Aún se desconoce el origen exacto del virus SARS-CoV-2, que causa la enfermedad COVID-19.
Muchos científicos creen que el virus probablemente se originó en murciélagos y luego saltó a los seres humanos, ya sea directa o indirectamente, a través del contacto con un animal. Tales transferencias zoonóticas han ocurrido anteriormente con los coronavirus responsables del SARS y MERS.
Un artículo publicado en Science en julio de 2022 analizó las pruebas disponibles e implicó al comercio de vida silvestre y al mercado mayorista de mariscos de Huanan en Wuhan, China, como el sitio donde habría ocurrido el salto. Los primeros casos de COVID-19, incluso los que no tienen una conexión conocida con el mercado, se agrupan alrededor del mercado, y se sabe que los animales susceptibles al SARS-CoV-2, como los perros mapaches, se vendieron en el mercado a finales de 2019. Un artículo complementario que analiza datos genómicos también argumenta que versiones ligeramente diferentes del virus se propagaron dos veces, algo poco probable si hubiera venido de un laboratorio.
Sin embargo, no se ha identificado ningún animal intermediario. Al no contar con pruebas de una transferencia de animal a humano, algunos científicos dicen que se necesita más investigación y que puede que haya ocurrido un escape accidental de laboratorio, ya sea de un virus desarrollado en forma natural o alterado en el laboratorio.
El Instituto de Virología de Wuhan realiza investigación sobre los coronavirus y se sospecha que sea una posible fuente. Sin embargo, no hay pruebas de que el laboratorio haya trabajado con un virus lo suficientemente similar al SARS-CoV-2.
Las agencias de inteligencia de EE. UU. siguen divididas respecto al origen, con cuatro entidades más el Consejo Nacional de Inteligencia concluyendo en un origen natural, y el FBI y el Departamento de Energía, según informes de prensa, concluyendo que un origen de laboratorio es “lo más probable”. Otras dos agencias siguen indecisas. Todavía no hay pruebas para ninguna de las dos hipótesis.
Muchos científicos expertos en coronavirus consideran el escape de laboratorio poco probable y el escape de un virus manipulado muy poco creíble, si no imposible.