfoma luego de que 14 ratones recibieran una alta dosis de la vacuna. La revisión reproduce imágenes de ese estudio que muestran un ratón disecado y compara los órganos del ratón que murió con uno de una anatomía normal.
Como explicamos, y como señalaron los autores de ese estudio en un anexo, no existe nada llamado “turbo cáncer”, y, más importante, el informe de caso no demuestra una relación causal entre el linfoma y la vacuna.
Meier nos dijo que la revisión también se refiere incorrectamente a un estudio publicado en 2016 para apoyar la tesis de que las vacunas de ARNm modificado apagan un sensor inmunológico conocido como RIG-I.
“En realidad, este estudio solo mostró que los ARNm [modificados] con m1Y son incapaces de activar RIG-I y no probó la inhibición. En otras palabras, lo que se mostró fue que m1Y es un muy buen camuflaje, no que es un supresor de la inmunidad”, escribió.
Traducido por Catalina Jaramillo.
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